Otro equipo nacional, esta vez de ballet, nos representa ante el mundo (galería)
Con la delicadeza de los suaves movimientos, pero con la firmeza del músculo tenso que las hace girar sobre las puntas de sus pies, cinco bailarinas de ballet junto con el único varón del grupo, se deslizan en vueltas sobre las tablas de madera del estudio de Balleteatro Nacional de Puerto Rico en Hato Rey.
En sus cuerpos se notan las horas del esfuerzo invertido. Meses de ensayos, seis días a las semana, tres, cuatro, cinco horas cada día. En sus caras, la juventud. Tienen 14, 15, 16, 18 y 21 años. Están iluminadas por la pasión, la vida, la libertad y la expresión más allá de las palabras.
Y es que son la primera representación de Puerto Rico en la competencia internacional de ballet Youth American Gran Prix: las hermanas Andrea (14) y Angélica Claudio (16); Naiomi Félix (14), Andrea Quiles (15), Jareliz González (18) y Norberto Cardenales (21).
Se trata de un evento anual, comenzado en 1999 por dos exbailarines del ballet Bolshoi, Larissa y Gennadi Saveliev, con la misión de proveer oportunidades educativas y profesionales a jóvenes bailarines alrededor del mundo.
Para ellas y para Norberto la sola oportunidad de presentarse ante un jurado es un sueño hecho realidad. Saben que una sola presentación valdría para ganarse un campamento de verano, una beca de estudios e, incluso, la invitación a formar parte de alguna compañía. Podría ocurrir inmediatamente o podría ser que algún juez las recuerde por 10 años y entonces las invite a bailar en cualquier otra parte del mundo, como le pasó a su maestra, la primera bailarina Laura Valentín. Y esa ilusión se les nota en las caras; las sonrisas son espontáneas cuando llegan al salón y asumen posturas. Ya se les olvidó que se levantaron antes de que saliera el sol, que pasaron siete horas en la escuela, que mientras sus compañeros de clases tenían sus horas libres, ellas adelantaban las asignaciones, que cuando sonó el timbre no se fueron para sus casas, sino que llegaron a su otra escuela, la del cuerpo.
'Cada uno de nosotros tiene dos facetas. Está la faceta de querer ser bailarín profesional, ese es el sueño. Y está la faceta de ser otro tipo profesional', dice Andrea Claudio.
'Yo pensaba que nunca podría ir esas competencias porque no tenía los recursos o las conexiones, pero mira cómo conspira el mundo que casualmente podemos asistir', contó sobre la propuesta de que hizo la madre de otra estudiante a los maestros de la escuela de enviar a algunos de los alumnos al evento que se celebrará este fin de semana en Hartford, Connecticut. Los profesores estuvieron de acuerdo y los evaluaron en clase sin ellos darse cuenta. Aceptaron el reto y han recibido el apoyo de Valentín como principal bailarina de la compañía, así como de José Rodríguez, director de Balleteatro Nacional y del resto de los bailarines y maestros: Rodney Rivera, Joaquín Banegas y Sylvia Marichal.
El proceso de saber de la competencia y prepararse ha sido más fuerte para Norberto que para las chicas, él mismo dice. Lleva menos de un año en la escuela de baile. Pero para todos la experiencia ha sido diferente. También unificadora. Confían el uno en el otro, se conocen, se chocan las manos y se miran con complicidad.
'Llegamos por caminos diferentes que nos han llevado al mismo lugar, ese espacio para bailar con el corazón y expresar por medio del baile lo que nos apasiona', dice Norberto.
Andrea Quiles, Jareliz y Naomi, presentarán cada una dos bailes solas, uno de ballet clásico y otro de danza contemporánea, y Angélica y Andrea Claudio harán dos tríos junto con Norberto. También, habrá una pieza en pareja entre Naomi y Norberto.
'Nuestro deseo es pasar a la final y hacer un buen trabajo, pero nuestro mayor deseo es el de hacer un buen trabajo, poner el nombre de Puerto Rico en alto, que seamos capaces de decir ‘yo estuve allí, no gané, pero bailé con el corazón y soy de Puerto Rico'', puntualiza Norberto.
La idea es hacerse con una de las posiciones finales, pero si no ocurre así, basta la experiencia de cruzar como en sodecha el Océano Atlántico y dejar saber al resto del mundo que aquí se juega muy bien el béisbol, pero también se baila ballet con la aptitud y con el corazón.