Retrato de un caso de abuso intrafamiliar
Hoy día la editora Gizelle Borrero puede afirmar que salió a flote tras haber transitado por un camino difícil lleno de aprendizaje, que al final le devolvió un rayo de luz a su vida, y que es un reflejo de lo que pueden estar viviendo las partes en el controvertible caso Cordero/Martorell.
Todo comenzó hace seis años, tras aquella confesión inesperada de su hija de que había sido molestada sexualmente.
En su más reciente libro Esteva, mujeres que resucitan (Relatos de la gaveta de los panties), narra la mezcla de sentimientos que experimentó desde que se enteró hasta que logró despertar de una pesadilla que tal sería mejor cercar en lo más profundo de la memoria. Sostiene que fue un proceso difícil que provocó mucho dolor y desintegración familiar.
(Ely Acevedo Denis)
Fue en "Hasta que la muerte los separe", uno de los 21 cuentos que compone el libro, en el que Borrero desnudó su alma y que luego compartió con NotiCel la experiencia de vida que dejó aquel imborrable suceso. Y es que una de sus hijas fue molestada sexualmente desde que tenía 11 años, pero no fue hasta que cumplió los 15 años que se lo confesó. El autor de sus posteriores noches de tormento no era otro más que su ex marido, y padre de sus otras hijas, quién fue padrastro de la menor desde que ella tenía dos años.
El instante en que su hija le dijo lo que ocurrió "fue un shock, porque nada te prepara para ese momento".
"Fue como un tsunami, ahora tenía una vida y luego de unas horas todo cambió", recordó.
"Me quedé catatónica. Estuve mucho tiempo que no sabía que hacer. (El agresor) fue mi novio en la escuela, el hombre de mi vida", relató. Y pese a que estaban divorciados cuando lo supo, mantenían una relación "tormentosa" de "codependencia", "parejas que se dejan, pero no se dejan".
Sin embargo, le creyó a su hija porque determinó que "era una cosa demasiado terrible para inventarlo", y porque, para la niña, la confesión significaba "una pérdida grande porque él era bien condescendiente con ella".
Nunca abordó al hombre cuando supo la situación sino que fue a la Policía, hecho que provocó que el psiquiatra que evaluó el caso lo catalogará como un comportamiento "raro". Borrero reflexionó hoy que "yo no quería que él me convenciera, él tenía mucha labia".
En estos momentos están en una etapa de sanación familiar que no ha terminado ni se puede desistir y en el que constantemente ella debe insistir en la meditación para no ponerse a quejarse.
Le tomó cinco años llegar al entendimiento de poder perdonar a su ex pareja y liberarse "porque por primera vez sentía compasión por él, empecé a ver que Dios estaba en él", y que de la experiencia aprendió a ser compasiva, perdonar, el poder de la gratitud y del amor incondicional.
"(El proceso que viví) me hizo un gran regalo, me reconcilió con Dios, me dio conciencia espiritual, yo no tenía de dónde más agarrarme", afirmó.
De igual forma, admitió que "encontré una fortaleza espiritual que yo no sabía que tenía, como el perdón". Y agregó que "hoy yo puedo dar gracias a lo que pasó porque me hizo la mujer que soy hoy".
Compasión hacía Martorell
Borrero expresó compasión hacía todas las partes del caso de la hija del ex comisionado de la Policía Municipal de San Juan, Hilton Cordero, quién lo acusó de cometer actos sexuales en su contra.
Aseveró que "me da compasión, porque sé que es bien duro, sé lo que vive la madre". Recomendó a la telereportera del tiempo, Deborah Martorell, quién es la madre de la perjudicada, que tenga fortaleza y que sepa sostenerse. Y acotó que ahora mismo "ella debe estar viendo la ola pasar y ver como barre con todo".
Puntualizó que "la madre tiene la peor parte, si lo acusas es porque te lo inventaste y si no lo acusas eres negligente".
Proceso judicial: una tortura para la víctima
"El sistema se traga a la víctima, no está hecho para cuidar a la víctima", dijo sobre el proceso judicial en el plano criminal que se siguen en estos casos. Abundó que no se atiende a la víctima con compasión, tomando en cuenta lo "terrible" que es el que tengan que declarar lo que pasó en público.
Lamentó que sea "la palabra de la niña contra la de él", lo que a su juicio lleva a que sea muy difícil probar los casos. En el suyo, el juez dictaminó no causa lo que la hizo frustrarse, aunque ahora acepta que "es el papá de mis hijas", y que "todo estará bien".