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COVID-19 en PR: Gobierno reactivo no proactivo

Basado en otras jurisdicciones, la respuesta de Puerto Rico es tardía.

A una semana de confirmarse el primer “caso sospechoso” de coronavirus en la Isla, la respuesta del Gobierno de Puerto Rico a esta pandemia se ha resumido en una serie de acciones reactivas, contrario a lo recomendado y ejecutado en otros países, cuyo éxito depende en que el sentido de preservación individual reine entre sus constituyentes.

El manto que cubre esa reacción, además, es una ficción. Es una ficción que da paso a un falso sentido de diligencia que en otras jurisdicciones se le cuestiona lo tardía.

La determinación de otros gobiernos a nivel global —respaldada por científicos— ha sido detener el país, instaurar el distanciamiento social y realizar pruebas no solo a los que se cree que están infectados, sino a quienes de alguna manera u otra tuvieron contacto con esas personas, a modo de detener el crecimiento exponencial de casos.

Sin embargo, en lugar de ser proactivo en la ejecución, en la Isla se ha optado por limitarse a lo necesario y únicamente cuando se estime necesario, además de anunciar medidas que, cuando se escarba, se revela que no fueron puestas en marcha.

“Yo le aseguro a usted que no se nos hará tarde. Segundo, el Gobierno de Puerto Rico y este ‘task force’ está activo 24 horas al día y está mirando cada situación y está actuando conforme de una manera preventiva, según ha hecho nuestra Gobernadora. Hay otras acciones que, si tenemos que tomarlas, las vamos a evaluar y las vamos a tomar en su momento. Entendemos que el pueblo de Puerto Rico tiene la capacidad, tiene la sensibilidad para entender lo que está ocurriendo y que de algún modo pueden con este llamado entenderlo y tomar acción. Si eso no ocurre, pues vamos a evaluar otras medidas que se estarán tomando”, aseguró Osvaldo Soto García, horas después de que miles de personas abarrotaran La Placita, en Santurce.

Al planteársele el cierre de centros comerciales, iglesias, gimnasios —y en días previos cines y otros establecimientos—, Soto García y la gobernadora, Wanda Vázquez Garced, dejaron la decisión a discreción de los dueños. La Primera Ejecutiva recomendó la cancelación de eventos masivos, como conciertos y festivales, pero no se trató de un mandato, sino una sugerencia.

Si bien la pandemia exige de cada ciudadano más de una onza de prevención, cuidado y consideración, el resto del mundo no echó esas necesidades a la suerte.

Pese a que multitudes —contra todo pedido— se congregan en horas de la noche, el gobierno aún no considera el toque de queda que han implementado y recomendado otros países a modo de restringir las posibilidades de esparcimiento del virus.

La diferencia en criterio podría basarse en que, pese a que Puerto Rico cuenta con cuatro casos confirmados de coronavirus, o COVID-19, ninguno ha sido considerado por la epidemióloga del Estado, Carmen Deseda, como uno de contagio de persona a persona.

En lugares como Taiwán, Singapur e Italia, entre otros, se implementaron medidas para identificar, controlar y aislar los casos, en aras de disminuir el brote. A esto, los expertos y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) le han llamado “aplanar la curva”.

No obstante, las autoridades locales han insistido en someter a prueba únicamente a aquellas personas que muestren los síntomas: tos, fiebre y dificultad respiratoria, sumado a un historial de viaje a lugares particulares (como China e Italia), aunque con el coronavirus pueden surgir casos de personas asintomáticas.

Desde el inicio de esta pandemia, cuando aún no se le llamaba como tal y más eran los rumores que los datos, el entonces secretario de Salud, Rafael Rodríguez Mercado, instauró la percepción de que la Isla no estaba susceptible a este virus porque 1) no habían vuelos directos a China, donde se originó el COVID-19 y 2) porque el virus moría con el calor.

Esa visión persistió cuando se registraron 11 casos sospechosos, siendo el primero en arrojar positivo el de una italiana de 68 años que llegó a la Isla en un crucero. Su esposo, de 70 años y también italiano, dio positivo a COVID-19.

Al presente, el Hospital de Veteranos de Puerto Rico, en inglés VA Caribbean Healthcare System, maneja seis casos adicionales que están en jurisdicción federal.

La hipótesis de Rodríguez Mercado quedó derrotada con la confirmación del caso de un hombre de 71 años, hospitalizado en San Juan, quien se presume fue contagiado por su hija, quien viajo desde Chicago. No obstante, el Gobierno de Puerto Rico no le ha hecho pruebas a esa mujer para conocer si en efecto es la portadora del virus y desconoce si las autoridades de Chicago han hecho lo propio.

Estas pruebas han sido realizadas por el CDC, entidad federal con ataponamiento de casos a ser revisados, y por la cual Salud esperó más de tres días por los resultados de cinco muestras. La agencia estatal esperó cerca de una semana para la autorización para llevar a cabo en la Isla sus propias pruebas para detectar el virus.

Sin embargo, tras recibir el permiso, el Departamento de Salud advirtió que la capacidad de muestreo sería restringida y dirigida a las personas que muestren los síntomas, ya que CDC solo envió “1,000 kits” y la cantidad de reactivos es limitada en los laboratorios clínicos.

“La prueba no se la puede hacer todo el mundo, porque la prueba de reactivo no es suficiente. Por lo tanto tenemos que ser bien prudentes. [Por restricción federal] nosotros no estamos autorizados para comprarlas, así que la metodología que tenemos disponible es molecular, toma más tiempo y los reactivos están limitados”, explicó la licenciada Ilia Toledo, representante del Laboratorio Toledo.

Las pruebas serían administradas a aquellas personas que cuenten con una orden médica.

Aquellos casos en que se conviertan pacientes, se van a mantener en los hospitales que están recibiendo el tratamiento, pese a que en un inicio se afirmó que el gobierno designaría un hospital para atender todos los casos.

Además del Laboratorio Toledo, el Laboratorio Borinquen y Quest Diagnostics ayudarían al gobierno con estas pruebas. Aunque el anuncio de esta iniciativa surgió un sábado, las pruebas no comenzarían a realizarse hasta el próximo viernes. Se estima que podrán hacer entre 300 y 400 pruebas al día.

“Con el COVID-19, una semana es una eternidad”, de acuerdo a Tom Frieden, director del CDC bajo la presidencia de Barack Obama. Entre los hallazgos de expertos, se ha reiterado que cuando se hace la prueba, ya es demasiado tarde para intentar detener un contagio masivo, pues el virus ya se habría propagado.

La Gobernadora decretó un estado de emergencia con el fin de activar a la Guardia Nacional para que este cuerpo realice evaluaciones en los aeropuertos, o “screenings” de temperatura a quienes lleguen a la Isla.

La decisión se tomó luego de registrarse al menos 11 casos sospechosos de coronavirus, luego de que el gobierno federal impusiera una restricción de viaje aplicable a Puerto Rico y después de la llegada de un sinnúmero de pasajeros que no fueron evaluados.

Vázquez Garced realizó el anuncio el pasado jueves, pero ya el viernes la Guardia Nacional advirtió que no contaba con recursos suficientes, como termómetros, para llevar a cabo la tarea. El sábado, el Secretario de Asuntos Públicos explicó que la orden en realidad entraría en vigor el lunes próximo.

De jueves a lunes, son cinco días en que no se tiene constancia del estado de salud de los visitantes o residentes en su retorno a la Isla.

En China —donde se originó el virus—, su Comisión de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) explicó en un reporte que logró contener el virus mediante el rastreo de los contagiados y sus interacciones con otros.

Basado en sus hallazgos, la mayoría de los casos (77.8%) se trataban de personas entre las edades de 30 y 69 años y, con mayor especificidad, 51.1% eran hombres y 77% provenían de la región de Hubei. Para un 21.6% de esos afectados, la agricultura es su empleo principal.

En Puerto Rico, se conoce el género de los 11 casos que figuran como los sospechosos —cuatro de ellos ya catalogados como positivos—, una vaga alusión a la región en que se encuentran y un recuento superficial de su historial de viaje, según datos compartidos por el gobierno.

Se desconoce en dónde estas personas invirtieron su tiempo, cuándo y alrededor de quiénes.

Solo en dos casos —la italiana en el crucero Costa Luminosa y un panameño que participó en el "Día Nacional de la Zalsa"— Salud ha abonado en detalles.

"Lo que el pueblo de Puerto Rico tiene que tener claro es que el Gobierno de Puerto Rico ha estado reiteradamente tomando medidas preventivas", reiteró Soto García.

Dos grandes recomendaciones del mundo, basado en el caso de Italia, que es el segundo país con mayor cantidad de casos:
-“No hagan lo que nosotros hicimos”. La lección aprendida para controlar el brote es que se debe sacrificar la libertad personal por el bienestar colectivo.
De acuerdo al análisis de Thomas Pueyo, publicado en Medium, una vez la ciudad se cierra, la cantidad de casos disminuye, comprobado por el ejemplo de Wuhan y otras 15 ciudades. Sin embargo, Korea del Sur, Italia e Iran “tuvieron un mes entero para aprender y no lo hicieron”.
-Cierre de escuelas, gimnasios, museos, centros culturales, piscinas y cines, discotecas y pubs. También, limitar los horarios en las barras, restaurantes de 6 a.m. a 6 p.m. y adoptar la distancia de al menos seis pies entre los comensales y cancelar toda actividad deportiva.
Periodista que cubre temas de gobierno, tribunales y política. También le interesan los deportes, las películas y la música. Es exalumna de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.