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Cristianos celebran las virtudes aprendidas de su Creador

En este día de tantas alegrías y tragedias, seguidores de distintas religiones se unieron para resaltar las virtudes aprendidas del Creador de los cristianos, como lo son la obediencia, la generosidad y la humildad.

Jueves Santo se conmemora el jueves en que Cristo instituyó el sacramento de la eucaristía, que es el sacramento de piedad, signo de unidad y vínculo de caridad, y la cena pascual en donde compartió con sus discípulos; también conocida como la Última Cena.

En esta celebración, se caracteriza un espíritu de gozo profundo e interior; como el que, según las escrituras, Jesús experimentó en su propia alma aquella tarde.

En la misa, los cantos son alegres. ‘El Gloria' se canta o se recita y las vestiduras son blancas. De la mayoría de lo que se habla es de gozo y fiesta. Se omite el Aleluya para recordar que no es el domingo de pascua.

Durante la misa vespertina, se hace una primera lectura, donde se relatan las instrucciones que tienen que ver con la comida pascual en el Antiguo Testamento. Cristo quiso demostrar que él era el verdadero cordero, degollado en sacrificio, cuya sangre salvaría a su pueblo. Durante la cena pascual, Jesús convirtió el pan y el vino en su cuerpo y sangre, estableciendo así el rito pascual realizado en la Iglesia.

En la segunda lectura, se habla del relato que Pablo hizo de la última cena y de la institución de la eucaristía. Es un testimonio de la fe de la Iglesia primitiva en la presencia real y en el carácter sacrificial de la eucaristía, como dice en las escrituras, 'Este es mi cuerpo, que se entrega por vosotros', y manifiesta su convicción de que celebrando la eucaristía obedece al mandato del Señor diciendo 'Haced esto en memoria mía'. Aquí se demuestra que la eucaristía es a la vez memorial y promesa; que no solamente constituye el memorial de Cristo.

El evangelio se presenta a Jesús lavando los pies a sus discípulos. El gesto del lavatorio de los pies sorprendió y confundió a los apóstoles, pero les inculcó la lección del amor y servicio mutuo.

En la Misa, el sacerdote toma una toalla, una bandeja con agua y lava los pies de doce hombres, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena; simbolismo de enseñanza a servir con humildad y de corazón a los demás.

En el ofertorio se destaca el ideal de servicio, en este caso servicio a los pobres donde, por lo general, se hace una colecta para los pobres.

Luego del ofertorio se crea una extraordinaria impresión de unidad con la comunión, donde todos los presentes se reúnen alrededor del altar, y el clero de la parroquia o comunidad religiosa concelebra o simplemente comulga; poniendo de manifiesto la unidad de la Iglesia con el cuerpo de Cristo.

En este día Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor a sus fieles, se quedó con ellos en la eucaristía, para guiarlos en el camino de la salvación.

Luego de la Misa vespertina, en muchas iglesias hacen un monumento para resaltar la eucaristía y exponerla para la adoración de los fieles y dedican un momento de adoración y agradecimiento a Jesús, simbolizando el acompañar a Jesús en la oración del huerto.

Durante la mañana de este día, el obispo se reunió con los sacerdotes de todas las catedrales de cada diócesis en torno al altar para consagrar en una misa solemne, los santos óleos que se usan en los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.

Ante las altas y bajas por las que cada uno pueda estar pasando, siempre está la puerta abierta para reflexionar con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, su soledad, la tristeza por ser traicionado, la angustia ante la muerte, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él.

Con las tradiciones de Jueves Santo se entra en la recta final de las celebraciones de la Semana Santa. En la foto el Arzobispo Metropolitano, Roberto González. (NotiCel Archivo)
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