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Más que un amigo...

En noches como ésta, en las que el calor del verano exaspera y todo lo que uno quiere es salir corriendo no sé a dónde, me vuelve a entrar el deseo insaciable y la soledad pega.

Hace años encontré solución al asunto. Después de experimentar con la mano y antes de obsesionarme con el amante infatigable de plástico, quise estar con alguien sin estarlo. En otras palabras, para aquella época quería un polvo seguro, pero rehuía a los compromisos sentimentales. Fue entonces cuando me inicié en la cultura de los 'fuck buddies' o 'fuck friends'.

Todo comenzó un viernes como hoy. La noche estaba despejada y se celebraba alguna de las innumerables festividades que conmemoramos los puertorriqueños.

Ya habíamos coincidido en varias ocasiones entre el mismo compartir de gente. Ese día, después de varios tragos y de algunas salsas me tocó llevarte a tu casa. Pasó lo obvio. Entre la densidad pegajosa y la penumbra te acercaste disque a despedirte y como si estuviese planificado agarramos simultáneamente los dos más de la cuenta. El resto es historia que se repetiría con el mismo, con otros, en innumerables ocasiones. Tú me usaste, yo te usé; nos gozamos.

Como de costumbre, después del acto de placer, me vestí y de inmediato me fui. Nunca intercambiamos teléfonos. No nos volvimos a comunicar hasta pasadas unas semanas cuando el corillo organizó otro bembé.

De entrada, cuando viniste a pedirme que te llevara a la casa, solo puse una condición que quedó clara sin palabras: mientras estamos aquí -en la fiesta, en público- no intentes marcar este territorio, nada de cariños ni besos.

Ese día nos reencontramos también en la intimidad. Antes de irme, te dejé mi número sin tomar el tuyo. Sin advertirte, supiste que la cantidad de llamadas a la semana estaban limitadas; las pautas estaban claras entre ambos.

Esos encuentros casuales, cada vez fueron más usuales; nos gozábamos con frecuencia sin permitirnos sentir nada más que placer sudando nuestras masas, entre sábanas, paredes, muebles y cocinas.

Después de un tiempo, tomamos por costumbre conversar por largos ratos tendidos en la cama o en el piso sobre otros encuentros casuales que teníamos, sobre el trabajo y lo personal.

Así estuvimos por poco menos de un año… hasta que nos cansamos y nos buscamos otros 'FBs' o 'FFs'. Aún así, de vez en cuando, quedamos para uno que otro apretujón recordando las risas que comenzaron en un caliente verano.