Mónica y la perspectiva de género en el deporte
Cinco años atrás mi hijo mayor llegó a casa emocionado con un trabajo de investigación que le asignó su maestra de cuarto grado. La tarea consistía en nada más y nada menos que cada estudiante decidiera que profesión le gustaría ser cuando grande. Luego tendría que imaginarse que era mujer y que tendría que hacer para lograr esa profesión. Me pareció una idea genial que esa maestra de escuela elemental del sistema público le diera a esos niños dicha asignación. Ya era casi un hecho que la carta circular del Departamento de Educación sobre la perspectiva de genero estaría lista en cualquier momento a pesar de la crítica de ciertos sectores religiosos. La maestra estaba solo picando alante al hecho y envió esta tarea para que los estudiantes y sus padres se fueran acostumbrando a este tipo de evaluación. Leímos las preguntas del trabajo -que consistían en los problemas que la mujer tendría para ejercer esa profesión y cómo podría superarlos- y le pregunte cuál profesión quería ejercer de adulto. Su contestación fue: 'Quiero ser deportista profesional'. Se me aguaron los ojos, el corazón no cabía en mi pecho, la voz me falló. Un año antes, termine mi doctorado en historia y mi tesis aprobada era Imagen de la mujer deportista puertorriqueña. Escribir sobre la mujer deportista cuando hay una escasez de fuentes para su estudio no fue tarea fácil. Incluso te encuentras con profesores que te dicen que no hay nada de que investigar cuando le hablas de la disparidad de genero. Tambien conoces profesoras que declinaron ser parte de Comite de Defensa porque 'no sabían nada de deportes' a pesar de que se les explicó que se tomaría el deporte como si fuera un tema laboral o de discrimen. Pero la maestra me había dado por donde me gusta, en terminos de temas de conversación, y vi la razón perfecta para poner en práctica la teoría. En un segundo, mi cerebro se fue en un gran viaje astral e hice un torbellino de ideas: tenemos que entrevistar a tales atletas, vamos a hacer un cuestionario, ¿que te parece si usamos el vídeo que grabe de entrevista para mi tesis? ¿Que te parece si invitamos a tu salón a tal atleta que compitió en las olimpiadas para que tus compañeros la conozcan? Todo ese material y recurso humano estaba accesible y lo íbamos a aprovechar.
Al siguiente día, sigo yo en mi éxtasis mental. Queda de más decir que mi alegría giraba no completamente a que mi hijo quisiera ser atleta profesional sino a educar, aunque fuera indirectamente, sobre la participación femenina en el deporte. Por la tarde mis niveles de ansiedad estaban por las nubes. Busqué a mi hijo y al preguntarle por la aceptación de la profesión me dijo: 'La maestra me dijo que no, porque las mujeres no viven del deporte'. Cómo que las mujeres no viven del deporte? No todas generan ingresos grandes, pero ahora mismo no tenemos varias boricuas jugando en ligas europeas y hay otras que generan algo? 'Yo vengo mañana a hablar con la maestra y le voy a mostrar evidencia de que sí las mujeres deportistas son profesionales', contesté indignada. 'Mamá no, que luego la maestra la coge conmigo', me dijo mi niño de 9 años asustado, ante la confrontación a su maestra. Mujeres chef, esa fue finalmente la profesión escogida para la maestra.
Todavía no se puede hablar de equidad en el deporte; todavía queda mucho trecho por recorrer. Pero cada día esa brecha abismal entre participación femenina vis a vis la masculina se va acortando. Por primera vez, la delegación femenina puertorriqueña es más grande que la masculina: de un total de 41 atletas, 27 son mujeres. Un 66% del equipo es femenino. En términos de estas Olimpiadas en Río, la representación femenina es de un 45%. Lo que sugiere que para el próximo ciclo olímpico se pueda acortar e igualar esta participación. Los cambios no son solo en números. La mediatización del deporte ha tenido sus cambios también. Este ciclo olímpico trajo, a través de la prensa electrónica y a través de las redes sociales, artículos sobre la sexualización y el discrimen que sufren las mujeres atletas. Es interesante porque hace varias décadas se viene documentado la desigualdad hacia la mujer atleta en términos de premiación, exposición, auspicios, cobertura en los medios, sexismo y sexualización, pero estas investigaciones se dan en el marco académico. Se conseguían en libros especializados, revistas académicas, investigaciones profesionales y tesis. Para usted acceder a ellas, debía conocer las fuentes y querer conocer sobre el tema. Temas catalogados para feministas subversivas y problemáticas. Con la difusión de la tecnología, este acceso se facilita a tal punto de estar al alcance de su dedo índice. Comentarios, no tan solo del público común, sino de comentaristas y periodistas deportivos reconocidos en su área, trivializan la participación de mujeres atletas circunscribiéndola a aspectos fuera del deporte como el matrimonio, el cuerpo, el arreglo del cabello, por solo mencionar algunos. Pero también este acceso ha logrado que se dé a la luz pública las injusticias que muchas mujeres atletas sufren. La respuesta de muchos medios y periodistas por señalar ese acoso contra las atletas y analizar el rol sexista y paternalista dentro de los mismos medios, crea un poco de justicia poética a estas atletas: sacarle lo positivo a lo negativo. Lamentablemente muchas han sido juzgadas de forma cruel, como la gimnasta mexicana Alexa Moreno, quien llegó en la posición número 12 en salto y fuera tildada de gorda. Además a la judoca brasileña Rafaela Silva, ganadora de medalla de oro, a quien le llaman macaco o mono. Así como con el toque de un botón tenemos acceso a información diversa sobre las atletas, con ese mismo toque se trata en ocasiones de empañar el rendimiento deportivo de muchas.
Por primera vez en nuestra historia deportiva, una mujer de 22 años no solo es la primera en ganar una presea dorada, sino que es la primera deportista de cualquier género en ganar una para nuestra Isla del Encanto. No solo Mónica como deportista la necesitaba, no solo Puerto Rico en este periodo de incertidumbre la necesitaba. Espero que la maestra de cuarto grado de mi hijo haya sentido la necesidad de cambiar su perspectiva de las atletas cuando en la noche del 13 de agosto se unió a un país, su país, que gritó con fuerza la victoria de Mónica, mujer igual que ella, y se acordó de aquel niño de cuarto grado a quien no le permitió hacer el trabajo que las mujeres deportistas merecen.
*La autora posee un doctorado en Historia de Puerto Rico y el Caribe del Centro de Estudios Avanzados. Tomado de 80 Grados.