Tranquilo ambiente familiar en la Sanse, pesado para los impedidos
La mañana en el viejo San Juan amaneció con una tranquilidad digna de un día familiar. Desde temprano la cantidad de vehículos desde la Estación del Tren Urbano de la Universidad del Sagrado Corazón anunciaba un interes matutino de considerables proporciones. Con la misma tranquilidad operaban los empleados públicos y privados, demostrando eficiencia laboral.
Los visitantes de diferentes edades paseaban a lo largo de las calles, las cuales aseguraban su discurrir gracias a las facilidades y seguridad pública y a la evidente planificación. Desde niños hasta jóvenes, solos o acompañados y familias de diferentes edades, se daban cita empezando desde las nueve a compartir de la música al ritmo de pleneras en diferentes calles mientras aguardaban el comienzo de la música programada a las once.
Esto al parecer tomó por sorpresa a varios comerciantes en la Plaza de las Armas, ya que los negocios se abarrotaban de clientes en filas extensas hasta las calles, mientras que los kioskos apenas desfundaban sus vitrinas.
Se podía apreciar de la misma manera la higiene, ya que las calles amanecieron como si el domingo fuera el estreno de la fiesta que culmina en la noche. Sin embargo, ese no fue el caso de las personas con impedimentos.
Eso fue así para los bienandantes porque las personas con limitaciones de movilidad, particularmente en sillas de ruedas, no podían disfrutar en parte lo mismo que el resto de las personas por la falta de accesibilidad a baños públicos.
Solamente se encontró un baño operacional para los mismos y varias rampas estaban obstaculizadas por zafacones.
El día progresaba, la gente seguía aglutinándose en las calles con un pacifismo que promete una aventura familiar, artesanal, musical y haciendo obsoleto el cateo patrio.