Mexicanos cruzan a Texas...en avión
Ante el aumento de la violencia del narcotráfico, cada vez más mexicanos pudientes, que suelen ir de fin de semana a Texas, optan por hacerlo en avión a fin de no viajar por tierra hasta la frontera por las zonas más peligrosas de su país.
Hasta hace menos de dos años, eran tan habituales los viajes desde el centro industrial de Monterrey a McAllen para visitar a algún pariente o alguna tienda que incluso había surgido un modismo en español: 'vamos a mcallear'.
Sin embargo, cuando los carteles del narcotráfico comenzaron a protagonizar una guerra por el control de las rutas más lucrativas hacia Estados Unidos, el trayecto en línea casi recta de dos horas y media por una carretera de peaje sin tráfico se convirtió en una travesía peligrosa que cambió el modo de pensar de la gente: qué vale más, la vida o la diversión? Para los mexicanos con recursos, el avión pasó a ser una alternativa popular.
'La seguridad en México está fuera de control', dijo Francisco García, propietario de GID Expresss, una compañía de vuelos fletados con sede en McAllen y cuyos aparatos de 12 pasajeros transportan a familias pudientes de las ciudades mexicanas de Monterrey, Tampico y Ciudad Victoria a ciudades fronterizas estadounidenses. 'Llegamos a la hora correcta al lugar correcto'.
El servicio de taxis aéreos de García poco más que duplicó los viajes desde y hacia México a un promedio de 780 pasajeros mensuales, en comparación con los 380 mensuales del 2010, a pesar de que los aviones de la empresa se rentan a $1,300 por hora.
En el Aeropuerto Internacional Miller de McAllen, los pasajeros que llegan en aviones privados o fletados desde México aumentaron más de 60% en el 2010, casi 13,500 personas en el primer semestre de 2011, en comparación con los 8.300 del año anterior. En el Aeropuerto Internacional South Padre Island, de Brownsville, Texas, el director de aviación Larry Brown dijo que los vuelos en aviones privados desde México aumentaron este año 70% en relación con el 2010.
Estas cifras aumentaron a la par con la exacerbación de la violencia de los grupos narcotraficantes a principios de 2010 en el estado de Tamaulipas, en un fenómeno que también alcanzó a Monterrey, capital de Nuevo León, y derredores de esta entidad.