Sin acuerdo a la vista en último día de negociaciones nucleares con Irán
Sin indicios claros de un inminente acuerdo final, comienza hoy en Viena el teóricamente último día de las negociaciones entre Irán y seis grandes potencias sobre el polemico programa nuclear iraní.
Los ministros de Exteriores de los siete países involucrados en este maratón negociador estuvieron reunidos hasta pasada la medianoche en un intento de superar las últimas diferencias que les separan.
A pesar del largo camino recorrido, con innegables avances y acercamientos, fuentes diplomáticas insistieron el lunes por la tarde en que un fracaso todavía es posible.
'Aún no estamos ahí. No debemos subestimar que importantes cuestiones no se han solucionado aún', advirtió un miembro de la delegación alemana ante la prensa.
Uno de los nuevos temas espinosos que ha surgido en la recta final de las conversaciones es el embargo de armas y misiles balísticos que pesa sobre Irán.
Con el apoyo de Rusia, los iraníes pretenden que la ONU levante en el marco de un gran acuerdo nuclear también esa prohibición de venta de armamento, lo que Estados Unidos y los países europeos rechazan.
Se trata de un embargo impuesto por el Consejo de Seguridad de la ONU con el objetivo de evitar que Teherán ayude y arme a sus aliados políticos, militares o terroristas en lugares como Líbano, Siria, Yemen y los territorios palestinos.
Un acuerdo nuclear duradero prevé una limitación sustancial de las actividades nucleares de Teherán durante al menos una década o más, a cambio de un levantamiento de sanciones económicas y políticas.
Precisamente las modalidades de cómo suspender esas medidas punitivas se ha convertido en el principal escollo que viene impidiendo el anuncio de un acuerdo.
Además, persisten los problemas sobre el alcance de las inspecciones que Irán debe conceder a la ONU para poder verificar y vigilar el cumplimiento de los compromisos iraníes en un eventual tratado atómico.
Nadie quiere pero tampoco se excluye una nueva extensión del plazo de negociación, aunque una prolongación más allá del próximo jueves, 9 de julio, supondría nuevas complicaciones.
Y es que a partir de esa fecha, el Congreso de Estados Unidos pasaría a tener 60 días para revisar un acuerdo, en lugar de 30, debido al receso de verano.
Una extensión haría que un eventual acuerdo nuclear permanezca más tiempo sin el visto bueno definitivo y así con más posibilidades de ser obstruido por sus críticos, advierten muchos analistas.