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Opiniones

El regreso de “la cultura del vinilo” - parte 1

La fiebre de comprar y coleccionar “vinilos” se ha intensificado en los últimos años. ¿Volvieron para quedarse o es otra moda pasajera?

Los coleccionistas se han beneficiado del regreso de la cultura del vinilo.
Foto: Archivo/NotiCel

Para empezar, confieso que la palabra “vinilo” aún no me entra del todo. Yo siempre los conocí como discos, LPs y recuerdo que algunos intelectuales le llamaban acetato. Claro, sé que siempre estuvieron hechos de vinil, por lo menos desde que salieron los LPs, pero decirle vinilo aún no está en mi psiquis. Sé que la fiebre actual por coleccionar discos antiguos o de nueva fabricación ha venido de la mano de la palabra “vinilo” y que se ha desarrollado una cultura del vinilo, principalmente entre los coleccionistas. Pero esa cultura realmente es un resurgimiento de lo que se practicaba en los años 70 y 80, cuando realmente inició.

¿A qué me refiero cuándo hablo de la cultura del vinilo? Me refiero a un fenómeno cultural y musical en el que los discos, además de ser un formato físico para escuchar música, se convirtieron en objetos de colección, en fichas de intercambio y en tarjetas de referencia bibliográfica para las conversaciones o discusiones sobre cantantes y músicos.

Cuando hablamos del vinilo, como se le dice hoy, nos referimos particularmente al formato de 12 pulgadas de tamaño y que gira a una velocidad de 33 revoluciones por minuto, aproximadamente. Ese formato fue introducido en 1948 en Estados Unidos por la compañía Columbia Records. Hasta ese momento, predominaban unos discos más pequeños que giraban a 78 revoluciones por minuto, pero que estaban construidos con otro material que se partía fácilmente. Los LPs podían tener aproximadamente 25-30 minutos de música por cada lado y la cantidad de canciones dependía de la duración de cada canción.

Luego llegaron los discos pequeños de siete pulgadas que giraban a 45 revoluciones por minuto. Esos era los que se usaban para los “singles” o sencillos. Esos discos tenían una sola canción por cada lado.

Los LPs, que viene de la frase Long Play, se hicieron realmente populares en la década de los 60 cuando más compañías los hicieron disponibles a precios accesibles y fue en los 70 cuando alcanzaron su mayor popularidad. En los 80, el formato cassette comenzó a competir con el LP porque era un formato más pequeño y práctico para muchos y al final de esa década la introducción del CD presentó un nuevo formato que arrasaría en la próxima década y que fue la principal razón para la desaparición original de los vinilos.

Entre las tantas razones para la proliferación de los discos en las décadas del 70 y 80 quiero destacar dos en particular porque tengo buenos y gratos recuerdos de ambas.

La primera es el aparato donde tenías que poner el disco para que se escuchara. Ese era el famoso tocadiscos. Cuando el LP se hizo popular en los años 60 también se hicieron populares los tocadiscos, con la particularidad de que esos tocadiscos se diseñaron como muebles para la casa. Es decir, el tocadiscos, que originalmente era un aparato de una pieza que se ponía sobre una mesa, se convirtió en un mueble común en las salas de los hogares, principalmente para los hogares de clase media y alta. Y poner un disco para escuchar música se convirtió en un momento de relajación y de compartir familiar.

Eran grandes muebles de madera que traían las bocinas incrustadas a ambos lados y en el centro el tocadiscos con su tapa y un espacio para guardar discos.

El antiguo tocadiscos como mueble.
Foto: Tomada de redes

En mi casa no hubo ese tipo de tocadiscos, pero sí lo hubo en casa de una tía mía que visitábamos frecuentemente. Hablo de los años 70 cuando, en los veranos, mis papás me dejaban por la mañana en casa de mis tíos y me recogían por la tarde para regresar a casa. Y durante el día, esa familia se sentaba frente al tocadiscos a escuchar música y a hablar de diversos temas, mientras duraba el disco. Y mis primos tenían una buena colección de música y ponían discos solo para escuchar o mientras jugábamos juegos de mesa en el balcón. Pasé unos días maravillosos admirando el sonido de aquel mueble que, para ese momento, ya era viejo porque ya en esa década -los 70s- el tocadiscos como mueble estaba desapareciendo y era popular el tocadiscos que se ponía sobre una mesa, que era principalmente tres piezas: el tocadiscos y dos bocinas.

Con el desarrollo de la tecnología, el tocadiscos fue evolucionando. En los 80 ese concepto cambió a lo que se conoció como componente. La tecnología permitió desarrollar las partes por separado: el tocadiscos empezó a llamarse plato, la casetera, el receiver y el ecualizador eran las partes principales del componente. Luego, a principios de los 90, se agregó el CD player al equipo.

Un componente de los años 80 con el plato, el "receiver/equalizer", la casetera, las bocinas y un espacio debajo para colocar discos.
Foto: Tomada de redes

Claro, siempre estuvieron los tocadiscos portátiles hasta que comenzaron a desaparecer a principios de los 90.

Pues en los 80, entre los discos predominaba el formato de 33 revoluciones por minuto y luego el pequeño de 45 revoluciones. El de 78 revoluciones había desaparecido en los 60.

Y el hecho de que el formato de 12 pulgadas fuera el favorito, me lleva a la segunda razón por la que creo que proliferó más ese tamaño. Ese formato se hizo popular por dos elementos. Primero, cabía más música, como les comenté. Y el segundo es que las carátulas eran trabajadas muchas veces con unos diseños súper atractivos que, muchas veces, eran verdaderas obras de arte. Y esas carátulas se buscaban no solo como objetos de colección sino como objetos de decoración. Muchas veces, recuerdo que llegaba mi familia a visitar a alguien y me sorprendía ver diversas carátulas de discos colgando en las paredes como decoración. No tenían el cuadro de la Última Cena, pero tenían las carátulas de bandas de rock, del Gran Combo, los artistas de la Fania o la Sonora Ponceña.

Confieso que mi predilección por la salsa me hacía darme cuenta cuando algún disco de salsa era usado como decoración, pero puedo decir que también vi discos de rock y de otros géneros como decoración.

Además de los formatos que les comenté, en la década de los 80 fue cuando apareció el single de 12 pulgadas. Ese era el tradicional disco de 12 pulgadas, pero en vez de tener varias canciones por cada lado, tenía solo una. Ese formato se utilizó para darle vida a los famosos remixes que hacían las disqueras, no para la radio porque eran muy largos, sino para los clubes y discotecas, porque eran ideales para el trabajo de los disc jockeys, que podían poner un remix de esos que duraban 15 o 20 minutos en lo que descansaban o iban al baño. Pero las emisoras también hacían sus remixes y se pusieron de moda también los remixes de radio, no tan largos como los de las discotecas, pero un poquito más largos que la canción original. Claro, para que se le hiciera un remix a una canción, tenía que haber sido un éxito primero.

En la segunda parte de este escrito tocaré el tema de las ventas actuales de vinilos y la polémica de si lo análogo se escucha mejor que lo digital.

*Este artículo (editado) fue ofrecido como charla en el panel “El resurgimiento del vinilo y los sintetizadores vintage: ¿nostalgia o mejor calidad de audio?” como parte del 18vo Festival de Imagen y Sonido de la Universidad de Puerto Rico en Humacao.

Como principales temas de interés tiene a los deportes, la radio y la música tropical. Posee estudios académicos de bachillerato y maestría en periodismo de la UPR Río Piedras. Autor del libro “Fundamentos del periodismo deportivo”.