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Tribunales

“Rabbit” deja corroboraciones y dudas en el juicio contra Verdejo

Durante poco más de un día de interrogatorio, la fiscalía intentó que el testimonio de Luis Cádiz fueran las puntadas finales en su caso contra el boxeador, pero el cooperador dejó tanto confirmaciones como dudas.

Luis Antonio Cádiz Martínez.
Foto: Facebook

Luis Antonio “Rabbit” Cádiz Martínez provocó que la sesión de ayer en el juicio contra el boxeador Félix Verdejo Sánchez terminara cuando, apenas comenzaba a recibir cuestionamientos del abogado defensor, dijo “por favor, ¿me puede regalar aunque sea un minuto?”, se llevó las manos a los ojos y comenzó a sollozar.

Entre el miércoles y el jueves, estuvo el equivalente a un día completo contestando preguntas del fiscal Jonathan Gottfried, quien lo llevó pausadamente, casi de la mano, a relatar los hechos que cometió junto al acusado antes, durante y después del asesinato de la pareja del púgil, Keishla Rodríguez Ortiz, y del feto que habían gestado.

La intención de la fiscalía con su testigo número 28 era que el jurado por fin escuchara un relato de primera mano sobre los delitos imputados y que tuviera corroboraciones de testimonios anteriores. Eso ocurrió en algunos aspectos, pero en otros quedaron en el aire dudas.

En lo que a Cádiz Martínez concierne, la cadena de eventos que llevaron al asesinato comenzó con comunicaciones entre él y el acusado el 27 de abril de 2021 y terminaron en la tarde del 29 de abril, con otro intercambio de textos que ocurrió después de que el púgil “achocara” a la mujer con un puño en la mandíbula izquierda, le inyectara heroína en el brazo izquierdo, y de que ambos la amarraran con cables de metal a un bloque de concreto y la tiraran a la laguna San José desde el puente Teodoro Moscoso.

Vea: La muerte de Keishla comenzó con un puño de Verdejo

Al explicar cómo ocurrió la intervención con la víctima en la mañana del 29 de abril, el testigo dejó dudas sobre si se había configurado un carjacking. Verdejo Sánchez y él llegaron al residencial, se estacionaron detrás del carro de la víctima, esta se bajó y subió voluntariamente a la guagua, la atacan y amarran y entonces el testigo busca el carro de la víctima para llevárselo. Usualmente, el carjacking implica que la víctima es atacada en su propio vehículo para robárselo, no que la persona lo abandonó voluntariamente y después un tercero tomó posesión del mismo. La fiscalía necesita probar los elementos de este delito porque este caso no es de asesinato, ya que no hay jurisdicción federal en asesinatos. Puede haber jurisdicción federal en otros delitos que resultan en la muerte de una persona, pero no solo el asesinato. El acusado también enfrenta cargo de secuestro.

Con su descripción de cómo Verdejo Sánchez le propinó un puño en la mandíbula izquierda, el testigo corrobora a la patóloga Rosa Marian Rodríguez Castillo quien, con una foto de la calavera de la víctima, ilustró que reflejaba el tabique desviado y un fractura nasal compatible con un golpe de izquierda a derecha.

La patóloga también dijo que, a pesar de los golpes y la droga, la mujer estaba viva cuando su cuerpo llegó al agua, pero Cádiz Martínez no dijo nada, ni le preguntaron, sobre qué hacía la mujer durante todos los trayectos que hicieron antes de llegar al puente Teodoro Moscoso. El único comentario del testigo fue que, después del puño, la víctima tuvo una reacción de “¿qué tú haces?”, pero que la tuvo “cuando estaba achocada”.

El hombre de 32 años explicó que, después de arrojar el cuerpo al agua, dieron varias vueltas por el puente, y ya se presentó evidencia de que la guagua de Verdejo Sánchez pasó por el peaje del puente el día del asesinato a las 8:41 am, 9:06 am y 9:31 am. Pero la ruta que dijo el testigo que tomaban en la vuelta no está clara y luce más larga de lo necesaria para salir del puente y volver a subir. “La (Avenida) Barbosa, Cantera (y) Providencia”, fue la ruta que describió. En mayo de 2023, la fiscalía lo excarceló para llevarlo a grabar un recorrido de las rutas que dijo tomó con el acusado, y los videos los mostraron al jurado, pero no mostraron ninguno correspondiente a esa ruta de las vueltas para salir y entrar al puente.

La fiscalía aprovechó a Cádiz Martínez también para presentar los videos de distintas cámaras de seguridad. La fiscal Jeanette Collazo había advertido en su informe inicial que las mismas “estaban colocadas a distancias significativas de los eventos” y, de hecho, el pietaje mostrado estaba amplificado digitalmente hasta por 1,200% y, aún así, no se ven tablillas en los vehículos ni se distinguen figuras.

Lo que la fiscal no dijo es que en uno de los videos, caminando brevemente en la parte inferior derecha fuera del punto focal, se divisa más claramente la figura de un hombre negro vestido de negro caminando por un área verde debajo del puente. El testigo lo identificó como Verdejo Sánchez y el contexto corrobora la versión de que el acusado se tiró al agua a rematar a la víctima y luego el testigo lo recogió cerca de una caja de electricidad ubicada en una de las rampas de entrada al puente. Ya el jurado había escuchado testimonio de que el entrenamiento del púgil incluía natación.

En la tarde del asesinato, entre 3:00 y 4:00 pm, el testigo dijo que volvió a ver al acusado en el gazebo del residencial Luis Lloréns Torres y que este le contó de una llamada que había recibido desde la prisión, de la Asociación Ñeta, diciéndole que estaban evaluando su caso y que si había cometido el asesinato tenía que responder pero, si no, lo iban a proteger. Esto fue en presencia del hermano menor de Cádiz Martínez, Ricardo Antonio, pero nada de eso se mencionó cuando Ricardo Antonio testificó en el juicio. La prueba de la fiscalía es que cuando primero la familia de Rodríguez Ortiz se querelló por su desaparición fue más tarde ese día, a eso de las 5:00 pm en el cuartel de Caimito.

En su contrainterrogatorio corto del jueves, el abogado Jason González Delgado, de inmediato planteó que cómo era posible que su cliente buscara al testigo para cometer un asesinato cuando apenas se conocían, no se drogaban juntos, usando su propia guagua en vez de un vehículo hurtado, sin taparse las caras y visitando lugares en donde conocían a Verdejo Sánchez. A lo que el testigo insistió que no hubo un plan de lo que harían con Rodríguez Ortiz.

Cádiz Martínez aceptó que, para el momento de los hechos, pasaba los días con el cuerpo convertido en un coctel de narcóticos, marihuana y alcohol. El abogado lo impugnó también porque se desligó de haber participado en cualquier actividad de venta de drogas pero, a la vez, en 2013 se declaró culpable a nivel federal por poseer un arma de fuego y municiones en conexión con un delito de droga. Esto, porque el arma se la ocuparon con 28 bolsas de marihuana.

“Sí, pero la marihuana era para mi uso, consumo diario”, ripostó el testigo al insistir que no vendía drogas, a pesar de lo que decía su documento de aceptación de culpa.

Vea:

Testigo dice abogado Edwin Prado le instruyó mentir a las autoridades federales

Periodista y abogado con 25 años de experiencia. Cofundador, o miembro de los equipos fundadores, de NotiCel, el Centro de Periodismo Investigativo, Red 96, Primera Hora y El Nuevo Día Interactivo.