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Puntadas y cortes caborrojeños engalanan juezas del Supremo federal (video)

Cabo Rojo - Ya no es común ver sastres en los pueblos de Puerto Rico, pero Cabo Rojo tiene la distinción de ser sede de una de las mejores sastrerías de la Isla, con renombre a nivel mundial.

El propietario de la sastrería Trajes Gobernador, Edgardo Ortiz Ruiz, comenzó desde niño, junto a sus hermanos Roberto y Santos, exalcalde independiente del pueblo, en el negocio que fundaron su padre Santos Ortiz y su socio Antonio Montalvo en el 1927.

'Ellos fueron socios hasta el 1947, cuando cada uno cogió la mitad del negocio y se sortearon los empleados. Al principio, mi padre no tenía nombre del negocio y en el 1948 cuando sale electo Luis Muñoz Marín, el gobernador lo llamó para que le diera el servicio de ropa. Como mi padre era un jibaro aguza'o se le prendió el bombillo, aprovechó y le puso el nombre de Trajes Gobernador,' dijo Ortiz Ruiz.

La calidad del servicio de sastrería le ha permitido operar un negocio que en pocos años cumplirá su centenario. 'Tenemos dos jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos que usan nuestras togas: Sonia Sotomayor y Elena Kagan. Cuando le hicimos la toga a Doña Sonia, la jueza Elena Kagan la vio, le gustó y quiso ordenarla. Le quedó muy bien, hablamos con ella por teléfono y la hicimos por medida. Desde hace unos siete años los jueces de todo Puerto Rico se hacen sus togas con nosotros'. Antes de llegar a la Sastrería Trajes Gobernador, la confección de las togas del foro local pasó por manos de dos comerciantes previos que no pudieron cumplir con las exigencias del trabajo.

Ortiz Ruiz sostuvo que a pesar de los cambios en modas, la sastrería es una profesión y un arte versátil que se adapta. 'Cada ropa es individual y hecha de acuerdo a la persona. Lo que quiera el cliente, no tenemos problema en entregarle lo que quiera, ya sea de una foto o un patrón'. Sin embargo, como negocio, Ortiz Ruiz opina que la sastrería está a punto de desaparecer. 'Estamos haciendo de tripas corazones para mantener el negocio. Hay trabajo pero no hay sastres. La industria de la aguja no es de países desarrollados, es de países subdesarrollados porque emplea mucha mano de obra, que en un país desarrollado representa mucho gasto. La única industria de la aguja que existe actualmente es la de los uniformes, porque el gobierno de Estados Unidos exige que se hagan dentro de su jurisdicción y es un negocio totalmente diferente'.

Subrayó que el aprendizaje de la profesión es lento y extenso. 'Comencé de niño haciendo los ojales y fileteando los pantalones a mano. Ahora sería prohibitivo enseñarle a un empleado como se enseñaba entonces'.

Este negocio caborrojeño emplea unas 20 personas. 'Llevamos 88 años, el negocio funciona y la gente lo patrocina,' concluyó Ortiz Ruiz.

     

(Jimmy Crespo para NotiCel)
Foto:
(Jimmy Crespo para NotiCel)
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(Jimmy Crespo para NotiCel)
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(Jimmy Crespo para NotiCel)
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(Jimmy Crespo para NotiCel)
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