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La clave de 'mirarse para adentro' en la poesía de Matos Paoli (vídeo y galería)

'En honor a la familia de don Paco, Francisco Matos Paoli validaba todo metodo de lucha para alcanzar la independencia de la patria, desde la poesía hasta la lucha armada', dice Rene Monclova.

Está en el escenario de la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes de Santurce, ante un público que abarrota el espacio, que aplaude, que escucha atento. Está en el encuentro 'En clave de poesía', donde la música y la palabra se juntan esta vez para rendirle homenaje al poeta nacional Matos Paoli, para hacer gritar su poesía tan olvidada por la memoria colectiva.

El actor está a un extremo del escenario. Su sobrina, Mariana Monclova, está al otro. Ella es la bisnieta de Matos Paoli y recién terminan de leer, con voz solemne y visceral, el canto XVII del 'Canto de la locura' del poeta. 'Tengo un secreto, lo que fue apocalíptico ahora es miel', escribió el poeta 'loco', el poeta de las alucinaciones tras barrotes, el poeta espirista nacionalista, uno de esos pensadores imprescindibles de la lucha por la independencia de Puerto Rico.

La cronología de la vida de Francisco Matos Paoli se presenta en pantalla. La cronología de una vida incansable, exacerbada por la locura de un hombre que vivía en un 'paraíso entre barrotes', un poeta con el alma en la palma de la mano, un espíritu libre y condenado, apresado en la cárcel por pronunciar discursos a nombre del Partido Nacionalista, sometido a la tortura no solo de la cárcel, sino de un país colonizado, un poeta prolífico que llenaba decenas y decenas de libretas con sus poemas.

'Hoy estaba viendo la cronología de Matos Paoli y me entró un ataque de llanto porque…', comienza a decir Luis Rodríguez, compositor de toda la música de 'En clave de poesía' y la gente lo interrumpe en un aplauso. 'No solamente por lo que estamos viviendo ahora. Mucho de lo que es raíz y ala, es mirarse para adentro, y mirarse para adentro es no tener miedo, y si no tenemos miedo podemos defender a este país de lo que venga y de lo que sea', el aplauso se intensifica.

Lin-Manuel Miranda es el primero de la noche en leer a Matos Paoli. Él recibe una ovación, el público se pone de pie para abrazar desde lejos al escritor, actor, compositor, rapero, galardonado con los premios más relevantes del teatro, la música y la televisión en Estados Unidos, creador del musical 'Hamilton' que ha impregnado su sello en la historia de los musicales.

Como antesala lee el poema 'Nana roja para mi hijo Lin Manuel', poema que inspiró el nombre del artista de la diáspora neoyorquino que pasó todos sus veranos en Vega Alta a medida que crecía. Luego, la 'Biografía de un poeta' y visita con voz cálida el martirio. También, hace comunión con el poeta y lee 'Mi verso es un misterio indefinible, un enigma sagrado e inmortal, el ensueño de un amor imposible, el suspiro de un tímido cantar'.

Teófilo Torres entra a escena con las manos cruzadas, como de preso. Se sienta en la mecedora y comienza con un 'Yo conozco a don Ricardo Díaz, él me cortaba las uñas en la cárcel'. La melodía de los instrumentos, profunda, crea un tajo en la garganta mientras Torres martilla cada una de las palabras.

A su espalda, en la pantalla, se muestran imágenes y videos de la lucha armada por la independencia puertorriqueña. La figura de Lolita Lebrón y sus compañeros siendo apresados luego de disparar en el Congreso, cuerpos tirados sobre escaleras, el rostro de dolor de una mujer, las protestas en la calle. Todas las imágenes terminan con la misma foto: la bandera pintada sobre una puerta del Viejo San Juan que un día amaneció negra.

'Sé que debo hablar con armonía, apaciguar el león que se come el crepúsculo. De momento me enternezco, me suelto en la corriente noble, apabullo los astros con la mano y digo: es mejor el silencio cuando se está tan muerto y no podemos mejorar el día común prendido a nuestra lágrima. Pero tengo que luchar y luchar', declama otro de los cantos Braulio Castillo hijo, con fuerza, con firmeza.

Tras la pantalla también, justo al empezar, en un filme corto dirigido por Alonso Sambolín, el artista plástico Antonio Martorell recuerda cuando visitaba la casa de Matos Paoli e Isabelita Freire justo a la hora del almuerzo. Recuerda la multitud de libros, el hacinamiento, esa forma de cementerio de libros porque en Puerto Rico escasean los lectores de poesía y la suya era una poesía complicada, profunda, difícil, espléndida.

Pero la poesía de Matos Paoli insiste con la voz clara y precisa de Modesto Lacén en 'la raíz, el ala, la paloma y el sueño, por qué quieres que sea yo el lejano', con la voz sensible y poderosa de Jacobo Morales en 'acepto el devenir aunque el increado llama y se impone como una violencia azul de ascuas acercándose', conCordelia González que termina en susurro enardecido, con la del actor boricua de la diáspora Beto Colón en 'no estoy, el oculto me invade, la sangre es invisible', con la melodía en la garganta de Zoraida Santiago, con la de Marilyn Pupo, con la de Glenn Monroig.

A todos ellos los acompaña la música, los dos violines, el cuatro, los instrumentos de viento, el bajo, la percusión, todos fundidos en ritmos autóctonos, en viñetas de montes y montañas pero también como forma de protesta por reclamar lo propio, la melodía propia, la tierra propia. Las luces en sus tonos verdes, rosados, naranjas, azules, inunda el espacio con diseños, mientras a un lado se ubica un banquito con la bandera de Lares y al otro una mecedora.

Al final una bandera enorme puertorriqueña con el azul celeste en el triángulo se arroja suavemente desde el cielo del teatro. 'Ya yo pasé del cinismo de echarle la culpa al mundo, a buscarme en lo profundo… Ya yo desperté y ahora le invito yo a usted porque ha llegado el momento', canta Rodríguez, el compositor.

  

Lin-Manuel Miranda (Juan Costa / NotiCel)
Foto:
Lin-Manuel Miranda (Juan Costa / NotiCel)
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Lin-Manuel Miranda (Juan Costa / NotiCel)
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Lin-Manuel Miranda (Juan Costa / NotiCel)
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