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Ron para la seguridad alimentaria

En los últimos años en Puerto Rico se ha desarrollado un consenso entre casi todos los sectores del país de que nuestra situación agrícola es inaceptable y hay que hacer algo al respecto. Hasta aquí todo está bien. La gran pregunta a partir de ahí es: ¿A que tipo de desarrollo agrícola aspiramos?

Nuestra situación agrícola es inaceptable, principalmente porque somos extremadamente dependientes de importaciones de alimentos para nuestra subsistencia. Esas importaciones están amenazadas constantemente por eventos naturales, cambios climáticos y están sujetas a toda la complejidad sociopolítica mundial que amenaza las cadenas de abastos de alimentos. Esto nos hace dependientes y cómplices de un sistema agroalimentario enfermizo que está devorando los recursos naturales del planeta. Es responsable de más del 30% de las emisiones de gases de invernadero, culpable del 80% de la deforestación en los trópicos y que agudiza la desigualdad social de millones de personas, no solo siendo incapaz de alimentar a los hambrientos, sino que es culpable de condenar a una gran parte de la población al hambre.

Desde ese punto de vista, debemos aspirar a una seguridad alimentaria integral, que promueva una agricultura de producción de alimentos para el autoconsumo en sintonía con nuestra realidad cultural, que maximice la utilización de recursos locales, que le haga justica al que trabaja la tierra, y que no solo proteja los recursos naturales, sino que tenga la capacidad de restaurarlos, y que como resultado, sirva de catalítico de la actividad económica. A esta visión de seguridad alimentaria integral se le llama soberanía alimentaria.

Ante este panorama, uno de los proyectos emblemáticos como símbolo de desarrollo agrícola del gobierno, ha sido la reactivación de la industria de la caña de azúcar. Desde el año 2014 se puso en marcha un plan que originalmente contemplaba la siembra de 20,000 cuerdas de caña de azúcar, y que en más de una ocasión se encontró con grandes obstáculos, incluso estuvo al borde del fracaso. El plan actualizado del gobierno consiste en reactivar la siembra de caña de azúcar en 12,000 cuerdas de terreno para la producción de mieles de caña para satisfacer el 60% de esta materia prima requerida por la empresa Serrallés. Luego de más de dos años de incertidumbre, finalmente el gobierno anuncia la firma de un acuerdo para la siembra de caña de azúcar y la construcción y manejo de la central azucarera por parte de esta compañía. Se anuncia también toda una asignación especial de fondos e incentivos en cifras millonarias. Inicialmente el gobierno invirtió cerca de 9 millones de dólares para el establecimiento del semillero de caña de azúcar.

De qué forma la producción de caña para el ron de Serrallés aporta a la seguridad alimentaria integral del país, la cual debería tener categoría de asunto de seguridad nacional?

No podemos pecar en confundir el recuerdo distorsionadamente romántico de la caña de azúcar, con la nefasta realidad social y ambiental que tuvo esta industria en el país. El cultivo de caña de azúcar representó un modelo agrícola fracasado y en gran medida causante de la decadencia agrícola del país y responsable de la nefasta estigmatización que se tiene de la agricultura en Puerto Rico. La producción de azúcar, representó un desastre ecológico que promovió la deforestación de gran parte de los bosques de la isla. En su tiempo, respondió a grandes intereses de corporaciones ausentistas, que se basaba en la cruda explotación de los obreros puertorriqueños. La memoria histórica que dejó el sabor amargo de la miseria y la explotación de la caña perduró muchas décadas en la idiosincrasia del pueblo. Este modelo explotador representaba la referencia más cercana del agro para muchos de nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Ninguna persona sensata que conoció de primera mano la vida del cañaveral aspiraba eso para sus descendientes. Por esta razón se asocio por mucho tiempo la agricultura con miseria, pobreza, hambre, explotación y toda una serie de adjetivos que con mucha razón están asociados al cañaveral y, por lo tanto, al agro. En los tiempos recientes, por primera vez en décadas, existe una nueva generación que no tiene una referencia inmediata a la miseria de la caña de azúcar y ve la agricultura como la mejor de sus opciones para una vida digna y de libertad. Es muy peligroso proponer nuevamente el modelo obsoleto y asolador de la caña de azúcar como pilar del desarrollo agrícola en pleno siglo 21.

Basándonos en un razonamiento de sostenibilidad, porque no partimos del plan original en donde se contemplaba la siembra de caña sobre 20,000 cuerdas terreno, y que en su lugar el gobierno facilite el desarrollo productivo de hortalizas y farináceos en 2,000 a 4,000 Unidades Productivas Diversificadas de 5 a 10 cuerdas de terreno cada una resultando en más de 12,000 empleos directos de agricultores y trabajadores agrícolas. Igual que para el caso de la caña, el gobierno puede encauzar de forma expedita la tramitación de incentivos para la activación de este semillero agrícola en conjunción con las tres escuelas vocacionales agrícolas con que cuenta el departamento de educación para la formación y actualización de nuevos productores. Así estaríamos hablando de seguridad alimentaria integral.

Cuál sería la aportación en producción de un proyecto de esta naturaleza? En el plan agrícola desarrollado en el 1985 por el profesor José Vicente Chandler y titulado 'Una Nueva Agricultura para Puerto Rico', se establece que todo el consumo local de batatas, yautías, ñames y yucas podría desarrollarse en 8,000 cuerdas cultivadas intensivamente. Esto sería perfectamente posible en gran parte de las tierras en donde se cultivará la caña en el área del Valle de Coloso cuyas tierras tienen vocación para farináceos. Esto quiere decir que para producir todas las viandas locales, que son parte integral de nuestra canasta de alimentos, se necesitaría menos terrenos y posiblemente menos inversión comparado con las 12,000 cuerdas de caña para producir el 60% de las mieles de una sola compañía de ron. En el plan agrícola de Chandler, se indica también que todo el consumo de hortalizas frescas podría suplirse con la siembra de 9,000 cuerdas de terreno. Basándonos en las 20,000 cuerdas originales, y ejecutando una verdadera voluntad política, se pudieran producir todas las hortalizas, viandas y posiblemente gandules, requeridos por la demanda local, pero en su lugar se ocuparán gran parte de estás tierras para la producción de ron.

Tenemos que aprovechar con suprema responsabilidad esta coyuntura histórica, donde existe una nueva generación viendo la agricultura como su mejor opción de vida.

Qué es lo positivo de la ya acordada reactivación de la caña de azúcar? Es posible hacer cosas diferentes! El mensaje más poderoso de este proceso, es que se hace evidente la posibilidad de romper con la inercia de la inacción y la mediocridad. Hubo voluntad política para poner en marcha un proyecto que, aunque no responde a los mejores intereses del pueblo, por mucho tiempo se entendió imposible. Se buscaron fondos, se consiguieron tierras, se crearon alianzas, y se encauzaron incentivos. Pero por qué no hacer eso con el pueblo, para el beneficio del pueblo y para producir riqueza y comida para el mismo pueblo?

El desarrollo agrícola del siglo 21, pensado desde un Puerto Rico sostenible, debe contemplar la producción de comida, la preservación y restauración del patrimonio natural y debe asegurar la justicia y la generación de riquezas para el pueblo.

Tenemos que hablar de una agricultura de propietarios y no de una agricultura de peones, de una agricultura liberadora y no de una agricultura de empleados sub-pagados, de una agricultura restaurativa y no de una agricultura extractivista, de una agricultura dignificante y no de una agricultura explotadora. Para lograr esto, tenemos que empezar a andar distinto y desechar los modelos fracasados del pasado.

*El autor es educador en temas de soberanía alimentaria, agricultura urbana y agroecología. Forma parte del Frente de Rescate Agrícola. Tomado de 80 Grados.