Doña Trina, la lucha hecha poesía
'Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
Porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
Vida, nada me debes! Vida, estamos en paz!'
Amado Nervo, 'En Paz'
Así leen algunos versos del poema predilecto de Doña Trina Rivera de Ríos, quien en sus más de nueve décadas estuvo en paz con la vida hasta el último minuto antes de su partida física ayer.
Al menos así lo aseguraron familiares, amigos y colegas que se dieron cita en la tarde de hoy en la funeraría Búxeda para celebrar el legado de una de las más importantes figuras en el campo del trabajo social en Puerto Rico.
'Doña Trina murió en mis brazos, dándole farina. Estaba con Cuca (la hija de Doña Trina) y cuando llamamos al hospital, me dieron instrucciones de darle duro en el pecho para rescatarla pero para mi era como faltarle el respeto, yo quería dejarla ir en paz y así fue. Cuando se fue se sintió como estar hablando con una virgen. Mira si ella era grande que la han comparado hasta con la Madre Teresa de Calcuta', narró Rafael Alvarado, hijo de la hermana mayor de Doña Trina, Carmen.
Rafael Alvarado. (Josian Bruno/NotiCel)
Entre las características que más destacó sobre su tía, Alvarado apuntó que Doña Trina siempre fue muy familiar y que aún a sus 93 años de edad no olvidaba los natalicios de nadie.
'Vino a la vida a sacrificarse por la humanidad. Estaba fuera de serie. Siempre era paz, nunca guardó rencor. Nunca hubo señalamientos en la familia, el amor, la ternura y el cariño siempre estaban muy presentes. Tuvo sus controversias hasta con funcionarios de alta jerarquía porque no tenían la visión de defender los derechos humanos como tía hizo'.
Mientras que su hija, Carmen Amparo Alvarado, mejor conocida como Cuca no vaciló en señalar que con todo y la entrega que Doña Trina mostró con diversos sectores del país, en particular los confinados, siempre tuvo tiempo para sus hijos.
Carmen Amparo Alvarado. (Josian Bruno/NotiCel)
'Si vuelvo a nacer escogería la misma madre pero que viva por más tiempo. Nunca la vi vieja hasta noviembre pasado cuando empezaron las complicaciones. Es que tenía tanto carácter que nunca se vio vieja. Pesaba 75 libras pero no lo parecía porque siempre estaba bien maquillada y se arreglaba'.
Entre los recuerdos, Cuca no pudo contenerse en compartir su primera experiencia en Estados Unidos a los 14 años y junto a su madre.
'Era 1958. Mami me llevó con ella a Philadelphia a hacer su doctorado. Volamos hasta Miami y después cogimos guagua hasta Nueva York. Mami me dijo que observara bien todo lo que pasaba -porque eran tiempos en los que el racismo era bien fuerte- para que no permitiera que nunca nadie me hablara mal de Puerto Rico. Me acuerdo de eso. Fueron 32 horas de viaje'.
Cuca, quien es psicóloga y abogada civil, además sostuvo que la misma justicia social que Doña Trina perseguía en las calles era la misma que regía la crianza en el hogar.
'Ella decía que siempre se podía discrepar pero con respeto a la dignidad de los seres humanos, no importa sus condiciones', dijo, tras admitir que no en todas las ocasiones estuvo de acuerdo con las luchas de su madre.
'Siempre buscó el bienestar de los demás antes que el de ella', añadió.
Así mismo coincidieron varios colegas de Doña Trina, quienes además de admirarla se convirtieron en buenos amigos de ella.
Milagros Rivera Watterson. (Josian Bruno/NotiCel)
'Como trabajadora social, Doña Trina representó en carne viva los postulados de nuestra profesión. Era una persona genuina, estaba clara de lo que creía y defendía los principios hasta las últimas consecuencias. Aún en su lecho de enferma ella seguía dando la lucha', dijo la ex presidenta del Colegio de Trabajadores Sociales de Puerto Rico, Milagros Rivera Watterson.
Rivera Watterson apuntó que de no haber sido por el apoyo de Doña Trina, no hubiera logrado publicar su primer libro.
'Fue para mí un modelo, me sirvió de mentora y me hizo el prólogo de mi segundo libro Las grandes virtudes', recordó tras mencionar que regularmente la visitaba a su hogar junto a su esposo, Nazael Montalvo.
'Ella es la conciencia del pueblo. Estaba bien clara en que todos somos iguales. Además de ser trabajadora social, Doña Trina dirigió y presidió varias comisiones e instituciones. Era poeta, respeto, compromiso y acción. Hacia ella es que tenermos que movernos los trabajadores sociales, ella era un modelo del quehacer profesional que tenemos que emular todos', intervino Marcelino Oyola, quien aseguró que el legado de Doña Trina fue tal que nunca morirá, 'solo se mudó de barrio'.
Entre sus luchas por la justicia, Doña Trina además creyó en la inocencia de su amiga y actriz Lydia Echevarría, quien fue convicta por la muerte de su ex esposo Luis Vigoreaux.
Lydia Echevarría. (Josian Bruno/NotiCel)
'Valiosísima y tan bonita como siempre', se le escuchó decir a Echevarría cuando se confundía entre abrazos con Cuca en el velorio que se extenderá hasta mañana.
'La recuerdo como una mujer guerrera que siempre luchó, una líder innata. Como amiga era pura lealtad y le gustaba la confraternización', dijo la actriz.