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Escape de la pobreza: la historia de Chenche Tsai

En el 1942 mientras la Ley de Exclusión China estaba en vigencia un campesino agricultor que nunca fue a la escuela dejó a Shangai para tomar a Nueva York como su nuevo hogar. Su nombre es Chenche Tsai.

Cuando tenía 21 años Chenche dejó el trabajo en el campo y empezó a laborar como un asistente en la cocina de un barco de carga que transportaba materiales entre Asia y América. Mientras trabajó en el barco nunca le pagaron con dinero. Su salario fue tres platos de comida al día; tres platos de arroz blanco con nada más.

Un día, después de haber estado comiendo arroz vacío por seis meses, Chenche decidió ponerle fin a su situación. Era de día y la embarcación había parado en Nueva York. En el momento indicado, aprovechó el descuido de las autoridades y con una mochila en la espalda salió del barco y empezó a correr lo más rápido que pudo. Junto a él corrieron cuatro chinos más. Eran cinco chinos corriendo a toda velocidad entre los transeúntes de la ciudad de Nueva York, en plena luz del día.

La odisea terminó cuando los fugitivos llegaron a su destino, el Barrio Chino. Allí se encontraron con unos amigos quienes los estaban esperando para darles refugio.

Chenche empezó a trabajar como cocinero en negocios de comida china. Trabajaba desde las seis de la mañana hasta las 12 de la media noche.

En una ocasión, las autoridades de inmigración lo pillaron. No obstante, Chenche logró sobornar a los oficiales con 100 dólares y quedó en libertad. Su apresamiento despertó en él un delirio de persecución que lo llevó a vivir encerrado en su casa. Cuando alguien tocaba a la puerta de su vivienda, no respondía al menos que hablaran en chino. Chenche, al igual que Angie, vivía en una casa de empleados (una estructura pequeña destinada a servir de morada a los trabajadores del establecimiento que no tienen vivienda propia).

Años después, su situación de indocumentado cambió cuando se casó con Gladys, una puertorriqueña. A través de ella logró obtener la residencia permanente en los Estados Unidos. Junto a Gladys y sin saber nada de español se mudó a Puerto Rico. Una vez en la Isla, empezó a trabajar en un restaurante chino en San Juan.

Amante del arroz y habichuelas, hoy Chenche es un abuelo de 92 años que vive en Bayamón. Nunca aprendió español, y su inglés no es muy bueno. Con Gladys lleva 55 años comunicándose con algunas palabras básicas, verbos mal conjugados, y muchas señas.

Aunque adora a Puerto Rico, Chenche se mantiene conectado con su cultura. Todas las semanas recibe por correo periódicos chinos, y su paquete de televisión por cable incluye dos canales chinos, los que mira con frecuencia.

Para el resto del reportaje, vea Diálogo Digital y vea aquí la primera parte.

Chenche Tsai. (Juan Carlos Castillo/Diálogo Digital)
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