Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Ahora

Estudiante estudiante pide ayuda para lograr su sueño

Cuando era pequeño, Josue Román Figueroa encontró su vocación en la agricultura y la ganadería. A medida que crecía en Ciales, aumentaba su curiosidad por el mundo animal. Participó en competencias de salud animal, y ganó premios para Puerto Rico ante la Future Farmers of America. Su padre se graduó del Recinto Universitario de Mayagüez, como maestro de educación física, y ahí confluyeron sus dos sueños. 'Tengo unas ganas exageradas de tener ese diploma del Colegio', dice.

Actualmente estudia en el Departamento de Industria Pecuaria en Mayagüez, pero aún no puede colgar el diploma en la pared. 'Lucho por terminar mis estudios pero esto se me ha imposibilitado debido a la situación económica. Ya que no soy elegible para ningun tipo de ayuda Federal ni Estatal, te pido que me brindes la mano durante esta etapa tan difícil en mi vida', lee su escrito en su página de recaudación de fondos 'Ayúdame a superarme' (www.gofundme.com/ayudameasuperarme)

Usuarios anónimos le donan entre $5 y $100. Ha recaudado $535 en un mes. La meta es llegar a $10,000, cifra que representa para la Universidad de Puerto Rico los costos de estudio durante un año de un alumno, incluyendo matrícula, hospedaje, comida, libros y materiales.

Josué no cualifica para ayuda económica debido al ingreso de sus padres. 'Es súper injusto, porque no toman en consideración los gastos en los que incurren mis viejos, se supone que no me afecten mis estudios, que tenga la misma oportunidad que otras personas. Hay personas que cogen beca y la utilizan para malgastarla cuando hay personas que sí la necesitan', resopla el joven.

La decana interina de estudiantes del Recinto de Río Piedras, Gloria Díaz Urbina, coincide en que existe una percepción generalizada de que estudiantes de la universidad pública del país malgastan los fondos comprando bebidas y atuendos, lo cual de cierta forma ha desensibilizado la opinión pública respeto a estudiantes que sí padecen de necesidad económicas.

Entre esa población de recursos apretados, existe una masa de estudiantes en precarias situaciones económicas que no reciben beca. Estudiantes cuyos padres se divorcian, o quedan desempleados, o tienen demasiados gastos, o no pueden pagar la hipoteca, y las historias se acumulan: desde estudiantes a los que expulsan de sus casas por orientación sexual hasta la terrible noticia de padres que se suicidan por la crisis económica.

'A veces vienen y no tienen prácticamente dinero para comer saludable en las horas del día. Son estudiantes que se quedan en el medio; no son de bajos ingresos para los parámetros de la beca. Y como no reciben beca, tampoco logran hospedarse en las residencias ni cualifican para trabajar por el Programa de Estudio y Trabajo, ni para recibir becas legislativas [que enfrentan posibles recortes]', dice.

Las posibilidades para estos estudiantes se reducen al trabajo por jornal, que cuenta con un presupuesto finito y cuyos puestos a veces están ya preasignados a estudiantes específicos por sus destrezas y no por necesidad económica.

Josué tiene 21 años y se supone que esté en cuarto año de estudios. Pero un semestre estuvo en la Fuerza Área, dos semestres tuvo que abandonar los estudios por problemas económicos, y otro no pudo estudiar por probatoria académica. 'Cuando aquello, yo estaba trabajando, y el trabajo te quita tiempo de los estudios. tenía que faltar a las clases por compromiso', recuerda. Trabajaba en un chinchorro en Ciales, de comida y bebida, y además, como trovador de música típica.

Mientras hablamos, Josué se encuentra en un lugar de Camuy donde puede conectarse al internet para llenar la beca. 'El Decano de Estudiantes [del RUM] me llamó y me dijo que tratara de llenarla'.

Entre las estadísticas que arroja la Universidad de Puerto Rico, ninguna detalla con certeza la condición socioeconómica de sus estudiantes. Para evaluar este renglón, siempre se analizan las cifras de estudiantes provenientes de escuelas públicas versus escuelas privadas. Para el año académico 2014-2015, de los estudiantes que fueron admitidos al sistema completo de la Universidad de Puerto Rico, el 55.8% provenían de escuelas públicas, mientras que el 42.8% eran de escuelas privadas, a pesar de que cerca del 70% de los estudiantes preuniversitarios del país son producto de la educación pública.

A pesar de que en la mayoría de los Recintos del sistema, se mantiene el porciento público por encima del privado, en el Recinto de Río Piedras, solo un 36.5% provinieron de escuelas públicas ese año frente a un 62.1%, de escuelas privadas, mientras que en el Recinto de Mayagüez, fue un 49.2% que llegaban de escuelas públicas frente a un 49.2% de escuelas privadas.

Aunque los datos alarmaron a foros representativos como el Senado Académico y la Junta Universitaria, aún son insuficientes para recoger la dimensión de las necesidades económicas del estudiantado y sus familiares.

Josué estudió en la escuela superior Juan Antonio Corretjer Montes de Ciales. En grado 12, terminó sus estudios en la escuela vocacional Antonio Reyes Padilla en Utuado. Ahora vive en Quebradillas con un amigo. Prefirió mudarse de su casa.

'Mis padres están en toda la disposición de ayudarme', Josué se apresura a aclarar. 'No pueden, a veces les sobra 12 dólares del cheque. Cuando pueden, siempre me ayudan. Pero hay momento en que sé que no pueden. Hasta lloran delante de mí porque ellos quieren y no pueden. La mayoría del tiempo no saben lo que estoy haciendo. Me imagino que les dolerá, se hacen de la vista larga, quizás les abochorna', dice con voz pausada.

Hay estudiantes que incluso piden préstamos para poder ayudar a sus padres, recalca Díaz Urbina. Préstamos que se destinan a evitar quedarse sin hogar, o a estabilizar la difícil situación en casa. 'Hay de todo. Pasan por aquí y uno los ve', lamenta.

A veces, Josué se encuentra en las luces. Mientras el semáforo cambia sus colores y los carros se detienen y pasan de largo en esa rutina diaria del tráfico, Josué se apresura a repartir pequeños papelitos con su información. Reparte de mil a dos mil papelitos por día, picados en trozos muy pequeños para no gastar papel. No pide chavos en las luces. 'No me paro con una cacerolita a pedir dinero. Si me abochorna repartir papeles, qué voy a pedir chavos', afloja una pequeña risa entrecortada.

A veces, dice Josué, amigos suyos pasan por esos semáforos. No tan amigos, corrige, más bien conocidos. Le gritan: 'Tú no te abochornas?', se le ríen en la cara, toman el papel y lo tiran al piso, cuenta el cialeño.

Y como Josué, Camille Malavé. Pagó sus estudios universitarios durante seis años mientras trabajaba en una oficina del Coliseo José M. Agrelot. Y Emmanuel Morales. Su padre quedó desempleado y cuando hablamos, justo estaba en una entrevista de trabajo. Y Yolianne Rivera. Descubrió su vocación más tarde de lo que presume la beca y ahora no tendrá derecho a recibirla. Aún no sabe qué hará.

'El problema ahora es que hay menos tiempo y parece ser que los estudiantes que vengan luego tendrán menos tiempo de descubrir, de vivir la universidad a plenitud, y encima de eso, tener que lidiar con la falta de ayuda económica', reflexiona Yolianne.

'Cómo resolver esa imagen', repite Gloria Díaz Urbina. Alude nuevamente a la imagen generalizada de quien despilfarra el dinero, jóvenes a los cuales, sin tono acusatorio, les señala que no tienen las prioridades claras.

'Hay situaciones bien difíciles. Hay pobreza, desempleo, mortgage, carro, casa, comida, hijos estudiando, hay mucho sacrificio, pasa de todo. Yo veo los casos aquí todos los días. Hay muchos estudiantes que están pillados, con deudas, hay una clase media a la que simplemente no nos da, y que está siendo lastimada todo el tiempo. Nadie hace nada', dice la decana.

En lo que está en su poder, la decana junto al procurador estudiantil del Recinto, trabaja para que se le retengan las clases al estudiante que no puede pagar, envía a los estudiantes a recaudaciones para formularles un plan de pago, y pone en marcha la unidad de empleo del Decanato, que pone en contacto a los estudiantes con patronos de empleos cerca del Recinto.

Ante el panorama de precariedad, los familiares de Josué le han propinado distintas formas de regaños, demandándole que deje los estudios, que no sea vago, que se ponga a trabajar.

Pero Josué quiere estudiar. Lo asegura. Quiere obtener ese diploma del Colegio. Quiere entregarse al desarrollo agropecuario de la Isla. 'Deberían darle más oportunidad a personas de escasos recursos, y más que me interesa la ganadería y la agricultura; eso nos hace vital. Esa fue la fuente de ingreso más significativa en Puerto Rico, recuerdas?', pregunta animado.

(Archivo/Noticel)
Foto: