Familiares de Jeffrey salen afligidos del Tribunal, se desconoce dictamen
La ciencia dice que su paso por esta tierra ha concluido, pero la creencia en ese ser superior que todo lo puede vencer, le daban una esperanza a sus padres de retar a la muerte. Y es que Suannette González y Bengie Santiago, padres del niño Jeffrey Santiago González, diagnosticado con muerte cerebral, se enfrentaron al golpe más duro de sus vidas: luchar por su fe o entender lo que otros llaman la realidad de que su pequeño ya murió.
El niño, de 10 años, presuntamente se cayó de la cama mientras estaba en la casa de la prima de su mamá en el barrio El Cotto, de Arecibo.
Hoy, durante una vista confidencial efectuada en la sala de Familias y Menores del Tribunal de San Juan, la jueza Wyrie Correa de Jesús ordenó una ley de mordaza, por lo que las partes declinaron indicar el resultado de la misma.
El licenciado Rafael Fabre, representante legal de la Administración de Servicios Médicos de Puerto Rico, solo se limitó a decir que el caso había culminado y que, posteriormente, la jueza emitiría su resolución por escrito. Al Tribunal acudieron el doctor Ernesto Torres, director de ASEM; y el doctor Pablo Rodríguez, director deL Centro de Trauma.
Doctor Ernesto Torres.
También se vió entrar a la sala a la tanatóloga de Centro Médico, Shirley Silva. Ninguno quiso ofrecer declaraciones a la prensa, mientras los padres, González y Santiago, salieron a toda prisa del Tribunal sin emitir comentarios. La mujer lucía visiblemente afligida.
Al Tribunal acudieron decenas de familiares, quienes aguardaban a la espera de noticias. Sus rostros reflejaban la angustia que por dentro les consumía. A unos se les escuchó decir que había que mantener la fe. Pero hubo otros que antes de que salieran las partes de la sala, se descompusieron y comenzaron a llorar. Pidieron al pueblo que oraran por el menor y afirmaron que esperaban que ocurriera un milagro.
El pleito legal surgió dentro del contexto de las contradicciones generalizadas que hay en relación a lo que dicta la ciencia, las creencias religiosas, la muerte y la eutanasia.
De acuerdo al portal del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cardiovasculares definen la muerte cerebral como el 'cese irreversible de la función cerebral'.
Mientras la Iglesia Católica pronunció en el 2008 que 'se puede afirmar que el reciente criterio de certificación de la muerte antes mencionado, es decir, la cesación total e irreversible de toda actividad cerebral, si se aplica escrupulosamente, no parece en conflicto con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica'.
Y añadieron que 'el agente sanitario que tenga la responsabilidad profesional de esa certificación puede basarse en ese criterio para llegar, en cada caso, a aquel grado de seguridad en el juicio ético que la doctrina moral califica con el término de 'certeza moral'. Esta certeza moral es necesaria y suficiente para poder actuar de manera éticamente correcta'.
De igual forma, sostuvieron que este proceso es legitimo siempre y cuando sea consentido por la persona implicada o sus familiares.
Esta disyuntiva llevó a los padres de Jeffrey a recurrir al Tribunal para alargar el tiempo que el menor podría continuar conectado a las máquinas que lo mantienen con vida.
Este no es elprimer caso legal que enfrentan unos padres con relación a si se debe o no mantener a sus hijos conectados con máquinas. En el 1975, Karen Ann Quinlan, una mujer de 31 años, fue diagnosticada en coma. Sus padres iniciaron una batalla legal para desconectarla del respirador artificial. Pese a lograrlo, la mujer vivió 10 años en estado vegetativo sin estar conectada a ninguna máquina.
En el 1990, la joven Terry Schiavo sufrió un accidente cardiovascular que le dejó graves daños cerebrales. En este caso los padres se enfrascaron en una ardua batalla legal contra el esposo de la mujer que insistía que esta quería morir con 'dignidad'. Finalmente, en el 2005 hubo un fallo en contra de los padres y la mujer fue desconectada y murió después.
En Puerto Rico, tan reciente como a principios de este año la adolescente Karla Michelle Negrón Vélez, recibió un impacto de una bala que fue disparada al aire durante la Despedida de Año, y posteriormente fue diagnosticada con muerte cerebral. Aunque en un principio sus padres se aferraban a su fe, finalmente accedieron a desconectarla de las máquinas q ue la mantenían con vida.
Puede alguien recuperarse después de ser diagnosticado con muerte cerebral?
Esa es la gran interrogante en estos casos, donde muchas veces los familiares entienden que es viable una recuperación, pero la ciencia dicta lo contrario.
El año pasado el portal LifeSiteNews.com reportó el caso insólito de Madeleine Gauron, una mujer de 76 años que fue diagnosticada con muerte cerebral. En momentos que sus familiares se disponían a donar sus órganos, la mujer despertó del coma y hasta comenzó a comer.