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Busca en este mapa las emisiones tóxicas en tu comunidad

Instituto de Estadísticas crea útil herramienta

Desde 1987 la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en ingles) publica un Inventario anual de Emisiones Tóxicas (TRI por sus siglas en ingles), de modo que las comunidades conozcan cuáles son los residuos tóxicos que están siendo manejados a su alrededor y cómo se dispone de ellos. Desde entonces, Puerto Rico ha reducido estas emisiones en 87 por ciento, según se desprende del recien creado Perfil de Emisiones Tóxicas de Puerto Rico, preprado por el Instituto de Estadísticas, que tambien presentó la aplicación 'Internet de Emisiones Tóxicas en tu Comunidad'.

La herramienta digital permite sombrear en un mapa cualquier comunidad de Puerto Rico para identificar las instalaciones emisoras, resumir las dioxinas y cancirógenos en las emisiones medidas por libras y el detalle de los elementos tóxicos emitidos al aire o agua. Además de publicar el Perfil, el Instituto hizo disponible la serie histórica completa del TRI.

Durante el 2016, 101 instalaciones en Puerto Rico manejaron 33,165,925 libras de sustancias tóxicas. Comparado al 2015, se manejó 13 por ciento menos sustancias o 4,330,512 libras menos. De estas, 17,836,676 libras (54%) fueron recicladas, según reveló el Perfil.Las 101 instalaciones que le informaron datos al TRI durante el 2016 cubren 43 municipios y, generalmente, se encuentran cercanas a las zonas costeras. Guaynabo, Manatí y San Juan cuentan con el mayor número de instalaciones participantes del TRI ese año. No obstante, si se agrupan los municipios por cantidad de emisiones tóxicas, Guayama, Salinas y Manatí ocupan los primeros tres lugares.Del total de desechos tóxicos emitidos dentro del 81 por ciento de instalaciones, cerca de una tercera parte correspondió al ácido sulfúrico, del cual 100% provino del sector industrial de generación, transmisión y distribución de energía electrica. El 98% fue emitido al aire.

Las emisiones estuvieron compuestas por cinco quimicos: 582,949 libras (33%) de acido sulfurico; 344,845 libras (20%) de amoniaco; 270,254 libras (15%) de diclo- rometano; 146,779 libras (8%) de sulfuro de hidrogeno; y 118,871 libras (7%) de acido clor- hidrico. Las restantes 286,752 libras (16%) estuvieron compuestas en su ma- yoria (en orden descendiente) por n-hexano, estireno, acetonitrilo, compuestos de cobre, y metanol.

Aunque todas las sustancias incluidas en el TRI tienen el potencial de afectar negativamente la salud luego de una sobreexposicion, algunas pueden ser sumamente daninas en cantidades minimas. La EPA ha identificado y categorizado estas sustancias de acuerdo a sus caracteristicas o efectos: Sustancias Persistentes, Bioacumulables y Toxicas (PBT, en ingles); Metales Pesados; Cancerigenos; Compuestos Organicos Persistentes (POP); Sustancias que Desgastan el Ozono (ODS); y Gases de Efecto Invernadero (GHG).

En Puerto Rico, un total de 15,420 libras de sustancias PBT fueron emitidas al ambiente durante el 2016. El 90% fueron plomo y compuestos de plomo, las cuales han sido consistentemente las mas emitidas entre este grupo desde el 1987. El sector de Seguridad Nacional (NAICS 9281) fue responsable por el 73% del total de plomo y compuestos de plomo emitidos en 2016.

El total registrado para ese año rompe con el patron de disminucion en emisiones de PBT que hubo entre el 2010 y el 2015, representando un aumento de 25% desde el ano anterior. Sin embargo, antes de este periodo, las cifras totales varian considerablemente.

El contraste mas dramatico ocurrio entre 1990 y 1991, cuando las cifras mas baja y mas alta fueron reportadas, con 575 libras y 64,001 libras registradas, respectivamente. Mientras una instalacion aumento sus emisiones de plomo y sus compuestos por 7,308 libras, una nueva instalacion registro unas 56,507 libras adicionales.

Por otra parte, 147,967 libras de metales pesados fueron emitidas al ambiente en 2016, el 45% de antimonio y compuestos de antimonio, mientras un 27% adicional fueron de cobre y compuestos de cobre. Los compuestos de cinc constituyeron un 10% adicional, en tanto que el plomo y los compuestos de plomo constituyeron un 9%. El antimonio y sus compuestos han sido los metales mas emitidos al ambiente durante los pasados cinco anos de informes.

Tomando en cuenta los totales de cada metal emitido desde el comienzo del programa, las cantidades de niquel, compuestos de niquel, y compuestos de cinc emitidos sobrepasan considerablemente a las del antimonio y sus compuestos.

El incremento dramatico en emision de compuestos de cinc registrado en 1991 fue resultado de las actividades de una sola instalacion, la cual no habia participado del programa anteriormente, y que ceso de informar emanaciones de compuestos de cinc en el 2000.

El aumento sustancial en emisiones de niquel y compuestos de niquel para el 1998 fue producto de la inclusion del sector de generacion, transmision y distribucion de energia electrica en la lista de sectores que deben reportar datos al TRI.

Respecto a sustancias clasificadas como cancerigenos, se manejaron 332,540 libras en 2016, de las que 81% estuvo compuesto de diclorometano y 12% estireno.

Cabe aclarar que los datos presentados no contienen la totalidad de los residuos tóxicos manejado, ni todas las instalaciones que manejaron dichos desechos en Puerto Rico ya que el TRI solo les requiere información a aquellas instalaciones que cumplen con tres criterios principales: tener al menos 10 empleados a tiempo completo; ser instalaciones federales o clasificadas bajo alguno de los sectores industriales a los que el TRI les requiere reportar; ser sectores manufactureros que manejen sobre 25,000 libras de alguna de las sustancias sobre las que el TRI requiere informar datos y, de pertenecer a un sector no manufacturero, sobrepasar las 10,000 libras. La información proviene de estimaciones que realizan las propias instalaciones en base a la producción que reportan por medio de un formulario anual de la EPA.

La ley federal que crea el TRI, la Environmental Planning and Community Right to Know Act (EPCRA), aprobada en 1986, representó un cambio de paradigma en la reglamentación ambiental, de uno de tipo fin de ciclo (end-of-pipe), cuyo enfoque radica en remediar la producción de contaminantes, a uno de datos abiertos, en donde se le brinda al público las herramientas para presionar a las compañías a que reduzcan sus emisiones.

Planta AES en Guayama (Archivo / NotiCel)
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