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Un tren muy rápido y casi silencioso

Con poco ruido, como el de los trenes ultramodernos de Europa, Japón y China, se está desplazando otro tren desde temprano en el año bajo los auspicios de FEMA, con mucho más desplazamiento y capacidad de huella que el de la Junta de Control Fiscal (JCF). El impacto de esta bala puede torcer todavía más el andamio de nuestro subdesarrollo centenario.

Mientras la Junta traquetea sobre un presupuesto quebrado de 9 billones de dólares, recorta y dispone a mansalva de la seguridad de la gente alterando el destino de cientos de millones de dólares al año, FEMA se dirige aceleradamente a afectar el mapa inversor en obras de capital en un rango por mucho más abarcador. Se afirma que antes de las elecciones del 2020, hasta veinte mil millones de dólares para 'reconstrucción' y misceláneas saturarán el ambiente económico-político local.

Se trata de un 'mamut de transferencias', o con la apariencia de ser transferencias. Es decir, se trata de una especie de 'nueva P.R.R.A.' --desde HUD, FEMA y el Ejecutivo federal coordinado con el ejecutivo local-- que difícilmente plantee cambios estructurales a la pobreza y subdesarrollo del país, sino una continuidad al modelo de dependencia, si es que no cambia de rumbo por donde lo encaminan.

La referencia a la creación de la P.R.R.A., la Puerto Rico Reconstruction Authority, nos remonta a hace ocho decadas, cuando Franklin Delano Roosevelt, un presidente un poco distinto a Trump, creó esta entidad bajo la Orden Número 7057 de 28 de mayo del 1935.

La P.R.R.A. tuvo una influencia muy grande en el fortalecimiento y la consolidación del Partido Popular Democrático, quien pudo comanejarla a lo largo de la decada de los cuarenta, para adquirir el manejo efectivamente, el control de los cargos electivos y del gobierno local. Influyó, sin duda este paliativo y sus programas, para aplacar un poco la terrible pobreza por la que atravesó el país luego de tres decadas de desplazamiento de los sectores productivos locales; otro huracán, San Felipe, y la llamada Gran Depresión.

Ciertamente ha habido otros momentos de inyección o de respiración artificial a la colonia puertorriqueña. Cabe destacar, entre otros, el esquema de exenciones contributivas a la repatriación de ganancias corporativas a EE.UU., que posibilitó el programa Manos a la Obra; el Programa de Asistencia Nutricional nacido en el 1976; y los fondos ARRA, entre otros.

Falta de planificación para un desarrollo real

Lo cierto es que a pesar de estas inyecciones u oxígeno para prolongar la vida colonial, el país nunca ha podido desarrollarse racionalmente. La verdad es que Puerto Rico nunca se planificó. La afirmación, chocante por tajante, no puede ser sin embargo, menos cierta. Hay que precisar, no obstante, que el país no se planificó a su escala ni conforme a sus necesidades, ni de acuerdo a una estrategia de desarrollo sensata. Cuando el país dio muestras de crecer, creció al antojo de las necesidades del capital foráneo y de las ventajas que el capital local extrajo de su oficio intermediario y consentidor.

Desperdigándose fueron los municipios inutilizándose terrenos agrícolas; creándose parques industriales, que más tarde se convirtieron en verdaderas morgues de un capital foráneo migratorio; provocándose entonces migraciones abruptas internas y al extranjero de nuestra gente, que dejaron huellas permanentes en el plan que nunca se materializaría. Esos municipios fueron suburbanizándose minimalistamente en urbanizaciones con predios de 200 y 300 metros cuadrados de terreno y estructuras de dos y tres cuartos, resistentes a los vientos aunque no a las inundaciones de ríos y quebradas. Todo esto dejó un saldo de seis u ocho municipios agraciados con recursos locales, y setenta otros municipios condenados al estancamiento presente y futuro --replicas mimeticas de una burocracia gubernativa territorial que no supo crearse con arreglo a la necesidad, a la inversión productiva sustentable, a la austeridad y al ahorro-- presas fáciles de la politiquería y el bipartidismo, condenados a su ruina eventual.

Puerto Rico comenzó a quebrar hace decada y media, luego de una prolongada caída de su modelo productivo desde el 1970, con una fachada de progreso que retrocedía y anunciaba desde entonces colapsos.

Puerto Rico, un país sin gobierno propio, sin planificación propia, sin tiempo, ni historia propias, sin proyecto propio, país naufragado sobreviviendo entre desastres, país de pobreza inusitada y de desigualdad mundialista, país arrasado de fachada política y de todas sus fachadas en el 2017, es un país que choca brutalmente contra su nada hace exactamente un año.

Habitamos un fraude colonial. Hecho a la medida de los intereses económicos extranjeros --incluso de los de los prestamistas que lo han ordeñado hasta más no poder y que fingen lamentarse ahora-- y de los que han sostenido una súper-lavandería a las ganancias de las corporaciones foráneas estadounidenses, a sus experimentos y mega proyectos.

Luego de los huracanes de septiembre del 2017, vamos, pienso si sorprendentemente, por el mismísimo camino. La 'economía del desastre' --la 'fematizada'-- promete billones de dólares para repetir los mismos errores. No se ha pensado en repensar al país, ni en hacer todo lo que ha estado torcido de una manera distinta. No hay espacio real a la participación comunitaria, ni social, ni a la organización de las fuerzas internas del país. Los itinerarios a gran velocidad parecen haber sido manufacturados para la escala continental estadounidense y tienen como efecto --no se si deliberado-- la exclusión de sectores locales y comunitarios que se pensaría son indispensables, o lo que sería peor, planes que consideran su inclusión simbólica, nominal, pro forma.

Estas primeras etapas críticas han creado un diálogo cacofónico entre algunos entes gubernamentales locales, quienes serán receptores, mucho menos controladores que en los tiempos de la PRRA, control que tendrá la autoridad Femoide y notablemente, la agencia federal HUD.

Tal y como perfila la cosa, dos o tres funcionarios locales (destaco a los Secretarios de Vivienda, Obras Públicas y al Zar de la Reconstrucción) 'manejarán' a nombre de todos los puertorriqueños --con exclusión virtual de los municipios, las organizaciones sociales y comunitarias y claro está, de la Asamblea Legislativa-- el destino de al menos en la primera tanda, de una veintena de billones de dólares. Ese 'manejo' tendrá una correa que previsiblemente será corta. Los estándares e indicadores vendrán de fuera, las evaluaciones vendrán de fuera y la autoridad para dar relevos o suspender reglamentación la tendrán los de afuera.

¿Hay modo de enderezar lo que se ha hecho tan torcidamente?

Con este escenario como telón de fondo y mecánica operativa, muy poco estará dispuesto para enderezar todo lo torcido. Por supuesto, que se hará vivienda más fuerte, se mudarán personas de zonas de peligro, se reforzará infraestructura, --lo que está bien-- y se trabajará en planes para desarrollar el sector turístico pasando del segundo al tercer milenio. Sin embargo, es difícil pensar que el ajoro de los itinerarios y su modelo continental atosigado, siquiera propicien o permitan cambios estructurales a la organización y a la forma de eslabonar la producción, crear y añadir valor, fomentar el empleo permanente, incrementar la producción de bienes y servicios y orientarla a la sustitución de las importaciones y a la exportación.

En ninguna parte se enfrenta con realismo y firmeza el endemico problema de la dependencia, la mentalidad dependiente por tanto tiempo acunada e inducida, la profunda evasiva a la evaluación y a la autocrítica, ni la caricatura de gobernanza emblematizada en la corrupción y en el incompetente manejo de las finanzas y de la administración del país.

Por supuesto, que en ninguna parte de los planes babilónicos locales o federales, se atiende cómo las hipotecas del colonialismo --y son muchas-- lastran y agravan los problemas de la dependencia y del subdesarrollo. No se toma razón siquiera de su presencia longitudinal, ni de su profunda huella. Esta lacra, la más corrupta de todas las formas de corrupción, la que permite la explotación, abuso y utilización del territorio para lo que le venga en gana a la metrópolis, no se toma en cuenta.

Es como si estas nuevas transferencias fueran una especie de alquiler tardío para mantener la jaula colonial en estado funcional, aunque para nada se plantee la relación causal evidente del colonialismo con tanta dependencia, fragilidad, pobreza y desigualdad.

Un nuevo tipo de moscosianismo

Pareciese que un nuevo tipo de moscosianismo (me refiero a las teorías de Teodoro Moscoso, aquel zar del mal llamado desarrollo económico de Puerto Rico de hace seis decadas) alienta el nuevo 'crecentismo' de los actuales 'moscositos'. Piensan que si los índices de crecimiento económico aumentan habrá desarrollo, creen que todo es cuestión de tamaño. Esa apuesta al bloque y a la varilla ha probado ser fatal muchas veces aquí y fuera de aquí. En España la llaman la economía del ladrillo. Sirve para hacer estructuras más resistentes, crea empleos temporeros, 'mueve la economía', pero no sirve para el desarrollo económico sustentable, sin más, porque en el caso puertorriqueño, no se produce aquí lo que se consume, se aumentan las importaciones, se exportan las ganancias de ese movimiento económico, y lo que queda es relativamente poco, excepto las estructuras.

Lo que aparenta ser realmente importante a los ansiosos receptores gubernativos locales es la posibilidad, reitero, de que aires de bonanza refresquen el ambiente previo a las elecciones del 2020, aunque sean aires.

Por contraste, si la utilización de este dinero se dirigiese a proyectos planificados para eslabonar la producción y la preparación de la fuerza de trabajo, por ejemplo, si se dijese que se va a energizar un porcentaje apreciable de las estructuras de hormigón o de lo que sea --siempre que esten bien ancladas en lugares seguros-- y que las placas solares y baterías se van a producir aquí, generando empleos aquí, instalándose por personas adiestradas aquí… pensado todo esto para exportar esta experiencia y estos productos, dire bravo, bravísimo.

Pero el plan --si es que incluyese un proyecto así-- será comprar afuera, traer recursos humanos de fuera, contratar a quienes puedan trabajar a gran escala afuera (EEUU), dejándole muy poco espacio competitivo a los de aquí. Whitefish será un goldfish al lado de los equivalentes a Cobra y las otras, que vengan de afuera a la expedición reparadora 'resiliente'.

Se escucha hablar de transparencia y ese sonido es agradable al oído de quienes creemos en la participación ciudadana. No obstante, ¿quienes estarían participando?, ¿con arreglo al plan de quien y a las lógicas de quienes? De nada vale que publiquen que se ha adjudicado a Mr. Ñemerson tal o más cual cosa, o a su agente residente que será probablemente un bufete boricua, si esto no forma parte de un verdadero plan de cambio sostenido que permita el desarrollo sustentable conducente a la transformación de la economía.

En un mundo donde nada es gratis, debieramos atinar a ver el costo real de este empañetamiento. Se está definiendo el futuro igualmente torcido de nuestra economía por los canales torcidos de la dependencia y de la insustentabilidad. Se repiten, por ir convenientemente a la ligera, modelos fracasados de crecentismo que apenas rozarán las estructuras que han profundizado la pobreza y reforzado la inequidad hasta hacer a Puerto Rico uno de los países más desiguales del mundo. Todo ello, sin echarle un vistazo al corrupto colonialismo. El señor Trump tiene razón, el gobierno puertorriqueño es uno de los más corruptos. ¿Cómo no iba a ser así, si es el gobierno de una colonia y de un sistema colonial que embarra a la metrópolis?

Uno querría que hubiese tiempo. Que se le pueda poner bozales a los colmillús que ya se deben haber robado el tiro, la salida. Podría ser que pueda ser sometida a verdadera evaluación esta fachada de resiliencia de estos planes trasnochados. Que conste, entre cien coles debe haber una que otra lechuga. Sería extraordinario que hubiese voluntad para plantearse el problema del nudo colonial y su solución permanente atendiendo aquí y allá el status.

Ojalá me equivoque, y ojalá que esta discusión, y que artículos como este se los traduzcan al ingles a quienes son responsables de 'embarques' como el descrito. Así sabríamos por dónde andan 'los americanos', si por terreno justo y firme o bordeando el camino anegado de los embarres. Sería terrible que este fuese un nuevo capítulo de oxigenación artificial de la colonia bajo el complaciente respiro colonial de coloniales felices y la mirada estulta de una metrópolis insensible.

*El autor es doctor, abogado, profesor y estudioso de los procesos legislativos y reglamentarios. Fue asesor y luego portavoz del PIP en la Cámara durante 24 años.

El exrepresentante Víctor García San Inocencio. (Archivo / NotiCel)

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