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Flor, Paco, el básquet y el nacionalismo trililí

Nadie como Flor Melendez hubiese podido hacer el trabajo necesario que exigía el contexto histórico durante su última estadía (la primera fue del 1979-83) como dirigente de nuestra Selección Nacional de Baloncesto. Nadie.

Nuestra defensa, tanto colectiva como individual, mejoró cualitativamente. Más importante, proveyó a nuestro equipo de la seriedad y el respeto que tanta urgencia necesitaba. En resumen, pienso que Flor hizo el trabajo, y como fanático estaré siempre agradecido y orgulloso de su rol como máximo dirigente del básquet nacional.

No obstante, necesitamos una renovación filosófica en nuestro principal combinado colectivo, y esa, Flor, en estos momentos, no la puede brindar. No por edad, sino porque en estos dos años nuestro combinado, a pesar de lo antes expuesto, no dio mayores muestras de cambio filosófico en su juego.

Nuestro baloncesto no ha evolucionado en los últimos 30 años. Por eso concurro con la decisión de removerlo del puesto, a pesar que dicha movida ocurre a mitad del ciclo del Mundial, ritmo cuatrienal que me parece debe regir los ciclos de renovación de la Selección Nacional porque a diferencia de la mayoría de los deportes, el MundoBasket es el torneo más importante del baloncesto y no el de las Olimpiadas.

Fuera de ese contexto particular, lo más importante ahora, luego de culminada la crisis post-tramoya-Pitino, es actualizar nuestro baloncesto a los estilos que llevan dominando el ambiente internacional por años, y que provienen principalmente de Europa.

Cada vez que se celebra un torneo y se analizan los resultados, voces vuelven a repetir la misma receta: tenemos que actualizar nuestro baloncesto, y nuestro juego debe de ser uno más colectivo, con programa de desarrollo de talento a largo plazo, y no del individualismo espectacular con el que la NBA nos llena los ojos.

Si queremos ser competitivos en el básquet mundial, tenemos que jugar de otra manera. Ese, me parece, debe de ser el ángulo desde el que se debe analizar la situación, y no desde la nacionalidad del contratado, ni el cómo se dio el cambio.

De paso, el cómo prescindieron de Flor Meléndez ha adquirido el mismo matiz del chisme clásico de 'la o lo dejó mal' cuando una relación amorosa rompe, haciendo que la lectura de las secciones deportivas se acerquen peligrosamente a La Comay, y donde no extrañaría encontrar la opinión de Maripili sobre el tema.

Me parece que nuestra exigencia a los rectores deportivos del país debe de ser: cómo Paco Olmos puede adelantar la tan necesaria agenda actualizadora? Será el Valenciano la persona indicada para las transformaciones necesarias de nuestro básquet?

Con toda sinceridad, no sé. Me declaro sin elementos de juicio para determinar si podrá trabajar con los egos de nuestros jugadores, principalmente con los de José Juan Barea y Carlitos Arroyo, ni lograr que suelten la bola y tiren menos a favor del juego colectivo. Tampoco sé si los jugadores lo respetarán. Y me preocupa que sus principales logros sean todos de hace más de dos ciclos olímpicos atrás.

Sin embargo, sé que en Puerto Rico los pocos que están al nivel necesario para tomar las riendas del seleccionado ya llevan en el mambo demasiados años, y el tan esperado relevo generacional de coaches no llega. También sé que si de números y carrera se refiere, Paco no está ni cerca a la trayectoria de Flor, quien le lleva 23 años de experiencia y logros acumulados, y de trascendencia en el baloncesto del caribe y del continente.

Pero a diferencia de lo que plantean algunos, Olmos no está vacío de logros: sus principales se dieron durante el periodo del 2002 al 2004 mientras dirigía el Valencia donde ganó la Eurocup de la ULEB, logrando el primer título en la historia del club en el segundo torneo de importancia y calidad en Europa; logró un subcampeonato en la Liga ACB de España que está entre las mejores del mundo; logró llevar al club por vez primera a la Euroliga, considerada por muchos como la segunda mejor liga profesional de baloncesto después de la NBA; y ganó el título de Entrenador del Año, premio conferido por la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto (AEEB).

Como entrenador de baloncesto internacional, en el 2005 dirigió a la selección nacional de España en el Campeonato de Europa Sub-20 Masculino de la FIBA, llegando 9 entre 16. Resulta interesante que el equipo tiró poco, siendo el número 12 en intentos de tiro al canasto, estadística que si se combina con el alto porciento de tiro del combinado (3ro mejor del torneo), el alto número de puntos por juego (3ro del torneo) y el porciento de asistencias (1ro del torneo), nos sugiere que el juego fue uno colectivo y de buenas selecciones de tiro, elementos que necesitamos urgentemente en nuestro seleccionado.

Lamentablemente, mucho de este debate se pierde en el absurdo nacionalismo que nos nubla el pensamiento y arranca sumarias acusaciones que se alimentan y reproducen con la ignorancia. Seamos sinceros: lo que realmente ocurre aquí, y que tanta histeria ha provocado en algunos, es que se contrató a un 'extranjero' para dirigir la selección nacional, arrastrándonos colectivamente al ridículo histórico y al asesinato de la inteligencia en la discusión pública. Lo demás son excusas donde lo que subyace es, simple y censurablemente, la xenofobia.

Las contradicciones no se hacen esperar: no nos sentimos orgullosos cuando Flor dirigió a la Selección Nacional de Argentina? Cuando dirigió a la de Panamá? O cuando Julio Toro dirigió a Venezuela en las Olimpiadas? Si hay un elemento que históricamente a sido esencial para el desarrollo del baloncesto en el mundo, es el intercambio de entrenadores y, por lo tanto, de filosofías deportivas. Coaches de las escuelas más avanzadas del momento han compartido su conocimiento mientras trabajan en lugares más allá de sus fronteras nacionales. En gran medida, esto contribuyó a que el básquet haya tenido el crecimiento más grande que deporte alguno en el mundo durante los últimos 30 años.

Recordemos que muchos de nuestros coaches se formaron siendo asistentes de los dirigentes estadounidenses que vinieron a trabajar al BSN durante los años sesenta y setenta. Se nutrieron de las vertientes de la escuela de básquet de Estados Unidos, única avanzada de la época. Este elemento fue fundamental para la creación de esa generación de técnicos puertorriqueños que establecieron su propia filosofía de dirección, y que tan importantes han sido para la historia del baloncesto nacional.

Desde ahora lo digo como premonición: muchas de las voces que hoy critican la contratación de Paco, mañana criticarán la nueva cepa de 'nuyoricans' que ingresarán en nuestra selección, olvidando absurdamente a nuestros ídolos de los setenta y ochenta del baloncesto que se criaron en las calles neoyorquinas de Brooklyn, Harlem y Queens.

El número 10 seguirá siendo mi número, simplemente porque era el número de Angelo Cruz, mi jugador favorito de todos los tiempos... aunque hablara español masticao y aprendiera a jugar básket en El Bronx.

El criterio en el deporte, al igual que en el arte y en las todas las dimensiones del saber de la humanidad, debe de ser el de la excelencia. En última instancia, la nacionalidad deportiva sólo es un criterio jurídico de exclusión para atletas, no para entrenadores.

A la xenofobia, dentro y fuera del deporte, no se le puede permitir dar ni un paso, aunque venga disfrazada de nacionalismo trililí y se alimente de chismes busca rating.

Nota del editor: El autor es periodista independiente. Fue uno de los fundadores de Radio Huelga. Cuando le pedimos una breve descripción suya para publicar el artículo, nos contestó: 'Comunicador, columnista ocasional y fanático empedernido del básquet'.