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Velázquez para conducirnos

John Velázquez se convirtió esta mañana en el jinete 96 en ser exaltado al Salón de la Fama del Hipismo norteamericano, junto a otras luminarias del track que incluyeron al veloz corredor Ghostzapper, y los entrenadores Roger Attfield y Robert Wheeler, convirtiéndose en el segundo puertorriqueño en ser otorgado tan alto honor.

Estoy seguro que todos los medios de Puerto Rico harán eco de la noticia, más que positiva comparada con la 'cochambre' que se vive en esta triste sociedad en que vivimos. Después de todo, es un logro deportivo que muchos sueñan alcanzar.

No obstante, pocas personas han dado la importancia que merece el hecho que John ha sido por seis años el 'Chairman' del gremio que agrupa miles de jinetes de los Estados Unidos: 'The Jockeys Guild'.

Esta organización se ocupa por el bienestar y desarrollo profesional de los profesionales de la silla y cuando Velázquez asumió la presidencia se encontraba en bancarrota, nadie quería tomar las riendas del gremio y el carolinense dijo presente de la misma manera que ha logrado amasar miles de victorias y millones de dólares en premios: agarrando las bridas e impulsándolo a conseguir victorias en muchas ocasiones.

A diferencia de su mentor, Angel Cordero, y de la retahila de grandes artistas de la silla que han surgido de nuestra pequeña isla, Velázquez se ha hecho reconocer por sus méritos como organizador, su seriedad en la profesión y por el liderato que ha demostrado a través de las dos décadas que lleva demostrando sus quilates en los Estados Unidos.

No tenemos manera de saber cuánto más tiempo continuará activo en la silla, porque con la edad comienzan a surgir problemas endémicos de su profesión, pero me gustaría que regresara a Borinquen, no a montar caballos ni a entrenarlos.

Tal vez podríamos convencerlo a que, de la misma manera que logró sacar a flote una organización que se estaba 'cayendo en cantos', pudiera hacer lo mismo con esta sociedad que lo vió nacer, si los políticos profesionales se lo permiten.