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Que no son dioses, que son jueces

Entonces nosotros queriendo mirar al interior de su mundo y resulta que el exjuez Hiram Sánchez era uno de los que tenía la llave que nos abriría la puerta donde habitan los Dioses del Olimpo. Estoy segurísima que muchos más tienen esa llave, pero no todos se atreven a ponerla en manos de la opinión pública.

No estoy segura si el ex juez estaba consciente del revuelo patrio que causarían sus historias, pero de lo que sí estoy segura es que debe estar repasando ciertas cosas que dijo y que no importa cuándo sucedieron, fueron hecho reales que pasaron en la honorable judicatura y que ha desatado desde silencio hasta investigaciones.

El impacto y la percepción social que han generado estas revelaciones, donde con toda claridad el ex juez Sánchez narra a la periodista Nelly Rivera de WKAQ Radio, historias que denotan falta de honestidad, imparcialidad, abuso de poder y culto al baile, botella y baraja, deben tener alterado a los dioses, digo a los jueces.

Decepciona que todos los asuntos de trascendental jerarquía para la sociedad y la moral de un país estén en manos de magistrados que, según lo que parece, carecen de antecedentes suficientes para el desempeño de sus cargos. Y ni hablar de la posible manipulación de la Justicia, en ese cuarto oscuro yo no pienso entrar.

Frente a este pésimo diagnóstico sobre el interior de la judicatura en Puerto Rico llego a lo que me gusta, el análisis de la imagen pública. Los tiempos cambiaron en la judicatura, hoy la imagen, la transparencia y el comportamiento de los jueces tiene que estar abierto al crisol de la opinión pública. Qué bueno que el tiempo cambió, que al fin comprendimos que los jueces también son personas, leen los periódicos, escuchan la radio, tienen parejas, hijos, pagan una hipoteca, van al supermercado y aceptan sobornos.

Llegó la hora de que pongamos a los Dioses del Olimpo en la vitrina mediática y pasemos 'juicio' de quiénes son y qué hacen esos seres percibidos como la esperanza de la justicia, como dioses, como seres que no son de este mundo.

De entrada, será difícil combatir la mala imagen pública que se ha creado. Tienen los jueces que actuar de inmediato y que se apliquen a ellos mismos lo que se supone apliquen en sus salas, transparencia y honestidad. Que los jueces honrados, que los hay, sean reconocidos como tales y los que no, sean desposeídos del cargo que se les ha confiado, solo así el pueblo creerá nuevamente en sus magistrados.

Llegó la hora de demostrarle al País que no son dioses que son jueces.

*La autora es estratega de imagen pública, relacionista profesional, y presidenta de Perfect Partners.