Messi obnubilaba desde niño
Lima - Apenas medía poco más de un metro y solo tenía 10 años cuando el argentino Lionel Messi ya anticipaba las exquisitas condiciones técnicas que años más tarde acabarían por convertirlo en el mejor jugador de un planeta que comenzó a conquistar en El Callao, la ciudad portuaria de Lima.
Corría 1997 cuando Messi salió por primera vez de Argentina para competir con el Newell's Old Boys en la decimocuarta edición de la Copa de la Amistad, que anualmente organiza desde 1983 la Academia Deportiva Cantolao, del distrito de La Punta, según recordó a Efe Dante Mandriotti, el presidente de ese club.
Allí los que siguieron el torneo se quedaron obnubilados ante un pequeño niño que era la estrella de los argentinos, y que lideró a su equipo en la consecución del torneo con copiosas goleadas que plasmaban una superioridad casi insultante, hasta finalizar como máximo goleador de la competición.
Esa fue la carta de presentación de Messi, un chico de baja estatura y apariencia enclenque que jugaba con el 10 en la espalda y desprendía cualidades sobresalientes cuando creaba regates impropios para su edad para librarse de los defensores con la misma facilidad innata que explota al más alto nivel en el actual Barcelona.
De Lima, Messi se llevó su primer título internacional pero dejó una camiseta que le regaló a Kevin Méndez, por entonces el también pequeño hijo de la familia que lo alojó en su casa del distrito limeño de Pueblo Libre, en señal de gratitud por su hospitalidad.
Méndez afirmó a Efe que guarda esta camiseta como un entrañable recuerdo de los días en que la futura estrella del fútbol mundial convivió en su casa, pero ahora le gustaría devolverla al argentino para que rememore sus inicios.
'Fue un gesto muy noble y sencillo por su parte y lo recordaré toda la vida', indicó Méndez, quien opinó que ya cuando lo conoció 'demostró que podía ser el mejor jugador del mundo'.
El primer amigo de Messi en Perú explicó que el argentino 'era tímido, no hablaba mucho y no soltaba el balón para nada', porque 'lo que más le interesaba era el fútbol, que era lo primordial en su vida, y en él veía la oportunidad para ser una estrella'.
'En la cancha era muy hábil, tal y como lo es ahora en el Barcelona: pícaro, veloz y sin miedo a encarar. Cuando tenía que jugar prefería estar dos horas antes en la cancha y no se cansaba de dar toques al balón', añadió.
Tal era su actitud que Messi sufrió una indigestión cuando le invitaron a cenar pollo asado, lo que le provocó vómitos durante la noche, pero a la mañana siguiente, todavía deshidratado, pidió a su entrenador participar en la semifinal.
En ese partido Newell's humilló al Cantolao por 10-0 y Messi anotó nueve goles de múltiples formas y estilos, 'pero tuvo un detalle bonito cuando su portero iba a patear un penalti y le pidió que lo lanzara fuera para evitar una humillación mayor' al rival.
El presidente de Cantolao, Dante Mandriotti, aseguró a Efe que Messi 'deslumbraba con esa velocidad, ese equilibrio, ese freno y diagonal que ahora hace a mayor escala, pero entonces ya marcaba todo eso en pequeño'.
Lo que recuerda del argentino es 'su actitud gigantesca' y su 'valor enorme para cuidarse' porque 'desde pequeño no aceptaba golosinas, caramelos, dulces o refrescos ya que quería ser un gran profesional, además de gran jugador'.
Mandriotti, uno de los primeros en ver jugar a Messi fuera de Argentina, señaló que 'parecía un chico predestinado a hacer cosas que no podían hacer lo demás, por lo que destacaba nítidamente, su superioridad era muy notable y ya anunciaba que sería un buen valor'.
Esas características fuera de lo común serían el mejor aval para que apenas un año después se firmara, en una servilleta, su paso a la escuela del Barcelona.
Así Messi saltó a Europa para seguir conquistando su objetivo de ser el mejor jugador del mundo, con el mismo juego que le hizo brillar en Perú a los 10 años, y que le ha valido para alzar ya dos Ligas de Campeones, seis ligas españolas, dos copas del Rey y un oro olímpico, entre otros títulos.
Fernando Gimeno