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Educación

Sin rumbo los sistemas de educación pública en el Caribe ante el coronavirus

Dilemas no resueltos de cara al regreso a clases, sin que la amenaza de contagio por COVID-19 se haya disipado

Sólo 54 porciento de los hogares en la Isla cuentan con acceso a internet y 62 porciento tienen una computadora, según la Encuesta de la Comunidad 2013-2017 del Buró del Censo de EE.UU.
Foto: Archivo / NotiCel

Con pocos días de diferencia entre sí, los sistemas de educación pública de Puerto Rico, República Dominicana, Islas Vírgenes y Cuba suspendieron las clases en las escuelas en marzo de este año para prevenir la propagación del coronavirus. Sin tiempo, sin herramientas y sin una política pública clara para establecer estrategias que de algún modo aseguraran y midieran la participación y progreso de los estudiantes, la enseñanza a distancia tuvo resultados previsibles.

Las deficiencias estructurales de los sistemas de enseñanza, la desigualdad social entre estudiantes y maestros, la brecha digital y la ausencia de procesos que integraran a las comunidades escolares en el diseño de los planes educativos, son dilemas no resueltos de cara al regreso a clases, sin que la amenaza de contagio por COVID-19 se haya disipado.

“No se aprendió casi nada”, afirmó un estudiante puertorriqueño de 13 años sobre el cambio abrupto en su proceso de enseñanza desde que suspendieron las clases. Otro joven, de 14, recordó lo difícil que fue adoptar una rutina de estudios junto a su hermana menor y su madre: “Soy estudiante de Educación Especial y estamos acostumbrados a cierto ritmo y apoyo”.

Una estudiante senior de la provincia de Mayabeque en Cuba cruzó los dedos deseando la posposición de los exámenes de ingreso universitario mientras en su casa leía “el libro de texto de las pruebas de ingreso de años anteriores y las teleclases”, refiriéndose a las lecciones televisadas del Ministerio de Educación.

En Puerto Rico, la preocupación de una estudiante de duodécimo era precisamente la posposición de ese examen.

“Prefiero estar en el salón que en esto [educación virtual]”, le dijo una estudiante de 12 años a su padre en República Dominicana. Otro, de St. Thomas, recordó algo similar sobre su hijo de 14 años: “En tres semanas me dijo, ‘estoy cansado de esto’”.

Las Islas Vírgenes estadounidenses y Puerto Rico rondan casi los tres años en una lenta recuperación tras los huracanes Irma y María. Varios terremotos empeoraron el panorama desde principios de 2020 al afectar más de 300 planteles en el suroeste de Puerto Rico. En Cuba, la ministra de Educación, Ena Velázquez Cobiella, reconoció en un informe sobre el regreso a clases que “tenemos un diagnóstico de las escuelas que tienen problemas con los lavamanos, los baños o el abasto de agua”. República Dominicana lidia con la falta de agua en sus escuelas desde antes de la pandemia, según señala un estudio de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) en el cual de una muestra de 300 centros educativos, sólo 23 porciento reciben este servicio a diario.

Ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no limita la recomendación del distanciamiento físico al cierre de las escuelas y el uso de herramientas digitales, sino a la elaboración de “políticas flexibles de asistencia y licencias por enfermedad”, cambios en el calendario académico u horarios escalonados, el Centro de Periodismo Investigativo (CPI) indagó sobre qué políticas o cambios proponen estos sistemas educativos del Caribe para iniciar el próximo curso escolar.

Sin acceso a los fondos federales para reducir la brecha digital en Puerto Rico

Los maestros del Departamento de Educación (DE) de Puerto Rico regresarán a los salones a mediados de agosto a impartir clases virtuales para sus estudiantes, pero a dos semanas del inicio del semestre, sólo 49 porciento tiene en sus manos una computadora provista por la agencia al 27 de julio. Los estudiantes del sur, afectados además, por la lenta recuperación tras los huracanes, los terremotos y el COVID-19, deben ser los primeros en recibir una computadora o tableta, pero no será hasta noviembre que toda la matrícula del DE cuente con equipo.

Aún si la agencia distribuyera equipos a todos los maestros, el internet en las escuelas no alcanza a todos los salones.

“Voy pasillo por pasillo de la escuela con la computadora a ver hasta dónde llega el internet para reportar el espacio que puedo usar”, contó la directora de la Escuela Ecológica de Culebra, DiMarie Ramos, quien se expresó preocupada de “sacar maestros de la comodidad de su hogar, que pueden estar dispuestos a usar el internet de su casa como lo hicieron toda esta temporada, y los voy a meter en un salón con dos maestros más porque a su salón no llega el internet y exponerlo [a contagiarse]”.

Datos preliminares del DE apuntan que el 10 porciento de los estudiantes no cuentan con dispositivos para acceder a internet. Sin embargo, la agencia no ha hecho una encuesta para conocer las necesidades de equipos tecnológicos entre las comunidades escolares.

Raziel Ramos, estudiante de Educación Especial de 14 años, recomendó algo más sencillo: “Antes de empezar en línea, el Gobierno debe repartir un checklist (hoja de cotejo) donde se pueda decir qué equipo tienen y entonces proveerle al estudiante”.

Dependerá de las órdenes ejecutivas y el fortalecimiento de los sistemas de rastreo municipales, pero el DE propuso el 14 de septiembre como fecha tentativa para el regreso a salones o vagones, que son lo que tendrán por ‘infraestructura’ los estudiantes de los municipios de Peñuelas, Guánica y Guayanilla. Bajo un modelo híbrido, grupos de 15 estudiantes alternarán entre clases presenciales y en línea.

La agencia tiene un plan para los fondos asignados por la Ley federal de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica de Coronavirus (Cares Act) para las escuelas primarias y secundarias, reservando la mayor inversión de los fondos para una plataforma de enseñanza en línea. El dinero también servirá para proveer dispositivos para conectarse a internet, y contratar psicólogos y enfermeras para todas las escuelas; pero el DE sólo tendrá acceso a 7.3 millones de dólares de los 349,113,000 de dólares hasta que se firme un contrato con el síndico impuesto por el Departamento de Educación Federal.

Algunas escuelas cuentan con enfermeras y psicólogos, pero estos profesionales se tienen que dividir entre varios planteles, según contó el director de la escuela Ramón Power y Giralt de San Juan, Eddie Santiago. “Tengo enfermera pero no está los cinco días a la semana porque es compartida con otra escuela. Está tres días y es pagada por fondos Restart, así que dividen a las enfermeras para cubrir todas las escuelas”, explicó.

La participación de los estudiantes y profesores en las plataformas de educación a distancia adoptadas y su eficiencia no se pueden determinar, pues la agencia se limitó a contar los usuarios de las páginas web, en lugar de los usuarios únicos o información sobre su navegación y uso. Aunque el DE divulgó módulos en su portal como parte de las alternativas de educación a distancia, al menos cinco maestros consultados dijeron que optaron por plataformas alternas como Google Classroom y Edmodo, reuniones virtuales o llamadas telefónicas para comunicarse con sus estudiantes. Todos coinciden en que no alcanzaron a contactar el 100% de su matrícula.

Pese a que el magisterio no pudo contactar a todos sus alumnos, el DE flexibilizó las evaluaciones promoviendo a 4,752 estudiantes de octavo y duodécimo grados que reprobaron una materia. La agencia adoptó nuevos códigos – promovido (P) y promovido condicionado (PC) – para sustituir las evaluaciones finales de fracaso (F), otorgando PC a 38,042 alumnos. Estos estudiantes podrán sustituir esa evaluación tras reforzar destrezas mediante un programa de horario extendido (afterschool) el próximo semestre, dijo la agencia.

“Transmitir cierta estabilidad o normalidad” fue prioritario para la maestra de español de la escuela Juan Ponce de León en Guaynabo, Marianela Méndez, quien recurrió a un blog, videoconferencias, y chats para contactar a sus alumnos. Por su parte, el maestro de matemáticas en la escuela Lola Rodríguez de Tió en San Germán, Ángel Nazario, creó una evaluación general con los trabajos enviados “sin penalizar a nadie” para culminar el semestre ya que de 127 estudiantes, sólo pudo comunicarse por correo electrónico o teléfono con 75.

El maestro de física de la escuela superior Gilberto Concepción de Gracia en Carolina, Hugo Delgado, pudo comunicarse con casi todos sus estudiantes de duodécimo, pero con los de noveno no tuvo la misma suerte. De manera similar, el maestro de matemáticas en la escuela María T. Piñeiro de Toa Baja, Miguel Torres, estimó que alcanzó a contactar al 70 porciento de sus alumnos. Noelanie Fuentes Cardona, maestra de estudios sociales en la escuela intermedia Liberata Iraldo de Río Grande, recordó que atendió a la mayoría de sus alumnos en la plataforma Edmodo, sin embargo, “tuve estudiantes que sólo tenían el celular del gobierno y se comunicaban cuando tenían señal”.

Raziel recordó que fue difícil mantener su rutina de estudios como estudiante de Educación Especial desde la casa porque, “Mi mamá tiene su propio trabajo remoto, más mi hermana chiquita”.

Amanda Parés y Maia González, ambas de siete años, hablaron de volver al salón algunos días de la semana. Pero José M. Vázquez, de 13, dice que “estar con mascarilla ocho horas está fuerte”, aunque admite que la educación virtual del pasado semestre no le gustó porque “no hubo organización para tener clases a distancia. Creo que ninguna escuela tuvo [organización] porque nadie sabía lo que venía. No se aprendió casi nada”.

El proceso de enseñanza virtual fue descrito por la senior Patricia González Navarro, como “estar en un servi carro de comida rápida, al tiempo que hacen la comida, tú vas haciendo la tarea y la despachas”. Ahora su mayor preocupación es el examen de ingreso universitario porque, “Los estudiantes de undécimo grado se supone que cogiéramos el College [Board] en febrero y no pudimos por los terremotos. Entonces, cuándo nos lo van a dar, porque ya en diciembre las universidades comienzan a recibir solicitudes”.

Sólo 54 porciento de los hogares en la Isla cuentan con acceso a internet y 62 porciento tienen una computadora, según la Encuesta de la Comunidad 2013-2017 del Buró del Censo de EE.UU. (US Census Community Survey). Algunas muestras entre el magisterio manifiestan limitaciones semejantes. Un sondeo entre 190 asistentes de escuelas públicas Montessori reflejó que el 50 porciento no tiene computadora y 63 porciento tienen internet limitado de su celular.

Otra muestra, de 3,720 educadores de la FMPR, encontró que el 88 porciento no cuenta con una computadora provista por el DE. Para muchos, el teléfono celular es la opción para conectarse a la red, con las respectivas limitaciones de datos disponibles y velocidad.

La presidenta de la Asociación de Maestros de Puerto Rico (AMPR), Elba Aponte, sostuvo que las reuniones con el Secretario continúan porque, “comprendemos la importancia de abrir las escuelas, nuestros maestros añoran el aula, y descartan la alternativa virtual porque no es la más viable para atender las necesidades de los estudiantes. El área sur tiene la brecha más amplia, aparte de que las escuelas no se han podido rehabilitar [luego de los terremotos]”.

La Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) estimó que más de 13 mil estudiantes del suroeste nunca regresaron a clases a causa de los terremotos que afectaron sus escuelas. El testimonio de una madre ante el Comité Timón de Educación Especial, Saime Figueroa, lo confirma: “La escuela de mi hijo nunca abrió tras los sismos. Ninguna escuela de Yauco comenzó operaciones”.

Sobre esta situación, la trabajadora social escolar Lydimar Garriga Vidal advirtió que, “Tuvimos estudiantes este semestre que se desaparecieron del sistema porque estaban en escuelas que no pudieron abrir después de los terremotos, y entre cambio y cambio de escuelas llegó la pandemia, y nadie tenía una dirección ni un teléfono para contactarles. Aquí hubo estudiantes que desaparecieron y el Departamento no ha hecho nada para enmendar esas situaciones”.

A seis meses de la declaración de emergencia por los sismos, la única obra visible ha sido la demolición de la escuela Agripina Seda de Guánica, a un costo de 579,000 de dólares. De las reparaciones para 253 planteles declarados parcialmente aptos y 53 no aptos, todavía no se conoce el plan de reparaciones, pero el Secretario confirmó que los estudiantes de Guayanilla, Peñuelas y Guánica tomarán clases en vagones en grupos más reducidos. Los contratos para el alquiler de los vagones todavía no se completan, pero se firmó el alquiler por casi dos millones de dólares de unos lotes de la Compañía de Fomento Industrial donde se van a ubicar.

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