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SAN JUAN WEATHER
Huracanes

Director puertorriqueño narra el terror del terremoto en México

Entre el terremoto y el huracán

No se cuál de los dos es peor. El primero no anuncia. Dura poco pero es más asesino. El segundo te hace esperar, te da tiempo a prepararte pero su nivel de destrucción es implacable. Lo arrasa todo.

Esta semana, la más intensa de mi vida, la viví entre el terremoto y el huracán. En Mexico viví la experiencia más profundamente aterradora que jamás experimente. Me agarró el 7.1 en un carro. La alarmas de sismo sonando en toda la ciudad. La tierra tembló intensamente. La sensación es de 'esto acaba aquí'. Duró muchísimo. Los segundos son eternos cuando el suelo se estremece y el cuerpo se pone en modo de supervivencia. Se agudizan los sentidos. Vibras del miedo sin control.

Impresiona mucho ver a la gente salir despavorida de los edificios. Algunos tranquilos pero otros en pánico. Cuando acaba el temblor empiezan las llamadas a la familia y amigos. El corre y corre. ¿Vendrán replicas fuertes? ¿Estará a salvo la familia? Un amigo corrió 3 kilómetros hasta llegar a la escuela de sus hijas. Estaban a salvo. Las abrazó intensamente. Otros no tuvieron esa suerte. Se desplomaron dos escuelas y niños y maestros cayeron víctimas de los derrumbes.

A las par de horas del terremoto decidimos caminar a nuestro hotel. La caminata era larga pero no había de otra. La ciudad estaba totalmente trancada. En el camino empiezas a ver la magnitud del evento. En la zona de mi hotel se derrumbaron decenas de edificios. Otros muchos quedaron inhabitables. Uno de los edificios que se derrumbó quedaba justo al lado de un edificio en el que rente un Airbnb hace poco. El edificio se desplomó 30 minutos despues del terremoto por lo que mucha gente había entrado a sus apartamentos de nuevo. Una tragedia.

El pueblo mexicano se activó de inmediato. Miles de personas se pusieron en modo de rescate y sin pensarlo dos veces comenzó la remoción de escombros. Locales y extranjeros formamos filas interminables para pasar escombros con el fin de sacar sobrevivientes de los edificios siniestrados. Sin ensayo ni un liderato establecido la masa funcionó como las hormigas y el instinto tomó el volante. Con cada sobreviviente que salía de entre los escombros el pueblo se unía en gritos de celebración.

A todo esto ahí estaba yo monitoreando a María. Cuando salí de Puerto Rico hacia Mexico, María se perfilaba llegando a la zona como categoría 3 y pasando al sur de la isla. El área metropolitana, donde vivo, parecía que no iba a sufrir un impacto directo de los peores vientos pero el día del terremoto la historia era otra. La ruta pronosticada de María la ponía atravesando a Puerto Rico por el mismo medio y todos los modelos auguraban que el huracán llegaría a la isla como categoría 5. ¡Puñeta! ¡Categoría 5!!

No hay nada más inquietante que la incertidumbre. ¿Estarán a salvo mi familia y amigos? ¿Estarán listos pa' lo que viene? ¿Aguantarán las ventanas y paredes de los refugios de la gente que quiero? Con la llegada de los vientos se fue la comunicación. Ver las imágenes de satelite y leer noticias no ayudaron en nada. Pase la noche despierto y muy intranquilo. Los pocos mensajes que salían describían a María como un monstruo aterrador. Despues de horas muy intensas empiezan a salir las imágenes de la devastación. La isla entera destruida. Pueblos inundados. Miles de casas en el suelo. Amigos y desconocidos lo perdieron absolutamente todo. Se apodera de uno la impotencia y hasta el sentimiento de culpa.

De momento estoy en Mexico justo despues de un terremoto sin la posibilidad de volver a Puerto Rico por un tiempo indefinido. Pero igual que en Mexico el pueblo puertorriqueño se puso pal problema. Las brigadas ciudadanas, machete en mano, salieron a abrir paso y a rescatar al que necesita ayuda.Dos pueblos, dos experiencias de desastre que me enseñan a la fuerza un montón de cosas. Entre ellas que las pruebas más duras sacan lo peor y lo mejor de la humanidad. Que mi paz está en mi familia y en mis amigos. Si ellos no están bien, yo no estoy bien. Que no hay fuerza más potente que el amor y que su expresión más curativa es la solidaridad.

*El autor es director de Filmes Zapatero y ha sido galardonado con 2 Grammy Latinos.

Brigadistas continúan con labores de rescate en el edificio de la avenida Álvaro Obregón en Ciudad de México (México). (EFE)

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