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SAN JUAN WEATHER
Inteligencia Social

Anda suelto un asesino

El licenciado Víctor García San Inocencio. (Juan R. Costa / NotiCel)
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En un país donde miles de asesinatos se han quedado sin resolver en la última década este titular difícilmente haga parpadear a mucha gente. El asesinato es un hecho cotidiano en esta sociedad violenta, tanto, como la impunidad que suele acompañarlo. Hay que recordar que este delito comporta la lesión jurídica más terrible, acabar con una vida, por lo que nunca prescribe, y sus investigaciones deben estar abiertas mientras no se concluyan.

Cierto es que se “resuelven” casos, muy pocos por cierto. La mayor parte de los casos resueltos, responde a que los asesinos se encargan de entregarse, o dejan todas las pistas imaginables como si quisiesen que los cojan, o algunos, se suicidan.

Por otra parte, la cruda realidad es que normalmente las divisiones que atienden los asesinatos tienen poco personal, pocos recursos, y para colmo, está el Instituto de Ciencias Forenses, con muy poco personal --aunque muy sacrificado y cualificado-- haciendo de tripas corazones.

Cuando ocurren asesinatos de autopistas con escenas complicadas junto con otros asesinatos, la espera por el levantamiento del cadáver y de la evidencia física puede durar horas, para no hablar de los meses que tardan las pruebas de balística, los informes de autopsia u otros informes antes de someter un caso. Esta es una operación delicada, pues un simple parpadeo puede malograr la investigación y poder conseguir una convicción.

A veces una escena involucra la intervención de policías y guardias de seguridad privados. Cuidado se activan protocolos oficiales adicionales en el primer caso, el de los policías, que complican más la operación. Ha habido instancias en las que otros protocolos no tan oficiales se activan siendo la resultante el encubrimiento.

Antonia Martínez Lagares

El pasado 4 de marzo del 2020, se cumplió medio siglo del asesinato de esta estudiante de último año de Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico.

Una investigación retrospectiva brillante, hecha por el jurista, escritor y exjuez Hiram Sánchez Martínez, publicada el año pasado, ha documentado las circunstancias de ese asesinato siendo notable en lo tocante a la investigación que:

Los expedientes oficiales judiciales desaparecieron.

El expediente o sumario investigativo fiscal desapareció.

Se acusó sospechosamente a un policía que no estaba cercano al lugar de los hechos , por lo que luego de dos vistas preliminares fue justamente exonerado.

De cara a esta realidad, el licenciado Sánchez Martínez, reconstruye en su libro la circunstancia contemporánea a los hechos; el entorno de las luchas universitarias que se daban en plena guerra de Vietnam; y los estragos de la Guerra Fría y de la persecución contra el independentismo intensamente prevalentes en ese momento.

Todo ello para poder justipreciar porqué se exhibió en aquel caso tal despliegue de violencia estadual; cómo se alimentó en la mente de los policías y cómo se predispuso a quien haya sido que apuntó y disparó a “Toñita”, a dirigir tal violencia a personas que no hacían nada malo y estaban en el balcón de un piso alto de un hospedaje.

Los testimonios recuperados señalan a que el autor fue un miembro de la llamada Fuerza de Choque, vestido inequívocamente con el uniforme y los equipos de esta unidad, quien efectuó el disparo entre un grupo de sus compañeros, y que ninguno de estos lo identificó. El puñal de un código de silencio se encargó de poner en marcha la rueda de la impunidad.

Debemos recordar que en aquella época, si bien se hicieron denuncias públicas sobre el particular, fuera del independentismo escéptico del ejercicio de la autoridad estadual, muy pocas personas se atrevían a cuestionar públicamente la conducta policíaca. Las revelaciones de Cerro Maravilla estaban a más de una década de distancia; la investigación y litigio del PIP contra las carpetas y la infame División de Inteligencia esperaría todavía dos décadas; y ni siquiera, los crímenes de “la ganga” de Alejo Maldonado y sus oficiales corruptos habían invadido el imaginario del Pueblo.

No existían como cincuenta años después, Kilómetro Cero y sus investigaciones sobre las decenas de muertes a manos de policías, ni el Centro de Periodismo Investigativo, ni NotiCel, ni 80 grados.

El asesino de Antonia Martínez Lagares anda suelto, y de ella nos queda en el cincuentenario de su prematura muerte el trabajo de su familia -- su hermana Jenny y su cuñado Apolinar Cintrón, para recordarla, la muy completa y afectuosa obra de Sánchez Martínez, y un gesto valioso de la Facultad Eugenio María de Hostos (Pedagogía), de estar gestionando que se otorgue póstumamente, cincuenta años después, el grado de Bachiller en Educación que pocos meses después hubiese recibido Toñita, de no haber sido asesinada por el miembro protegido de la Fuerza de Choque.

Muchos de nosotros, los jóvenes universitarios de entonces, o de un poco después, fuimos inspirados por las luchas de quienes nos precedieron, y por la historia de Antonia, que otro Antonio, Cabán Vale, el “Topo”, inmortalizó en su poema-canción-himno, “Antonia tu nombre es una historia”.

Aquellos que desde jóvenes hemos trabajado, queremos que los de hoy lo hagan, para que ni aquel, ni ningún otro asesinato queden impunes. Sabemos que como lo predijo el Topo; “Antonia los pueblos no perdonan, un día esa ley se ha de cumplir”.

*El autor es doctor, abogado, profesor y estudioso de los procesos legislativos y reglamentarios. Fue asesor y luego portavoz del PIP en la Cámara durante 24 años.