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Hermana mayor de Lorenzo regresa a la silla de testigo

La voz de la hermana mayor del fenecido niño Lorenzo González Cacho se quiebra en el mismo lugar. Justo cuando habla de las presiones internas y externas que, según la joven, la llevaron a prestar falso testimonio, las lágrimas se asoman por primera vez.

'Sentí que no estaba cooperando con la investigación, cómo era posible, debí escuchar algo, quedaba cerca de mi cuarto', lloró la joven de 19 años. Hay una pausa larga.

Es la segunda vez en dos meses que la mayor de los González Cacho se sienta al banquillo de testigo. En ambas ocasiones, ha narrado los incidentes de aquella tarde del 8 de marzo que en pocas horas se convertiría en misteriosa tragedia y los meses subsiguientes, mediados por los hogares sustitutos, las conversaciones clandestinas con su madre y los interrogatorios de las autoridades.

Sin embargo, esta vez su testimonio fue más escueto, más tímido, más nervioso, salpicado por algunas contradicciones y plagado de largos silencios antes de responder múltiples 'no me acuerdo'.

Según su relato, todo empezó con el grito de su madre en la madrugada del 9 de marzo, quien clamaba su nombre. Apoyada al marco de la puerta de su dormitorio, la primera imagen fue la del cabello oscuro de Lorenzo sobre el pecho de su madre, que estaba manchada de sangre. Siguió las instrucciones: buscó en su cuarto un bulto con ropa para cambiar a su hermana y acudió a la silla de pasajero del carro, rumbo al Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Dorado.

Ya en el CDT, fue un guardia de seguridad quien le avisó que tenía el pie hinchado. Le tomaban unas placas a su dedo fracturado, mientras en otra sala, su hermano de ocho años ya yacía muerto. A ese Centro, llegó su padre Ahmed Alí González, que caminaba afuera sin cesar de un lado a otro, sus abuelos que consolaban a Cacho, y los amigos de su madre, William Marrero, Jesús Jenaro Camacho, y Arnaldo ‘Naldy' Colón.

Ese fue el nombre que protagonizó la declaración de la que luego se retractó. En una entrevista con la fiscal Wanda Casiano que investigaba al caso, luego de múltiples conversaciones con las autoridades en que le preguntaban qué había ocurrido aquella noche, declaró por primera vez que en un sueño había visto una sombra cerrar su puerta y que escuchó en la madrugada, un golpe, un cantazo y una voz gruesa. En una próxima conversación, vinculó esa voz a Naldy.

A preguntas de la fiscal Aracelis Pérez sobre el motivo de que fuera Naldy, la joven respondió que era al que más veces había visto de los otros sospechosos en el momento, Marrero y Camacho. A Naldy lo conoció en una compra en Costco, previo a una actividad social en su casa con motivo de una pelea de boxeo. Lo vio una tercera vez en el carro de su madre, un día que fueron a recoger a los tres niños luego de una estadía en una casa en la playa.

'Sentía presiones mías, ese era mi hermano, no sabía qué había sucedido', dijo la joven. También, mencionó presiones externas del sistema, de los fiscales, de los medios de comunicación, de los trabajadores sociales. Nadie la presionó para decir que no sabía qué había pasado esa noche, aseguró. 'Era la verdad', expresó.

Sin embargo, en el contrainterrogatorio, a preguntas del licenciado Jesús Hernández de la Sociedad para la Asistencia Legal (SAL), la joven no recordó haberle dicho al abogado que le relató esa versión de los hechos a otros fiscales aparte de Casiano, como hizo en la vista preliminar. Además, en el directo respondió a Pérez que solo se sintió presionada por la trabajadora social.

El abogado también destacó que su procuradora del menor estuvo presente en todas las entrevistas. Para el momento del testimonio que vinculó a Naldy, la joven vivía en su primer hogar sustituto, a cargo de una mujer a la que se refiere como Evelytte. Sostenían una buena relación, nunca pidió que la removieran de ese hogar, admitió.

Fue en esa época también que inició unas conversaciones clandestinas con su madre, a través de un celular que le dio una persona desconocida en una salida con Evelytte, quien gestionó la movida. A la niña le preocupaba su madre, pensaba que se haría daño, le repetía 'mami, di la verdad'.

En esas conversaciones, hablaron poco del caso, pero la hija le contó a su madre detalles generales sobre las citas con las autoridades y le describió fotos que le habían enseñado en esos encuentros. Cuando se descubrieron las conversaciones, la menor pasó a un segundo hogar sustituto.

En ningún momento de su relato, se vincula de forma alguna a la escena a Luis Gustavo Rivera Seijo, mejor conocido como 'El Manco', a quien se le imputa el asesinato en primer grado de su hermano. Ya Rivera Seijo resultó airoso en la pasada vista preliminar, cuando el juez Carlos Salgado Schwarz decidió que no había causa para juicio en su contra.

La vista en alzada continúa mañana viernes, a las 10:00 a.m., con los testimonios del patólogo Carlos Chávez y la exfiscal federal María Domínguez.

(Archivo/NotiCel)
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