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Grenda Rivera: Vive con profunda felicidad la recuperación de la profunda tristeza

La periodista narró en entrevista con NotiCel sus vivencias desde pequeña, sus inseguridades y sus tristezas y cómo las convirtió en felicidad y fuerza.

Entrevista a Grenda Rivera Dávila, periodista, para El Push de la Mañana, edición estelar.
Foto: Juan R. Costa / NotiCel

Grenda Rivera Dávila ha aprendido a cantazos que la vida es un momento, que puede transformarse de manera inevitable y que el tiempo es en ocasiones la mejor cura.

A sus 49 años y con casi tres décadas de carrera en los medios, su rostro siempre da sensación de frescura y serenidad. Es una de esas personas que al sonreír lo ilumina todo, y no es para menos. Hoy, después de muchas experiencias personales, asegura sentirse profundamente feliz, pero las ha pasado duras. Y esa felicidad no contradice que al hablar del pasado se transforme el rostro y se le escapen lágrimas.

La periodista habló con El Push de la Mañana, edición estelar, y reveló momentos íntimos que le provocaron heridas incluso desde su infancia, la muerte de su padre Ernesto, sus tres rompimientos matrimoniales, un serio quebranto de salud de su madre en plena pandemia y otros sucesos inesperados.

La conversación fue un constante intercalar de sonrisas y reflexiones, con emociones y a veces lágrimas producto del recuerdo.

Grenda es hija del veterano periodista y ancla de Telenoticias, Jorge Rivera Nieves, y de Lucy Dávila Adorno.

Creció con dos papás, Ernesto y Jorge. Y los coloca en ese orden al hablar a pesar de que Ernesto era el padrastro. Es el orden en que los recuerda físicamente en su vida. Sus años tempranos los recuerda en intimidad con su madre y papá Ernesto, aunque compartía crianza con su padre Jorge, a quien describe como mejor ser humano y más genial que lo que proyecta en televisión, un alma libre que ama, que respeta, que comprende, que disfruta, de quien heredó corrección al hablar y quien le dio una tercera hermana, Mónica.

En 1983 su papá Ernesto sufrió un ataque cardíaco y no regresó más del hospital, donde ella nunca pudo entrar a verle porque sólo tenía diez años.

Al fallecer, su madre Lucy, se quedó administrando la funeraria que le pertenecía a Ernesto en Puerta de Tierra y a la vez su salón de belleza, en la misma zona, en el mismo edificio. Trabajadora incansable, a sus 70 años y en plena pandemia, sufrió un derrame súbitamente, sin padecer de nada y llevando una vida saludable. Fue el hermano menor de Grenda quien le avisó del episodio y de inmediato la trasladaron al hospital. Dentro de su terror interno, se armó de fuerza y de control.

La estadía en el hospital fue traumática. Su mamá a duras penas movía su lado derecho y había quedado inmóvil del lado izquierdo, siendo zurda. Un día la dejó sola en el hospital un par de horas y a su regreso se encontró con que le habían amarrado ambas manos. Fue el momento de mayor tristeza y furia que Grenda haya vivido. Y en ese momento decidió que nunca más. Desarrolló un plan de cuido 24/7 entre ella, su hermano menor y una enfermera.

Y a su salida del hospital se la llevó a su casa. Transformó su sala en la habitación de su madre y vive con ella. Su madre resiente “haberle” cambiado el sofá por una cama de posiciones, pero a Grenda eso no le importa. Eso sí. Ha tenido que manejar sus miedos porque dentro de los cuidados necesarios, doña Lucy quiere y añora su sentido de independencia. Grenda ha tenido que “soltarla” gradualmente para que dentro de todo, sea feliz.

Ese temor no vino gratis, sino agrandado por otro acontecimiento. Doña Lucy volvió un fin de semana a su apartamento, al cuidado de su hijo, para que Grenda se tomara un chance de dos días para descansar. Y ese fin de semana se incendió su apartamento en un fuego que comenzó por un receptáculo de su habitación. Así que regresó a la casa donde Grenda la quiere tener.

Todo esto ocurre en un regreso de Grenda a la televisión y a los telediarios, de donde se ausentó un tiempo con el objetivo de “hacer familia”.

Sus matrimonios y los que llamó hijos

Se ha casado “tres veces, demasiadas” y lo dice sonriendo aunque de inmediato luce emocional y sus ojos la delatan. Aunque hoy es feliz llegó a cuestionar y a reprochar sus propias decisiones, siempre pensando en qué falló y cuánto más debió pensarlo.

Su primer esposo fue José Guillermo, el conocido locutor Billy Fourquet, una de las figuras más conocidas y queridas de las ondas radiales. Murió en mayo del 2018 tras padecer de cáncer en el hígado. Ese fue un matrimonio que, según Grenda, hubiera querido mantener. Billy le enseñó a fluir en la vida, a que como dice Carl Sagan, la vida está hecha de polvo de estrellas. Como pareja, no pudieron sobreponerse a un pilar frágil que compone la ecuación matrimonial, pero siempre hubo amor. Lamenta que, por respeto a sus respectivas relaciones, no acudiera donde él en la enfermedad.

Del segundo matrimonio no se habló. Del tercero, con quien duró más de diez años y con quien crió dos hijos, una niña y un niño, hoy jovencitos, sí. Ese fue el matrimonio donde más estuvo y donde menos debió estar. Le dio largo chance para evitar divorciarse una tercera vez. Pero fue una relación que se tornó en mucho sufrimiento y desafortunadamente, con el divorcio, vino la separación con esos dos niños a quien llegó querer adoptar, porque su madre había fallecido de cáncer.

De las tristezas que nos narró en la entrevista, sólo esa le sacó las lágrimas. Los extraña profundamente y daría lo que fuera por poder ser parte de sus vidas. La relación se cortó en busca de espacio, mirando que no fuera por ese lado que su exesposo volviera a encontrarla.

Su niñez y su carrera- siempre le huyó al micrófono y a la cámara

La niñez de Grenda, tímida y disciplinada, marcó prácticamente todo lo que ha hecho en su vida.

Rompió un poco sus propios moldes y muerta del miedo entró a clubes de oratoria en la escuela superior. Su vida ha estado marcada de ganas y de temores. Igual en la universidad, igual en los medios. Su primer trabajo fue en WKAQ- como editora de noticias-. Quería escribir y producir hasta que un día la echaron a los leones con un "última hora" y lo hizo. Su nivel de autocrítica es tan grande que asegura sin temores que fue un desastre, que le temblaba la voz y que proyectó mal.

Muy mal no lo hizo porque siguieron empujándola y llegó a la televisión, también para producir y redactar, pero un día Linda Hernández y José Morales, escuelitas de periodistas, le hicieron una prueba de cámara y ahí quedó una vez más. Igual en Telemundo cuando llegó también empujada a una entrevista con el director de Noticias, Rubén Román.

Casi 30 años después de esos inicios dice que lo hace "algo mejor", pero no se ve en este ambiente diez años más. Ama su trabajo pero le frustran los ciclos sociales de nuestra isla y los conformismos periodísticos que se viven.

Ha encontrado una nueva pareja, descubrió talleres de oración y meditación, y se ve fuera de San Juan en unos años, con menos ruido, con poca tecnología, en paz.

Después de todo, como dijo Sagan y aprendió de Billy- "somos polvo de estrellas, reflexionando sobre estrellas".

Vea la entrevista completa en El Push de la Mañana, edición estelar.

Egresada de la Universidad de Puerto Rico. Periodista con 23 años de experiencia en los medios de comunicación. Mamá de Manu, portavoz de la adopción de niños grandes y creadora de #primerizayqué