Violencia popular en China
China se ve sacudida desde hace varias semanas por violentas protestas que han puesto en evidencia la exasperación creciente de buena parte de la población contra el poder. Los disturbios se desencadenan por casos de corrupción, abuso de poder y expropiaciones ilegales de tierras por autoridades locales y dan una imagen poco acorde con la 'sociedad armoniosa' preconizada por el presidente Hu Jintao, en momentos en que el régimen comunista trata de evitar un contagio de las rebeliones populares de los países árabes.
La semana pasada, centenas de personas atacaron a ladrillazos y botellazos a policías que acababan de protagonizar un altercado con una pareja de vendedores ambulantes en Xintang (provincia de Guangdong , cuya capital es Cantón, en el sur), informó la agencia oficial China Nueva (Xinhua).
Centenares de policías con blindados se desplegaron en la zona y 25 personas fueron detenidas en ese incidente. La situación, según un empleado de hotel contactado por teléfono desde Pekín, seguía siendo tensa hoy.
Incidentes similares se produjeron la semana pasada en otra localidad de la misma provincia, después de que un obrero que participaba en una protesta por reclamaciones salariales recibiera una herida de arma blanca.
En Lichuan (provincia de Hubei , centro), una manifestación de unas 1,500 personas por la muerte de un líder local derivó en choques con las fuerzas de seguridad.
'Los problemas locales tienen propensión a degenerar a causa de la preocupación creciente por otros temas, como la inflación', dijo a la AFP Russell Leigh-Moses, un analista instalado en Pekín.
'La irritación se propagó en muchas categorías sociales. Hay un contexto global de tensiones entre el gobierno y la población', afirma Zheng Yongnian, investigador de la Universidad Nacional de Singapur .
Según Zheng, 'una vez que el gobierno fijó la estabilidad (social) como prioridad absoluta, recurrirá a todos los medios, incluyendo la violencia, contra los manifestantes. Y eso no puede más que empeorar las cosas'. Ante las falencias del sistema judicial, los chinos se ven a menudo compelidos a la violencia para hacer oír desesperadas reclamaciones, sostiene el investigador.
La disparada de los precios -la inflación en mayo fue la más alta en tres años- es uno de los mayores factores de descontento social y golpea de lleno a los sectores agrarios, a los jubilados y a decenas de millones de migrantes que dejan el campo para buscar trabajo en las ciudades.