Candidato republicano guisa con sus chalecos
Washington - Los chalecos que suele lucir el aspirante presidencial republicano Rick Santorum se han convertido no sólo en una tendencia de moda, sino en un lucrativo negocio para su campaña que ha comenzado a comercializarlos por 100 dólares.
En la seria campaña republicana en la que ninguno de los candidatos se ha salido de lo políticamente correcto, uno de los aspirantes ha destacado sobre el resto no por su locuacidad, sino por su vestimenta.
El chaleco, una prenda algo pasada pero recuperada por los 'hipsters' que se empeñan en reinventar la rueda y vestir como sus abuelos pero con gafas de pasta, se ha vuelto a poner de moda.
En el caso de Santorum, parece que fue un poco por casualidad.
Según cuenta, utilizó una de estas prendas en un encuentro con votantes en Iowa, un Estado en el que le fue particularmente bien, ya que obtuvo un segundo puesto frente a Mitt Romney, el rival más fuerte de la campaña y el chaleco se convirtió en una especie de talismán.
Santorum, al que hasta que se celebraron los caucus de Iowa -la primera cita de en el proceso para conseguir la candidatura- las encuestas le situaban en el último puesto, señaló al término del encuentro que los asistentes comentaron sobre el chaleco y sus asesores aprovecharon para marcar la diferencia.
'Cuanto las encuestas te dan un 2 por ciento, cualquier reconocimiento es bueno y el chaleco empezó a darme algo de reconocimiento', bromeó esta semana preguntado por votantes sobre su característica prenda,que ha tomado vida propia, al menos virtual.
Normalmente en discretos tonos gris y azul marino, pero también en rojo, ahora el chaleco tiene su propia cuenta de Facebook y Twitter ('@FearRicksVest), creada por seguidores anónimos.
'Soy el chaleco de Santorum. He oído que Rick ha dicho que las mangas me ralentizan. Témeme y escúchame' dice amenazante en su perfil en el que, confiado en las posibilidades de su dueño, asegura: 'Estoy dispuesto a trasladarme a la Casa Blanca'.
Su campaña no ha querido desperdiciar este furor para ofrecer a sus seguidores un chaleco estilo Santorum oficial por la 'módica' cantidad de 100 dólares de aportación para que el aspirante siga adelante.
'Perfecto para demostrar la solidaridad con los verdaderos conservadores, este chaleco es una gran manera de mostrar su apoyo a Rick', decía la web oficial de Santorum, que los puso en circulación por un tiempo limitado.
Apelando al patriotismo de su campaña remarcaba que era 100 por cien algodón y estaba fabricado en Estados Unidos. 'Viene en color gris y puede ser suyo por su contribución', apelaba a los posibles contribuyentes.
La idea funcionó.
Lamentablemente no todos sus seguidores podrán lucir su chaleco oficial en la próxima cita en las primarias en Carolina del Sur ya que la demanda ha sido tal que, según indican en su pagina web, tardarán entre cuatro y seis semanas en llevar el pedido a casa.
La campaña de Santorum ha dicho que ha logrado recaudar 100.000 dólares gracias a esta iniciativa y ya están preparando una nueva colección de cara a las primarias de Carolina del Sur, donde los votantes acudirán a las urnas el próximo 21 de enero.
El equipo del aspirante prepara un modelo en naranja brillante para los aficionados a la caza que según adelantan algunos medios podría llevar una inscripción que hiciera referencia al derecho de portar armas, siguiendo un juego de palabras que ha hecho el candidato.
El mismo es consciente del éxito de su chaleco, como reconoció en una entrevista en el programa de televisión de Sean Hannity, en la que consideró que está empezando una tendencia.
'Este es el atuendo de la campaña, hemos escuchado de varios minoristas que las ventas del chaleco se han incrementado desde que empecé a llevarlo', dijo Santorum.
Sin embargo, pese a la fama que ha ganado su chaleco, la popularidad del candidato ha ido descendiendo en las encuestas y tras el impulso que obtuvo en Iowa -gracias o no al chaleco-, no le va a quedar mas remedio que arremangarse la camisa y ponerse manos a la obra para evitar que se apolille en el armario. Elvira Palomo