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A tres años de la reforma de salud de EE.UU., siguen las críticas

El presidente de EE.UU., Barack Obama, celebró hoy el tercer aniversario de la reforma de salud y que, a su juicio, está ayudando a reducir los costos de salud en el país, en medio de críticas de los líderes conservadores.

La reforma sanitaria, promulgada el 23 de marzo de 2010, 'dará a las familias de clase media que trabajan duro la seguridad sanitaria que merecen y protegerá a cada estadounidense de los peores abusos de las compañías aseguradoras', dijo Obama en un comunicado emitido por la Casa Blanca.

Obama señaló que la reforma ofrece cobertura gratuita a servicios preventivos como mamografías y exámenes físicos anuales para ancianos y, en aras de la salud fiscal, 'el crecimiento de los costos de salud está comenzando a disminuir'.

La reforma de salud prohibe que las aseguradoras cancelen pólizas de seguro, denieguen cobertura o cobren más a las mujeres que a los hombres y, muy pronto, tampoco podrán negar cobertura a personas con condiciones médicas pre-existentes como el cáncer o el asma, señaló.

A partir de octubre próximo, los individuos y pequeños negocios en EE.UU. tendrán la opción de acceder a los llamados 'intercambios' en el sector privado que, según Obama, ofrecerán flexibilidad en el tipo y costo de cobertura.

Agregó que, contrario a lo que argumentan sus críticos, nadie estará obligado a cambiar de seguro médico y habrá ayuda financiera disponible para quienes no puedan pagar un plan de salud.

'Aún queda mucho por hacer para la aplicación de esta ley, y espero trabajar con líderes de ambos partidos para ayudar a los estadounidenses a ahorrar dinero en el cuidado de salud, y ampliar la seguridad de cobertura a cada familia', puntualizó Obama.

La reforma fue aprobada por un Congreso altamente dividido sobre cómo reducir los costos de salud y a la vez ampliar el acceso y calidad de la cobertura médica.

Sus detractores, la mayoría republicanos, bautizaron la reforma con el peyorativo de 'ObamaCare' y desde siempre han insistido en que es una costosa injerencia del Gobierno en la economía.

La ley de la reforma sanitaria se ha aplicado de forma paulatina pero la parte más controvertida entrará en vigor en enero próximo, cuando exija que casi todos los estadounidenses tengan un plan médico y que las grandes empresas lo ofrezcan como beneficio, o afronten fuertes multas.

En 2014, también entrará en vigor la expansión obligatoria del programa federal de 'Medicaid', que da cobertura médica a gente pobre, y la puesta en marcha de los 'intercambios' de salud, financiados parcialmente con subsidios federales.

La secretaria de Salud, Kathleen Sebelius, dijo el viernes que, entre otras cosas, la reforma ha permitido a más de 6.3 millones de ancianos un ahorro colectivo de más de $6,100 millones en recetas médicas; cerca de 71 millones de personas han ampliado su acceso a cuidados preventivos gratuitos, y 47 millones de mujeres tienen acceso a más servicios preventivos.

Tres años más tarde, sin embargo, la reforma sanitaria continúa generando polémica.

Una treintena de estados ha presentado demandas en tribunales federales para impugnar la legalidad de la reforma, y se quejan en concreto de la expansión de 'Medicaid' y los 'intercambios' de salud privados.

El presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., el republicano John Boehner, dijo hoy en un comunicado que la reforma sanitaria no ha producido la flexibilidad, creación de empleos y reducción de costos que prometieron los demócratas en 2010.

Debido al aumento en los costos de planes de salud, cerca de siete millones de personas corren el riesgo de quedarse sin seguro médico, incluyendo millones de pobres y ancianos de grupos minoritarios, argumentó Boehner.

'Los pequeños y grandes negocios ya señalan al impacto de ObamaCare como una de las razones para planear despidos y una renuencia a contratar más empleados', agregó.

Esta semana, la Cámara de Representantes, bajo control republicano, aprobó una medida presupuestaria que pide la anulación de la reforma sanitaria, pero ésta tiene escasas posibilidades de ser aprobada en el Senado, controlado por los demócratas.

Barack Obama, presidente EEUU (Archivo EFE)
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