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Amigos boricuas recuerdan a James Foley

Recordar a James Foley, cuando estudiaba historia en 1992, es ver inmediatamente su abundante melena castaña que caía a ambos lados de su rostro y su sonrisa de dientes separados que exhibía casi todo el tiempo, una imagen que dista de la difundida por los militantes yihadistas la semana pasada, minutos antes de que fuera decapitado en Siria.

El vídeo, que circuló mundialmente, muestra al periodista con una túnica anaranjada, la cabeza rapada y las manos atadas detrás del cuerpo. Pese a la discrepancia de esa imagen con el recuerdo, el puertorriqueño Thomas Trebilcock, quien fue compañero de estudios de Foley en la Universidad Marquette, pudo recordar una sola ocasión en que el norteamericano tuvo la cabeza afeitada anteriormente: cuando enseñó a un grupo de reos a leer y escribir en una cárcel, en Chicago (Illinois). Lo hizo 'para parecerse más a ellos y que se sintieran cómodos', detalló.

Cuando la mayoría de los universitarios querían ostentar cargos prestigiosos, 'él quería ser maestro', recordó Trebilcock. 'Su deseo no era ser millonario, su deseo era ayudar', comentó quien fue uno de alrededor de cuarenta puertorriqueños que estudió en la institución jesuita durante ese tiempo.

Foley venía de una familia numerosa de cinco hermanos, en el estado deNew Hampshire. 'Siempre bien alegre, con tremendos valores', recordó Joanna Bauzá, quien se hizo amiga de él cuando este tomaba un curso de español y acudía a ella para ayuda. Bauzáse casó con Tim Mullen, el compañero de cuarto del periodista, por lo que mantuvieron una relación estrecha durante veinte años.

La puertorriqueña acudió al reencuentro, en casa de los padres, luego de que Foley fue liberado en 2011del régimendeMuammarGaddafi en Libia, donde permaneció arrestadodurante 44 días. La campaña que su familiainició para traerlo de regreso, provocó reseñas de prensa y llegó a oídos incluso de uno de los hijos de Gaddafi,así como de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton,hasta que fue llevado a corte y liberado.

Pese a que los editores de Global Post, el medio con el cual colaboraba, indicaron en conferencia de prensa que trataron de retenerloen Estados Unidos al ofrecerle un puesto como subeditor de noticias, en cuestión de meses ya estaba peleando para regresar a la calle. 'Él buscaba reportar acerca de cómo la vida de los seres humanos normales se afectaba', contó Trebilcock.

Durante su rápida visita a Puerto Rico, en 2000, también buscó esa adrenalina. Vino como invitado a la boda de Mullen y Bauzá, donde era uno de los caballeros, pero no pudo evitar pasar antes porVieques, donde se estaba librando una batalla por la salida de la marina estadounidense. 'Después no tenía cómo regresar. Pensaba que no iba a llegar a tiempo a la boda', contó Bauzá.

Cinco años después, visitó la isla nuevamente. De frente al mar, le comentó a la pareja que lo más que le gustaría en la vida era estar en Piñones, con una cerveza Medalla, mirando el mar. Pero ese deseo de relajación le duraba poco.Jim, como le decían sus seres queridos, sentía que 'tenía un llamado'. No podía aceptar un trabajo de escritorio: tenía la urgencia de observar en primera línea los horrores de la guerra para contar las historias de quienes se veían afectados por ella.

Titubeó, según Bauzá, cuando le preguntaron si volvería a Libia, pero de hecho regresó en poco menos de un año para cubrir la caída del régimen de Gaddafi. 'Se veía confundido porque tenia ya una novia, estaba junto a su familia y amigos, pero había dentro de él ese deseo de ayudar a esa gente... Se identificaba con estas personas que estaban allí', aseguró la puertorriqueña.

De ese primer secuestro, Foley contaba lo mucho que le afectó que a uno de sus amigos periodistas le dejaran tirado en el desierto. Cuando vio que su compañero estaba herido, salió de la duna de arena y les dijo a los soldados que no dispararan porque eran periodistas. Pero le golpearon con un rifle en la cabeza, y dejaron a su amigo en el desierto. Foley utilizó entonces el dinero recaudado por sus familiares y amistades para donárselo a la esposa y a los hijos de Anton Hammerl, elfotoperiodistasudafricano que fue asesinado por los soldados.

El propio Foley, poco después de su liberación del cautiverio en Libia, admitió en un conversatorio ante la escuela de periodismo de la Universidad Northwestern donde estudió, que precisamente haber estado expuesto a esa violencia le había dado una fuerza irrevocable: 'Cuando ves algo muy violento, te hace una cosa extraña... No siempre te repela. A veces te hace más cercano... Es una extraña especie de fuerza', reportóThe Washington Post.

Durante la noche del martes, sus compañeros de estudio en Marquette se unirán a una vigilia en su honor a partir de las 7:00 p. m. en la Parroquia Perpetuo Socorro en Santurce.

Tim Mullen, Joanna Bauzá y James Foley se hicieron amigos durante el bachillerato. (Suministrada)
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