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SAN JUAN WEATHER
Opiniones

Frente al colonialismo y a la alternancia incompetente PNP-PPD

Columna de opinión de Víctor García San Inocencio.

Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Archivo/Juan R. Costa

El mundo está lleno de sistemas bipartidistas en muchísimos Estados que no son colonias. De hecho, la política colonial que suele imitar a la de las metrópolis suele ser bipartita como resultado de esa reproducción. La causa política mayor de los males de Puerto Rico es el colonialismo, no el bipartidismo. Claro está, que como cualquier país del mundo, Puerto Rico comparte muchos de sus problemas con los demás, con la diferencia de que el colonialismo los agrava en extremo.

Tan medular es el tema de la condición o status colonial que todos los partidos , aunque no lo atiendan, lo mencionan. El PPD, que le huye a esas definiciones como el diablo a la cruz, intenta evadir el asunto con una resolución a rastras de hace más de una década, donde afirma querer buscar un ELA que no sea, ni colonial, ni territorial en amorío permanente con los EEUU. El ahora partido político, MVC, rehuye oblicuamente del tema, y lleva también a rastras, el mantra de una asamblea de status, vehículo procesal, que no define nada, mientras muestra una oportuna alergia a asumir ninguna opción de status, pues casi se copian aquella invitación de “la Casa Grande” de los populares.

Trabajar contra el colonialismo, es decir, para desensamblar el sistema de resortes , procesos y estructuras que lo habilitan, debe ser el objetivo central de la acción transformadora (y aún la revolucionaria) de quienes vivimos en una colonia y nos apesta el colonialismo. Confundir el objetivo --aunque sea coyuntural u oportunistamente-- y reducirlo a acabar con el bipartidismo, es invertir las causalidades con resultados que han probado ser aparatosos demasiadas veces en muchos lugares. Así, la desaparición del bipartidismo ha supuesto de tiempo en tiempo, la consolidación de regímenes unipartidistas, o cero-partidistas; como también ha propiciado la creación de carteles de agrupaciones políticas que terminan comportándose como si fuesen un solo partido, al claro servicio de terribles intereses. Para no hablar de la balcanización de Estados que pugnan por no ser fallidos. No se trata de determinismo. Hablamos de una simple observación histórica de más de dos siglos.

Esta clandestinidad para dejar de asumir una postura anticolonial e independentista de todos los partidos en la contienda --excepto el PIP--acusa precisamente oportunismo, y una especie de actitud condescendiente y degradante hacia el electorado. Romper con el bipartidismo tomado sólo, es un objetivo iluso, porque la topografía de la política termina por señalar y discurrir en dos polos o fuerzas. El régimen de los partidos políticos, ya nos lo advertían los científicos políticos y sociólogos de temprano en el siglo XX, se desliza casi inescapablemente a la prepotencia de un partido y al posibilismo de otro. Ello permite cínica y descaradamente que cuando la lucha es entre dos, uno reclame ser "menos malo que el otro". (Como sucede con el PPD y el PNP.)

Aun en los sistemas parlamentarios donde el bipartidismo parecería no sobresalir, siempre está presente, cuando el partido que no obtiene mayoría absoluta busca alianza con una tercera o cuarta fuerza menor. Ese sistema que no está en el diseño jurídico y político puertorriqueño, alimenta una cierta pluralidad, a la par que inestabilidad, porque esas alianzas suelen pender de un hilo.

Algunos creemos que un sistema parlamentario sería mejor que el sistema de separación de poderes en tres ramas. Ello, porque conjugan, sin hipocresías, pero con controles, al Ejecutivo y al Legislativo. Para conseguirlo en Puerto Rico, tendríamos que descolonizar e independizar al país, proponer un nuevo ordenamiento y romper con el diseño creado y exportado por EEUU --no sin descrédito cada vez mayor a causa de su resultado oligárquico-- a decenas de países en el mundo. Pero otra vez, el problema no es el de la forma de gobierno, se trata de la sustancia, y de cuánto se aproxima un sistema de gobierno a formas más participativas y que sean sustantivamente democráticas.

Aun quienes proponen sistemas con segunda ronda para la elección del Ejecutivo, abogan por un binario concurso final entre dos -"bi"-- que suele terminar siendo bipartita. Si menciono este asunto es porque ronda por ahí, una confusión política sobre objetivos y metas entre algunos electores y partidos, que parecen haberse tomado una píldora amnésica para olvidarse del elefante en medio de la sala: el colonialismo. Con ello quieren plantear que el objetivo de este proceso electoral dentro de tres semanas, es adelantar ---supongo que la posibilidad-- de "romper con el bipartidismo".

Si algo así se consiguiere en algún lugar del mundo, más aún en la colonia del imperio más poderoso --sin acabar en lo mismo o en un engendro peor-- las Academias sueca y noruega que andan por estos días repartiendo los premios Nobel, debieran consolidarlos todos --Física, Química, Fisiología y el de la Paz-- y otorgarlo al prodigioso movimiento que lo consiguiera. De paso, deberían darle el Nobel de Literatura, por supuesto fantástica, a quien así lo haya imaginado por escrito.

No se trata pues, de romper de un estacazo, vía "Grand Slam", jonrón con las bases llenas, el bipartidismo. Se trata de algo mucho más difícil, pero sencillo: Trabajar con paciencia, dedicación, ciencia, inteligencia y verdadera pasión en desmantelar el sistema colonial, y contra las condiciones, que encima de esa perversidad, despojan a la nación de su Polis, del tejido participativo, de su Demos, y de la posibilidad de llegar a grandes acuerdos --que nunca son unánimes- sobre asuntos fundamentales.

Voto desde que tengo derecho, por un partido declarado y bautizado Independentista. Añoro y trabajo por un sistema político, donde se practique y profundice el respeto a los derechos humanos, y se trabaje continua y esmeradamente por la participación ciudadana, la búsqueda del Bien Común y la abolición de las estructuras de opresión, de exclusión y sus inequidades. De hecho, durante 24 años laboré en la esfera legislativa, donde existe una inmensidad de trabajo por hacer y oportunidad de hacerlo, contribuyendo a una estrategia que mientras debilita el sistema de la alternancia bipartita colonial, va de frente contra el coloniaje, y que debilita las narrativas de las estructuras que intentan perpetuarlo aquí y en los Estados Unidos.

Sólo una impresentable miopía o amnesia histórica --observación y memoria afectadas-- o deliberada invisibilización, permitiría que se obviaran los procesos --a veces aluviales y en ocasiones dramáticos-- en los cuales el Partido Independentista Puertorriqueño ha sido y es esencial para debilitar estructuras de control y perpetuación imperial, y para concienciar y combatir la putrefacción gubernativa localmente enraizadas. Menciono sólo algunas para ser breve.

La lucha por la desmilitarización de Puerto Rico.

Durante toda su existencia el PIP y sus militantes --claro que también otros-- protestaron y crearon conciencia sobre los problemas que engendra el militarismo y el culto a la guerra; las decenas de bases militares, y, el reclutamiento forzado por ley y luego económicamente de más de 300,000 puertorriqueños que fueron llevados a las guerras imperiales de los EEUU. El PIP y su gente lucharon asimismo, contra el control de tierras en decenas de bases militares --no sólo en Vieques y en Culebra-- que llegaron a comprender hasta el 13% del territorio y contra la experimentación militar destructora del medio ambiente, de la salud y de la vida Los veteranos puertorriqueños, los soldados y los objetores por conciencia han sido defendidos por el PIP y sus comités de base. Todavía hoy se sigue haciendo, al igual que las campañas anti reclutamiento en las escuelas públicas del país.

La denuncia y lucha contra las maniobras y presencia de la Marina de los EEUU

Desde la década de los años cuarenta, aquí e internacionalmente, fue calando la denuncia y la toma de conciencia contra estas actividades destructoras de la tranquilidad y de nuestros recursos naturales. Las interrupciones en el campo de tiro de Culebra y el encarcelamiento de militantes, esencialmente del PIP, hicieron posible llevar paz a ese municipio en los años setenta. La persistencia de esa lucha, aquí, allá y más allá, llevó a la cristalización de un movimiento masivo, y a la salida de la Marina de Vieques y de Roosevelt Roads, junto con la validación de la desobediencia civil pacífica como método de lucha y de aprendizaje.

Vindicación de los derechos humanos, protección y desarrollo respetuoso del medio ambiente y de-criminalización del independentismo

Aparte de la lucha por la independencia y contra el coloniaje, que es el derecho colectivo mayor, desde siempre la concienciación y las luchas civiles y judiciales por los marginados, los excluidos y los que son privados de los derechos fundamentales, ha sido una constante del partido político que no es de la alternancia colonial del bipartidismo. Trátese de la lucha por los estudiantes de todas las corrientes abusados por el Departamento de Educación, de los maestros y el personal; de los universitarios; de los derechos de las personas con condiciones especiales; de las comunidades que han sido marginadas, incluyendo las LGBTT y otros; las luchas de los empleados públicos; las luchas ambientales --para mencionar algunos-- la gente del PIP ha estado ahí en batalla. Notoria mención merecen las luchas ambientales contra el superpuerto, la pretendida explotación minera, la quema de combustibles fósiles, el depósito de cenizas, las siembras para la producción de semillas transgénicas, la protección de nuestras costas y acuíferos. Difícilmente exista una lucha ambiental importante en el país --desde Guayama a Peñuelas, desde Guayanilla hasta Arecibo; en la Cordillera; desde Barceloneta a Luquillo, entre otras, donde la militancia del PIP no esté mano a mano con las comunidades y con otras organizaciones para dar las batallas.

Particular recordatorio merece la lucha contra el carpeteo, la persecución política y el discrimen. El caso judicial de las carpetas es quizás emblemático de un esfuerzo profundo que ha tomado décadas en ese proceso de de-criminalización que prosigue, a pesar de la insistencia de algunos sectores políticos de esconder el anhelo de libertad e independencia patria.

Denuncia, combate y conciencia sobre la corrupción gubernamental

Este ha sido sin duda, un proceso largo y aluvial donde los legisladores del PIP municipales, y en el Capitolio, han tenido y mantienen absoluto relieve, a través de la litigación, la investigación y denuncia; la creación de instrumentos de fiscalización y la fiscalización de esos instrumentos. El mito de la pureza administrativa de los partidos de la alternancia PNP y PPD, ha ido colapsando en los pasados 35 años, gracias a esa labor incesante que le ha correspondido hacer al PIP, que comenzó mucho antes de sus destellos actuales.

Denuncia, descrédito y desgaste internacional y localmente, y en Estados Unidos de las fórmulas coloniales del ela y de la estadidad

Si algo no debe ser difícil de reconocer es la aceleración del descrédito de las fórmulas de status político de los partidos de la alternancia PNP y PPD, que han quedado desprestigiadas al punto del rechazo, por el trabajo consecuente de muchos, incluyendo el del PIP.

Todo esto --entre tantas otras cosas--- ha ido haciéndolo gente formada en el PIP, para quienes la política es vocación de servir y de procurar el Bien Común. En muchas ocasiones esos militantes lo han hecho enfrentando peligros y sus consecuencias. Se trata de militantes del PIP en cada pueblo que aman la Patria y a toda su gente, y para quienes quieren y para las generaciones futuras, un mejor país. Son personas, conozco a muchos, con más sabiduría política que algunos catedráticos; sin andar pavoneándose en sueños de una noche de verano.

Entre los más de mil de candidatos del PIP hay personas de distinta experiencia en diferentes luchas, y renuevos que desde niños y adolescentes se han sumado al esfuerzo de otros. Distingo a quien encabeza la papeleta a la gobernación, al licenciado,Juan Dalmau, pues llevo más de veinte años viéndolo desde cuando él era adolescente en las lides estudiantiles, encarcelado en la lucha de Vieques, metido en las comunidades, en los piquetes y en los reclamos estudiantiles, comunitarios, ambientales y obreros; en el trabajo electoral como Comisionado, y como Senador y portavoz del PIP. Juan no habla de lo que especula que podría pensar hacer. Lleva la mitad de su corta vida, acorazándose y formándose en la lucha. Tiene conocimiento, experiencia, quehacer, principios incorruptibles y carácter. Hace, no habla. Ha hecho y seguirá haciendo, no especula sobre lo que piensa que hará.

Por razones de vida --de vivencias reales, tangibles, no Babélicas-- los militantes y los más de mil candidatos del PIP saben que ni el colonialismo, ni el bipartidismo son entelequias; tampoco gigantes, ni molinos de viento. Saben desde siempre que son retos que existen siendo ambos resultado de procesos complejos que no se resuelven simplemente por inteligencia, optimismo o buena voluntad, Saben que contrarrestarlos necesita de un meritorio trabajo consecuente, que por ser intergeneracional, toma tiempo, tiene aciertos y errores, luces y sombras; procesos dialécticos --el concepto está en el diccionario todavía-- y algo más, y no modismos calcados o plagiados de otras latitudes.

Triste cosa es creer que esa militancia del PIP no lee, ni estudia, ni dialoga. Pues está siempre en diálogo, en tensión dialéctica, con la realidad, algo que llaman praxis, y con la gente. Otra cosa son los votos. A veces se consiguen más, otras, menos. El respeto está ahí, y va en alzada.

Los partidos de la alternancia colonial siguen aflojándose. Por ello, algunos debieran cuidarse de no aflojarse con delirios de demolición pitagóricos. Desensamblar las estructuras del sistema es un poco, " un poquito" más complicado.

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).