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Opiniones

Van a la guerra

El PNP se adentra a este proceso e irá a las elecciones con tres strikes: su peśimo récord de incompetencia y corrupción; las primarias y la hemorragia continua de votos que se acelerará.

Licenciado Víctor García San Inocencio, columnista de NotiCel.
Foto: Juan R. Costa

Van a la guerra. Es una guerra falsa, cruenta, pero monga, aunque les irá muy mal. Cada uno tiene el mismo objetivo: hacerse de la candidatura a la gobernación, para retenerla, para cortar el bacalao y ostentar un poder que no tienen ---en la colonia nunca lo hay--- para enriquecerse, hacer monumentos al amiguismo, la prebenda, la compra o alquiler de conciencias y para no reparar en su guiso fraticida.

Afirman que engañan hasta los de ellos mismos, como decía Ricky el ex-gobernador fugitivo echado de Fortaleza; están dispuestos a ofender, a mentir y a perseguir a los suyos,como se queja la Comisionada Residente, mientras que repiten como el papagayo, que por más que se acuchillen los unos a los otros, al final de su guerra civil, luego de ocho meses de campaña primarista, volverán sus electores felices, como perdices o corderitos a votar en noviembre por el “líder” que haya prevalecido.

Las elecciones pasadas demostraron para el PNP otra cosa. La primaria los llevó a reducir sus votos a gobernador a un 33 por ciento, 20% menos que el voto por la estadidad en el chanchullo a lo que llamaron plebiscito. Fueron muchos los electores del PNP que hastiados del trío Ricky, Wanda, Pierluisi, ---y de las corruptelas abundantes en el PNP--- emigraron a otros partidos o votaron por otros candidatos a la gobernación, o simplemente, no fueron a votar. El PNP subestimó el daño autoinflingido e intentó encubrirlo con haber ganado raspa cum laude la gobernación. De hecho, el PNP perdió la Cámara y el Senado, la mayor parte de los municipios y como dicen, “hasta el pueblo del niño”.

Casi tres años después de que la casa de su “administración” se les ha caído encima por sus escándalos de corrupción e incompetencia, parálisis y persecución, se le fue su primer alcalde incumbente para Proyecto Dignidad, harto de los aguajes, las mentiras y las falsificaciones que son moneda común en la dirección del PNP. El alcalde Javier Jiménez, en su quinto cuatrienio en San Sebastián donde ganó con el 72% en el 2020 y por cerca de 7,000 votos, ha dado media vuelta a sabiendas de lo que son capaces de hacerle los puñaleros ex-correligionarios del PNP. No me refiero a los electores quienes también están decepcionados y hartos de “los santamarías” y “canos” de la vida. Hablo de las elites económicas de guaynabitos y doraditos--- quienes con, o sin caridad, reparten la contratadera que perpetúa su control y privilegios.

Esos “potentados financieros e inversionistas políticos” quieren todo el bizcocho y alimentan esta guerra intrapartido para adelantar sus ambiciones, su egoísmo y su corrupto acaparamiento de lo público al servicio de sus bolsillos.

Primarias

La guerra civil del PNP que durará hasta en su primer round al menos hasta el día de la primaria en junio del 2024, producirá muchas bajas electorales y consumirá cuantiosos recursos publicitarios, ha empezado por liquidar lo poco de credibilidad que le quedaba a la maquinaria publicitaria de Pierluisi y del PNP. El alcalde Jiménez y la comisionada González, en ese orden de importancia la han hecho añicos. Basta escucharlos un minuto como testigos de cargo para ver agrandado el arsenal de los anuncios de campaña que sabemos se escucharán entre junio y noviembre del 2024, de la boca de comer de un ex alcalde PNP y de una comisionada ---Jennifer González--- que quiere apoderarse como presidenta, del lodazal que tan elocuentemente describe desde la trinchera de su ego candidatura a la gobernación.

Porque esto es lo que asegura la primaria: dos bandos en líneas frontales atacándose en prácticamente todas los cargos y escaños en juego, sin otra identidad que la de la ambición y probablemente el vacío. Salvo excepciones, su campaña carecerá de contenidos y de propuestas fundamentadas. Mucho dinero, tiempo y energía invertidos en una lucha fraticida, personalista, donde ni un sólo principio saldrá triunfante. Este proceso de guerra civil liderado por Pierluisi y González, tiene la característica de que ahora es que se enteraron de sus respectivos deméritos, los cuales nunca detectaron durante años de apoyo mutuo. La hipocresía sólo es superada en este conflicto por la ambición personalista.

Habrá que ver cuántos de los seleccionados en un ambiente “tan sosegado, racional y reflexivo”, no acabarán en la tumba de los corruptos. Tanta ascosidad generará este estado de cosas, que la hemorragia de electores del PNP se acelerá. Será un desangramiento electoral en su actual etapa de ocho meses. Apartir de junio el tajo será más largo y profundo.

La retadora de Pierluisi

Aparte de todas las críticas que ha hecho la “líder de los perseguidos del PNP” por la administración Pierluisi, quien ahora, luego de un carrerismo político de al menos dos décadas de complicidades, se percata del desastre; lejos de presentar una idea, simplemente no repara en ametrallarse hasta ella misma. ¿Quién fue presidenta de la Comisión de Gobierno de la Cámara? ¿Quién presidió la Cámara de Representantes? y ¿Quién ha sido Comisionada Residente tanto tiempo que se ha permitido ser cheerleader de Trump y saltarse de bando, aunque sigue siendo republicana? A lo mejor en estos ocho meses de guerra primarista, conseguimos enterarnos de algún logro. Pues fuera de ganar indulgencias con escapularios ajenos y de atribuirse logros que no ha conseguido,fuera de ser cargada en hombros de poderosos intereses económicos, la precandidata primarista del PNP, no ha mostrado el fruto de su trabajo.

Pero la retadora de Pierluisi, hasta hace poco aliada y ahora su apuñaladora principal y envenenadora del PNP, no cesa de reclamar éxitos o logros en su larga estancia turística en la política y el Congreso. Se parece a Donald Trump en eso. Nadie puede hablar de la parte positiva de su gestión.

En ocho meses aparecerá un amplio expediente de sus metidas de pata, una de las cuales nos costó cerca de mil millones de dólares. Supongo que ya estarán haciendo una lista de sus incontables viajes montándose de extra en las delegaciones congresionales. Saldrá el abultado registro de sus ausencias al Congreso que aumentará presumiblemente en los ocho meses de la primaria. En esos ocho meses hasta junio del 2024 y en los siguientes seis meses hasta que concluya su término en Washington, tendrá tiempo para buscar acomodo razonable entre los intereses a los que ha servido, si como pintan las cosas no le va bien en junio o en noviembre.

Pierluisi

Podría ser que el gobernador electo de chiripa, gane alguna simpatía o más bien que provoque un ! ay bendito ! su exposición al proceso de desenmascaramiento. El morador de Santa Catalina sufre la persecución de los fantasmas de LUMA, la Junta de Supervisión Fiscal, el colapso del sistema de salud, el ataponamiento de la obra invisible “suero de brea” que no ha podido adelantar y la ruptura del espejismo publicitario de “las primeras piedras”, unida a la recuperación que no llega después de siete años. Todo esto será un fardo pesado de cargar, particularmente sin una fracción de “líderes” de su partido que esté apoyándole por el abandono o el silencio de una ventajera neutralidad. El PNP se dividirá entre los pierluisistas, los neutrales y los jenniferistas. Tal dispersión hará en extremo difícil, que ni con decenas de millones de dólares de publicidad gubernativa pueda llevar cualquiera que sea su mensaje.

Es posible que quien prevalezca en la primaria demoledora quiera echar mano de un plebiscito, último recurso de llamar falsificadamente a las tropas. En ese caso es previsible que esta vez el candidato o candidata a la gobernación del PNP, ni saque la mitad de los votos de la estadidad.

El PNP se adentra a este proceso e irá a las elecciones con tres strikes: su peśimo récord de incompetencia y corrupción; las primarias y la hemorragia continua de votos que se acelerará.

¿Cuánta ambición o vanidad hacen falta para sostener tanto vacío?

El autor es abogado, exrepresentante y excandidato a comisionado residente por el Partido Independentista Puertorriqueño. Posee un bachillerato en Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico y un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la misma institución. Tiene además un doctorado de la Universidad del País Vasco (2016).