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Opiniones

Mi ídolo se convirtió en mi amigo

Reza el viejo presagio: "Cuidado con conocer a tus ídolos, porque estos pudieran terminar por decepcionarte". En mi caso, nada más lejos de la verdad.

Hace unos años, tuve la dicha de estar en el lugar y momento indicado junto a uno de los hermanos que me regaló la vida, Ferdinand Pérez. Inmersos en nuestra platica el dueño del establecimiento que asiduamente frecuentamos, se nos acercó, y gentilmente, nos pidió que le siguiéramos, que había alguien que quería conocernos. Para nuestra sorpresa, encontrarnos allí, solo en una mesa, al indiscutible Caballero de la Salsa, Gilberto Santa Rosa. Uno de mis ídolos, de todos los tiempos, con quien de inmediato, iniciamos una charla tan profunda como divertida y aquel tiempo fluyó, como si nos conociéramos de toda la vida.

Descubrí de inmediato, que de las muchas afinidades que nos unen, la principal es que ambos procedemos de familias humildes de Santurce, y el que nuestros padres siempre estuvieran pendientes y solidarios en cada paso de nuestra evolución profesional. Sin contar, la afición por la buena cocina criolla, y nuestra pasión por las artes. De ese primer encuentro surgirían otros igual de entretenidos como emotivos y sorpresivos. De momento quien era ese ídolo musical al que seguía se convirtió en mi amigo y creció una amistad invaluable.

Como anécdota jocosa del que fue nuestro primer encuentro me veo en la necesidad de relatar la ocurrencia de una de mis múltiples e irreverentes insolencias. Y es que por alguna extraña razón me sentí en la necesidad de sincerarme con Gilberto, a minutos de haberle conocido, y muy a riesgo de que jamás me volviera a dirigir la palabra, le admití que durante el intermedio de una obra que éste coprotagonizó, unos años antes, durante el intermedio abandoné la sala, para nunca regresar.

Con su acostumbrado gran sentido del humor, que le caracteriza, no sólo me perdonó tal afrenta, sino que sostenidamente me la recuerda, en particular, cada vez que nos damos cita para asistir a alguna presentación de alguno de nuestros amigos.

Desde entonces, las sobremesas y las pláticas han sido múltiples y variadas, y la complicidad en cuanto a los asuntos que nos aquejan como país no sólo me demuestran el gran amor que siente por nuestra isla sino la gran confianza con que le apuesta a la capacidad de nuestra gente.

Hemos celebrado juntos grandes acontecimientos y una que otra situación difícil también. Su familia es mi familia, y la mía es la de él.

A principios de este año, viví junto al grupo de músicos que le acompañan, una de las experiencias más gratas de mi vida cuando tuve la oportunidad de asistir a varias de sus presentaciones en su gira por Europa. En particular, un momento que atesoro entrañablemente, es el haberle acompañado en una de sus rutas desde su camerino a la tarima. Justo entonces, se persignó, antes de salir a escena y conquistar el escenario del teatro Coliseum en la ciudad de Barcelona. Vive en mi memoria también el gran encuentro con todos nuestros panas, días más tarde, en su presentación en Madrid, donde como de costumbre hizo vibrar con todo su repertorio, a una localidad abarrotada de público.

Me embarga un orgullo colosal ver cómo en estos días se le extiende ,un más que merecido reconocimiento, a sus más de 40 años de carrera dedicándosele un mural que repasa la misma en el Coliseo de PR, José Miguel Agrelot. ¡Súper merecido brother, sin duda hay Caballero para rato!!

¡Gracias por tu amistad, y por enseñarme que un ídolo también puede ser un amigo por siempre!

El autor es abogado y analista político.