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Política

Muchas palabras para buenos entendedores en renuncia de Vila (análisis)

La Secretaría de la Gobernación es la oficina más importante de la Rama Ejecutiva, pero no va a elección ni pasa por la Legislatura, en vez, depende enteramente de la confianza del gobernador de turno. Usualmente, las personas que sirven en el cargo son el pararayo y 'bulldog' del que está en la silla de la gobernación y, cuando se van, lo hacen usando razones escuetas y trilladas.

La ausencia de este patrón en la renuncia de la secretaria de la Gobernación, Ingrid Vila Biaggi, hace de su salida una elocuente.

Antes de examinar el mensaje hay que recordar el contexto. Bien temprano en el cuatrienio, Vila despuntó como la suplidora de intelectualidad y destreza administrativa para un Gobernador que no tenía mucho de ninguna de las dos. Pero esas fortalezas de una y carencias de otro también marcaron bandos, especialmente con la figura de Jorge Colberg,quien regresó a palacio como director de Asuntos Públicos después de que la gobernadora Sila Calderón lo hubiera despedido y después de que sirviera de estratega en la campaña del Gobernador con el aparente logro cumbre de que las indiscreciones personales del candidato no se difundieran.

El bando de Vila siempre tuvo grandes responsabilidades, aunque era limitado en números y en poder. El otro bando tiene no sólo el Gobernador y a Colberg, sino al exgobernador Rafael Hernández Colón, a las secretarias del Gobernador que le corren agendas secretas y paralelas a las oficiales, y al coordinador de los intereses externos e internos, su hermano Antonio García Padilla.

Eso podría explicar el que, lejos del usual comunicado de un párrafo, al confirmar su renuncia Vila usó técnicas y redacción que no estarían fuera de lugar en un mensaje televisado de cualquier gobernante. Es evidente que quería dejar claros algunos asuntos y marcar contrastes.

Cuáles? El mensaje mismo da un mapa, no sólo de asuntos, sino también de personajes.

El catálogo incluye el ambiente, donde procuró establecer relaciones directas con las agencias federales que ahora mismo tienen en la mira a la Autoridad de Energía Eléctrica; la agricultura, en donde el Gobierno ha dejado de cumplir el criticado acuerdo que anunció el Gobernador con las distribuidoras de leche; la 'salud fiscal' y 'disciplina gerencial' a través de las cuales se han realizado recortes políticamente dolorosos en las agencias y se han impuesto contribuciones políticamente costosas; la educación, que pasa por su momento de mayor ineficiencia administrativa en años, aunque la funcionaria sostiene que los resultados de los cambios se verán pronto; la informática, que debe traer 'un gobierno más transparente y abierto' si es que no se trastea; y el manejo de las relaciones laborales, que se echó a cuestas en negociaciones maratónicas con los sindicatos, mientras el Gobernador celebraba su reunión de clase graduanda en los salones contiguos.

Además del catálogo de 'logros', las expresiones aluden a una cultura de administración que no parecería necesario mencionar, a menos que no sea que se quiera denunciar, o por lo menos insinuar.

Vila asegura que llevó a cabo su trabajo 'con el progreso de nuestro país como norte claro y único, alejado de los intereses que en tantas ocasiones nublan la visión del gobierno'. Además, sostiene que ha hecho 'todo lo que ha estado a mi alcance' y, a la vez, diagnostica que mejorar a Puerto Rico 'requiere mucho más que responsabilidad fiscal y un gobierno dirigido a la gente... (requiere que) todos apoyemos y asumamos la responsabilidad que nos toca para cambiar radicalmente las estructuras de gobernanza en Puerto Rico'.

Cuál fue el techo o la frontera insoslayable que encontró Vila en su misión establecida de hacer cambios radicales más allá del slogan del 'gobierno de la gente'? La respuesta sólo la puede dar ella, si decide expresarse más directamente, o la pueden dar los que le sucedan en el cargo, o la puede dar el Gobernador con sus próximas actuaciones.

Pero en esto último, los indicios de que el sucesor de Vila puede ser el director ejecutivo de la Autoridad de los Puertos, Víctor Suárez, no son alentadores. Suárez fue mano derecha del fenecido alcalde de Carolina José Aponte, fue miembro del club íntimo del Gobernador en la campaña y llegó a Puertos para un tránsito que, además de la venta del Aeropuerto Internacional y un lío de faldas y de ética administrativa, no abonó mucho al resumé.

Lo que haría la entrada de Suárez, o de cualquiera con su pedigree, a Fortaleza es consumar una segunda reunión nostálgica para el Gobernador, la del club de 'los muchachos de la campaña'. La del 'boy's club' para quienes el happy hour en la terraza con los cabilderos y los panas del partido, salpicado con plática de faldas, sería tan o más importante que los planes de política pública. O lo mismo que un escenario perfecto para que los diversos grupos de interés que quieren mantener su status actual, sin cambios radicales, o aprovechando las oportunidades de la crisis para hacerse más privilegiados, ejerzan sus malas mañas de siempre por control remoto.... un control remoto marca 'Hermano Mayor'.

*Historia originalmente publicada a las 5:06 a.m.

Expresiones de renuncia de la secretaria de la Gobernación Ingrid Vila Biaggi - NotiCel_8631

(Josian Bruno/Archivo NotiCel)
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