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Política

El poder que se diluye

La ingeniero Ingrid Vila, quien ostentara el cargo de Secretaria de la Gobernación durante los primeros 21 meses de la actual administración, ha planteado, como alternativa para permitir el cambio que es necesario en Puerto Rico, romper los dos principales partidos políticos. Parecería que el incidente se reduce a eso y nada más. No lo creo. Se trata de mucho más.

Las expresiones de Vila fueron en respuesta a un intercambio con el analista radial Enrique (Kike) Cruz. La reacción del publico fue de parcial aprobación y total sorpresa. Confieso que inicialmente pensé que Vila había cometido un 'faux pas'. De hecho, me dio la impresión de que en los primeros segundos, luego de su sorprendente declaración, Vila estuvo a punto de retractarla por vía de la explicación que diluye. Pero, no. Vila se mantuvo en su posición. La reacción del partido fue contundente, pero inefectiva. Más allá de recordarle que fue parte integrante del gobierno actual. Hay poco que puedan hacer los oficiales del PPD. Lo dicho, dicho está.

Luego de unos días de escuchar los ataques que ha recibido la exsecretaria de la Gobernación de miembros del PPD, les tengo que confesar que he concluido que sus declaraciones no deben sorprender a quien haya observado el desarrollo sufrido la sociedad puertorriqueña durante las pasadas décadas. Los partidos políticos se han convertido en causantes de gran parte del deterioro económico y social que sufre el país.

El fenómeno está lejos de circunscribirse a Puerto Rico. Las instancias en que el poder que ostentaban los partidos políticos se va deteriorando, abundan. La emergencia de facciones y grupos espontáneos se está dando como un fenómeno verdaderamente global. Solo para ilustrar el punto, basta con mencionar los 'ocupa'. que nacieron en Tailandia, y sus primos hermanos, los 'indignados' de la Plaza del Sol en Madrid. Este grupo ha parido al el resultante partido 'Podemos'. Movimientos, segmentos y organizaciones que reclaman derechos usurpados o aún protegidos por el sistema para trabajar en contra del sistema mismo. Pequeños grupos logran convertir el sistema de toma de decisiones en que se fundamente la democracia, v.gr., gobierno por regla de mayoría, en un sistema donde el poder se ejerce, por vía del veto, desde las minorías.

Con la perdida de su hegemonía, los partidos tradicionales han perdido capacidad para ejecutar las acciones derivadas de sus posturas programáticas o de circunstancias que en un momento de crisis lo requieran. Han perdido la capacidad para aquilatar las cambiantes condiciones y ajustarse a ellas. Todo lo contrario, los partidos tradicionales se aferran al pasado conocido ante el temor que les infunde el presente que no comprenden y el futuro que les aterra.

Hoy, tanto el PPD como el PNP están bajo ataque de facciones internas que hace cada día más difícil la gobernanza. Tan seria es la situación en el PPD que en estos momentos no puede decirse categóricamente que el partido de gobierno tenga la mayoría en la legislatura. La facción soberanista ha encontrado un flanco débil y ataca con determinación bloqueando piezas legislativas consideradas cruciales por el ejecutivo para lidiar con la crisis fiscal. En la lucha que luego se desdobla, la facción se fortalece, mientras el partido y el gobierno muestran cada vez mayor debilidad.

Un ejemplo dramático de los resultados provocados por la mencionada facción es la derrota de la propuesta del gobernador para la transformación del sistema tributario. La gran paradoja de nuestras circunstancias consiste en que, impulsado por una filosofía interventora paternalista, el gobierno adquirió una escala desproporcionada en tamaño, pero incapaz de gobernar. El enorme aparato de gobierno es hoy de tal porte que paraliza el esfuerzo productivo privado y público.

En las pasadas décadas, el sector público se ha inflado adquiriendo características propias de las que se observan durante ciclos de 'exuberancia irracional'. Las expansiones que se desbocan, a la larga se hinchan y revientan. En esas estamos en lo que se refiere al gobierno.

Pero, además, hay fuerzas que están trabajando en contra de la lógica de organización de los dos pasados siglos. De ahí que la 'solución' que propone la ex Secretaria de la Gobernación de Puerto Rico no pueda ser descartada como una mera expresión de frustración exagerada. De hecho, la quiebra de los partidos políticos de Puerto Rico es un evento probable en el corto horizonte.

Las promesas rotas de candidatos y partidos, la capacidad que hoy ofrece la tecnología para organizarse de forma casi instantánea, entre otros factores, establecen un nuevo libro de reglas para las organizaciones que conocemos. Pequeños grupos y hasta individuos, son hoy capaces de ejercer un poder de convocatoria que hasta hace dos décadas estaba muy reservado.

La burbuja del gobierno-todo-poderoso ha reventado. El poder se disipa y los remanentes de las organizaciones políticas y económicas de los siglos XIX y XX se pelean por los despojos. El momento histórico que nos toca vivir está lleno de incertidumbre. Contrario a lo que sucede en sociedades agrarias, el pasado ya no será guía para anticipar el futuro. Todo se transforma, desde el clima del planeta, hasta el concepto de la familia, la organización de la producción y el comercio. Todo se transforma ante nosotros en un acelerado proceso de metamorfosis y mutación que nos maravilla y, a la vez, nos aterroriza.

Lo que en realidad confrontamos como sociedad es una pregunta fundamental: será gobernable el Puerto Rico contemporáneo?

*El autor es doctor en Economía.