Carmen Judith disfruta al máximo su segunda oportunidad de vida
Carmen Judith López conoció lo que era el dolor, sufrimiento y tiempo de prueba tan pronto como a la edad de 14 años; aunque ya había experimentado una serie de desórdenes en su salud, fue en plena adolescencia el inicio de las complicaciones. No tenía fuerzas, sentía un cansancio eterno, lucía delgada y siempre sentía mucho dolor. Estaba hinchada de tanto líquido retenido y padecía un constante picor.
Luego de varios exámenes médicos, el médico que la examinó le recomendó a Carmen la necesidad de un trasplante de hígado ya que estaba en inminente riesgo de muerte. El propio doctor hizo las gestiones vía teléfono a un hospital en Pittsburg. Aunque al principio los arreglos no resultaron tan fáciles, no perdimos las esperanzas. Gran cantidad de gente esperaba por un hígado, los costos del trasplante eran grandes para nosotros que éramos una familia humilde de Lares; y otra serie de asuntos surgieron en el camino. Finalmente pude trasladarme con mi madre a Pittsburg. Allí nos hospedamos en una casa de familia y desde donde nos transportábamos al hospital. Al llegar, todo comenzó a complicarse por problemas con la vesícula; hasta que cayó en un paro biliar.
Mientras ella permanecía en Pittsburg junto a su madre, una de sus hermanas organizó un comité de ayuda para levantar fondos y sufragar los gastos médicos que eran de $300,000.00. No tenían dinero, pero sí había un pueblo de Lares unido y mucha gente comprometida con ayudarles. Las oraciones tampoco faltaron.
Cuando llegó al hospital estaba casi muerta, amarilla, hinchada como un globo; y con un dolor del que no se quejaba para no preocupar a su madre, quien sufría terriblemente con cuanto aquejaba a su hija.
Estuvo hospitalizada por 15 días, con mucho dolor, aunque sin miedo, nunca pensó en la muerte; aunque era lo que le esperaba si no aparecía prontamente un hígado para el trasplante.
Los días pasaban y su condición empeoraba. Sangraba dormida lo que representaba un peligro adicional. Su familia sufría con ella su enfermedad y en su hermoso pueblo de Lares todos oraban y hacían lo imposible por recaudar el dinero necesario para ayudar a su familia, mientras esperaban por noticias. El 15 de junio de 1991, llegó su milagro de vida. Ese hígado que tanto necesitaba apareció. Se activó una hermosa cadena de oración y Carmen entró confiada a la sala de operaciones, sabía que Dios estaba en control.
Cuando despertó al día siguiente enseguida sintió algo distinto. Cuando se miró en el espejo vio cómo su cara había recuperado su color normal. Se sentía fuerte, como hacía mucho. Sentía una sensación de vida nueva, sabía que su recuperación era real. Su cuerpo se adaptó muy bien al hígado y nunca tuvo complicaciones. Veintitrés años han transcurrido y en ese tiempo Carmen volvió a hacer su vida normal, culminó sus estudios de enfermería. Hoy día trabaja y vive agradecida de Dios por las fuerzas y el milagro de vida con el que la bendijo. Su hogar ha sido por los pasados veintitrés años un centro de información para dar luz sobre las enfermedades del hígado.
La historia de Carmen se parece a la de cientos de pacientes que tuvieron que viajar a los E.U. para recibir un trasplante pues en la isla no existía un programa de trasplante de hígado. El tiempo ha transcurrido y desde hace dos años nuestra isla cuenta con un exitoso programa de trasplantes de hígado en el Hospital Auxilio Mutuo. Más de 55 pacientes han sido trasplantados y muchos se encuentran en proceso de ser evaluados. Gracias a la habilidad y destreza de estos excelentes profesionales y a la generosidad del nuestros donantes, estamos haciendo posible muchos milagros de vida.
Para más información sobre los procesos de donación y trasplante puede comunicarse al 1-800-558-0977 o acceder a: www.lifelinkfound.org.