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Reyes de la tradición: 'Mis abuelos lo hacían, mi mamá lo hacía, yo lo hacía... lo van a seguir'

En el Parque Luis Muñoz Marín, Belkys Vargas, de 58 años, veía desde la grama a su nieta y su hija mientras caminaban cerca de los chorros de aguas de la fuente que ubica al centro de la instalación municipal. Llegó con ellas principalmente por el bien de su nieta, a quien le desea inculcar el valor de la celebración de los Reyes Magos.

'Mi nieta, la estamos envolviendo lo que es Reyes. Donde quiera que sabemos que hay unos Reyes la llevamos para que, desde ahora chiquitita, pues que sepa que esto es parte de nuestra cultura que no se puede perder', explicó en conversación con NotiCel ayer, domingo, en la víspera del Día de los Reyes.'Yo les contaba a mis hijos que yo extrañaba que las calles se llenaran de bicicletas. Porque la bicicleta era como que de los Reyes. Los juguetes eran de Santa y las bicicletas eran de Reyes. Entonces la calle se llenaba de carritos, de bicicletas, de los juguetes buenos', añadió, rememorando las festividades durante su juventud.Para Belkys, los cambios en cómo se celebraba el Día de Reyes en su epoca y cómo se celebra ahora se limitan al aspecto comercial, con menos inventario de regalos disponible en la primera semana de enero en las tiendas. Las cajas con grama, no obstante, siguen como constantes tradicionales que han perdurado.'Yo pienso que esto es generacional (dejar una caja de grama a los Reyes). Ha pasado de generación en generación, que es lo que es la cultura porque eso es lo que mantiene la cultura viva que cada generación lo fomente, que sea contínuo. Y yo pienso que es eso. Mis abuelos lo hacían, mi mamá lo hacía, yo lo hacía, ella lo hacía, lo van a seguir haciendo, porque si no, la cultura se pierde, porque eso es lo que la hace viva', expresó.La tradición puertorriqueña dicta que cada 5 de enero, día de la víspera del Día de Reyes, los niños (y en ocasiones los niños de corazón) buscan una caja - normalmente aquellas que se reservan para empacar calzado nuevo - para rellenarlas con grama y ubicarlas bajo el árbol de Navidad como ofrenda a los camellos de Melchor, Gaspar y Baltazar.La tradición tambien dicta, curiosamente, que quienes obsequian esos regalos a los niños y los ubican bajo el árbol familiar, tambien deben procurar por regar la grama fuera de la caja y en toda la habitación, como para dar la impresión que los camellos de estos tres Reyes Magos efectivamente llegaron al interior del hogar.Actividades similares a la del Municipio de San Juan en el Parque Luis Muñoz Marín se llevaron a cabo ayer en toda la Isla, centradas en la entrega de cajas. Fortaleza y la gobernadora hicieron lo propio y tambien entregaron cajas, quizás conscientes todos del valor cultural y tradicional de un objeto tan simple - aunque no por su propia cuenta.Entre las fuentes del parque y el área donde ubicaron la tarima, sentados en un largo banco de concreto, Felix López y su esposa Esther Perez disfrutaban de conversaciones con otras personas a sus lados mientras tocaba una banda de plena. Felix no es muy fanático de las tradiciones navideñas relacionadas a Santa Claus, señalándolo directamente como una falacia y contrastándolo con la figura de los Reyes Magos, quien asegura existieron, según testifica el evangelio católico.'Los Reyes los celebramos porque fue la verdad que llegaron al niño Jesús. Para mí, si no conoces a Jesús y no tienes experiencia con el, no vas a conocer a Dios', dijo Felix.En sus años como padre de hijos pequeños, según contó Esther, Felix solía ser la persona que despertaba temprano para regar la grama. Su compromiso con el Día de Reyes era tal que incluso llegó a montar un columpio para su hija pequeña a tempranas horas de una madrugada lluviosa, para que despertara con el encanto de que los Reyes del Oriente le trajeron el regalo tal cual.'Esa es la Navidad, eso es lo que significa, amor hacia la familia', comentó Esther.En otra parte del parque, en uno de los bancos bajo un corto paseo elevado y cercano a donde los tres Reyes Magos se ubicaron para tomarse fotos con las familias que llegaron, Pablo Trinidad, de 62 años, descansaba en la sombra mientras sus hijos hacían la fila. Confesó que, aunque nunca exigió a sus propios hijos que dejaran una caja con grama, lo hacían, lo que lo obligaba a despertar temprano y regarla en la sala de su casa, antes que sus hijos despertaran.En su caso, la mitad de su familia extensa - 21 hermanos y hermanas para ser exacto - se mudó a la ciudad de Chicago hace años, algunos falleciendo allí sin oportunidad de regresar a la Isla. 'Siempre se reunía la familia, siempre los hijos de uno tenían sus obsequios de Reyes. Allá salían mejor porque allá era Santa Claus y los Reyes, aunque aquí pasa lo mismo', dijo Pablo.Antes que partiera a tomarse su foto con sus hijos y nietos, Pablo comentó que la tradición del Día de Reyes 'se ha modificado, pero no es una cosa de que hayan cambiado'. La raíz de la celebración sigue siendo la misma, añadió: 'Nosotros creemos que llevaron tres regalos al niñito Jesús. Oro, incienso y mirra'.Muchos niños salieron del parque en la tarde con sus propias ofrendas de grama preparadas, particularmente aquellos que viven en lugares donde abunda el cemento y escasea el verde. Fueron muchos más los que hicieron lo mismo en toda la Isla. Pero podemos descansar tranquilos y celebrar el Día de Reyes con la confianza que la tradición de las cajas con grama para los camellos de los tres Santos Reyes perdurará en todo su esplendor, por el resto de nuestras vidas.

Celebración de la tradición de los Reyes Magos de Juana Díaz en el municipio de Barranquitas, 2019. (Juan R. Costa/NotiCel)

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