Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
UPR

Para qué fue el paro?

Da la impresión de que los círculos estudiantiles a favor del paro en el recinto universitario de Río Piedras el 14 y 15 de mayo hicieron con la asamblea multisectorial lo que tenían en mente de antemano. Si fue así sugeriría astucia, una virtud sin embargo insuficiente. Pareció un 'golpe de teatro'. No sabemos sin embargo que logró el paro.

De no ser por el receso, es posible que el paro hubiese provocado desaveniencias o se hubiera nutrido de la resignación y apatía de muchos estudiantes. Su anuncio gozó de simpatía espontánea dado el ambiente de meses cargado de antipatía hacia la deuda, pero quizá gatilló calladas reacciones contrarias y, más aún, sarcasmo por el absurdo en que vienen enredándose las contradicciones del país y las añoranzas universitarias.

Una vez sensacionalizado mediáticamente el paro, el rector Severino difícilmente podía repudiarlo o prohibirlo, tal vez aunque él u otros se hubiesen empaquetado a discutir intelectualmente a fondo con los estudiantes y tratado de darle dirección conceptual a la situación, como en épocas pasadas hicieron otros rectores, como Benítez y Díaz González (sin entrar aquí en el contenido de sus argumentos y motivos ideológicos).

Difundido el paro, empezaron a paralizarse de facto labores de los días siguientes, no tanto porque el estudiantado se lanzara a una movilización políticamente estratégica y mayoritaria, sino porque se perjudicarían estudiantes que faltaran a clase o exámenes, a causa de la confusión general. Finalmente el Rector ordenó un receso de labores del Recinto durante los dos días; adujo razones de seguridad. En una primera comunicación cuestionó, comprensiblemente, la legitimidad del paro. A pesar de su notable capacidad explicativa, hizo un comunicado parco y críptico.

No está claro qué cosa es una ‘asamblea multisectorial'. La frase suena contradictoria, pues su primera palabra sugiere una instancia de máximo poder político, y la segunda implica que no reúne un cuerpo, sino gente de varios sectores. Pero entonces difícilmente tendría quórum de un sector o de todos los sectores, ni una representatividad que los comprometa. La asamblea pretendió incluir a todos los sectores y, por eso mismo, no representó a ninguno. Por cierto, en abril el Recinto suspendió las clases para que se celebrara una asamblea de estudiantes, pero no hubo quórum.

Lo multisectorial podría sugerir algo positivo, neutralizar las distinciones y estratos en que las relaciones de clases y castas instalan la gente y que surjan relaciones nuevas en la movilización, y que a la vez cada sector aporte sus saberes. Sería necesaria, desde luego, una alta calidad en la movilización y la discusión.

Por otro lado podría argumentarse que en el contexto actual un paro no ejerce presión contra nada, a la vez que hace a la UPR perder dinero en un tiempo de empobrecimiento. Parar de estudiar y trabajar no es la única opción de lucha. No sólo de paros está hecho el mundo. Hay muchos otros caminos, métodos, actividades, formas y espacios posibles.

También puede preguntarse si un paro expresa fuerza, o debilidad. Si alguien protesta es porque no tiene poder. No puede tomarlo o no piensa en tenerlo, y desde su debilidad le pide al poder establecido que no sea como es. Una protesta podría representar fuerza si es signo de progreso en la organización de un grupo social; de un movimiento que esté ascendiendo, amasando poder. De lo contrario se reduce a un incidente que desaparece después de unas horas.

El clima que se ha formado empuja la mente a razonar adversativamente, a favor y en contra de las cosas. Pero la cuestión no es defender o no el paro, sino cuál es su sentido; si se corresponde con un proceso real de organización, discusión política y elevación intelectual del estudiantado y de crecimiento en la cultura universitaria que vaya más allá del derecho al pataleo, protestar por hechos consumados y ante fuerzas inamovibles que incrementan cada vez más su poder.

Era difícil moralmente no simpatizar con el paro, en tanto protestaba por el poder del dinero sobre la educación superior. Los medios noticiosos que difundieron el voto del paro —los estudiantes carecen de medios informativos rigurosos propios— dijeron que el mismo perseguía evitar que los recortes presupuestarios afectaran la UPR; ‘defender la UPR'.

Era la misma consigna con que el Presidente de la UPR convocó el 13 de mayo una manifestación frente al Capitolio. No es claro si esta manifestación en realidad ejercería presión contra el gobierno o fue arreglada por agentes del Partido Popular, una protesta contra el estado fabricada por el mismo estado. El espectáculo reiteró rápidamente dos mitos: que la simple manifestación reactiva soluciona los problemas, y que el estado cede ante el pueblo que se manifiesta.

En todo caso, da qué pensar que el principal sitio del país de estudio de los recursos sociales y naturales se movilice a la Legislatura sólo para pedir que no le quiten fondos, en vez de llevarle análisis que ayuden a superar la crisis, y reclamar que se tomen en cuenta.

No debe quitársele dinero a la Universidad, se dice, pues ésta es de importancia estratégica para el país. Pero es porque el país carece de estrategia que el gobierno se inclina a quitarle fondos. Que la universidad mantenga sus fondos no demuestra que ella o el gobierno tengan estrategia alguna. Surge la pregunta de para qué sirve la universidad, y si es una imagen que disimula privilegios y maniobras del poder.

Defender la UPR no debe ser lo mismo que proteger los grupos que tienen hegemonía sobre ella o la inercia de su cultura predominante. No debe confundirse, en fin, apoyarla con mantenerla intacta, pues lo que hay que hacer es transformarla. Quizá esto es lo que muchos estudiantes rebeldes sienten que debe hacerse, y con razón.

Desde hace años existe la preocupación en la misma universidad sobre el derroche de fondos, aparte de la improductividad e ineficiencia en prácticas administrativas y académicas. Un modo en que el país podría ahorrar unos cuantos millones, por ejemplo, es eliminando la Presidencia de la UPR, inventada en los años 70 para que el partido de gobierno controle la universidad, y que absorbe grandes sumas para abastecer una burocracia y un Presidente claramente redundantes. El partido de gobierno enseguida interviene tras bastidores para impedir que Presidencia sea ocupada por algún académico que pudiera impartir una dirección nueva, en función de un proyecto de UPR que estimulara una estrategia social e internacional del país. También puede preguntarse si el rendimiento de los senados académicos justifica su costo económico.

Más que pedir dinero, hay que fortalecer el intelecto y hacerlo poder político. Es independiente el estudiantado, intelectual y políticamente? Nunca se ve una hoja suelta periódica de algún grupo, y rara vez grupos estudiantiles convocan foros, charlas, actividades artísticas o conversatorios sobre esta crisis o tantos otros temas.

Después de lograr que se les reconociera su derecho a protestar, los estudiantes han tendido a depender de las autoridades para realizar sus actividades. El estado oscila entre asistirlos para que protesten contra él mismo, integrarlos a los protocolos y las presuntas deliberaciones institucionales, y entrarles a palos, expulsarlos y arrestarlos.

Hace décadas las movilizaciones universitarias, como parte de las cuales se invocaba una comunidad universitaria, eran motorizadas primeramente por grupos estudiantiles. Por grupos me refiero a organizaciones. En la relación política cuenta la organización de los grupos sociales, sobre todo la que sea efectiva y persista a través de los años o décadas. Para que haya dirigentes se requieren organizaciones y, mejor aún, que éstas persigan cambiar la sociedad.

Creaban medios de comunicación y organización que ofreciesen perspectiva de futuro, relacionaran los temas del momento con la estructura social (procesos históricos, capitalismo, colonialismo, poder de la banca, etc.) y proveyeran a los estudiantes independencia cultural y personal respecto a las autoridades, sus padres y profesores y las ideologías dominantes. Reproducían la formación de líderes año tras año.

Los grupos mejor organizados estaban guiados por ideologías políticas revolucionarias, que les proveían destrezas organizativas y recursos morales y conceptuales para reproducirse en nuevas camadas a través de los años. Los consejos electos de estudiantes también activarían sistemas de educación y discusión. Ahora apenas los tienen, quizá por falta de cohesión o consistencia. Era otra época y sería imposible repetirla, pero conocer el pasado ayuda a no tener que inventar la rueda una y otra vez.

Ahora habría que aclarar qué persiguen los movimientos estudiantiles y otros. Supongo que más o menos lo mismo de siempre, si bien con lenguajes e intensidades diferentes. El capital ha extendido su poder de manera ‘totalitaria', por así decir, dejando reducido espacio para imaginar una vida social fuera de este orden. Véase que en Puerto Rico los movimientos populares radicales, juveniles y anticoloniales organizados impartían vigor a la vida sociopolítica, incluso a las instituciones oficiales.

Los jóvenes se han recluido en su vida privada e íntima, a lo cual han contribuido los medios electrónicos digitales, que son parte integrante de su ser quizá sobre todo en sectores de clase media y educados. Si el entrenamiento intelectual y de escritura y lectura radica en Twitter, estamos frente a la marginación de la idea pública, la letra escrita y el pensamiento colectivo, al menos por ahora.

Acaso por eso muchos jóvenes confunden la sola protesta con organizar un poder político o producir un cambio social. Pueden movilizarse momentáneamente por las redes sociales, pero difícilmente construyen algo permanente, fundado en educación política, método, deseo persistente y una disciplina diferente a la disciplina de la cultura dominante.

Se entiende que los estudiantes quieran verse a sí mismos en una escenografía haciendo historia, cambiando el mundo, enfrentándose a un poder injusto y mediocre. Sin embargo también es necesaria la organización que forme una cultura superior a la dominante hoy, bancaria, burocrática y de dar tumbes.

La política trata de relaciones de fuerza, en principio numérica. Exige estudio de las condiciones circundantes y claridad de los objetivos que se persiguen. La estatura moral de un grupo disminuirá gravemente si destruye o estropea la labor educativa y productiva que diariamente da sentido a la gente y puede ser base de un nuevo proyecto social. (De aquí el descrédito del sistema vigente.)

Dará palos a ciegas —y podrá ser usado por otros— quien ignore el conocimiento acumulado sobre sus propios ideales, y reemplace con satisfacción pasajera el necesario y gradual trabajo de organizar el espacio de una conciencia distinta. El yo y el ahora son importantes, pero lo es también construir para los otros y los que vendrán después.

De cualquier modo, quien quiera detener las clases en la UPR deberá hacerlo sólo a condición de convencer a los otros, hacer política (en el mejor sentido), pasar el trabajo de crear medios de comunicación, organizaciones y pensamiento colectivo que discutan los problemas y las ideas y logren el apoyo de la masa. En el pasado muchos contribuimos a cancelar el orden oficial más de una vez, si era moralmente necesario. Es imprescindible una causa política públicamente difundida, defendida y discutida, en cuyo razonamiento participe la generalidad del estudiantado porque el asunto esté presente continuamente en sitios de discusión, publicaciones periódicas, reuniones abiertas, uso constructivo de los medios noticiosos, y celebración de foros, charlas, conferencias y conversatorios: un ambiente en que el partido estudiantil ascienda sobre los otros partidos sociales por virtud de su trabajo, solvencia intelectual y efectividad política.

Pero apenas hay sitios donde intercambiar ideas y escribir. Y con la reducción de la palabra el burocratismo crece. Quizá a las gerencias sindicales se añadirán mini-burocracias estudiantiles a cargo de gestionar paros. Tampoco el Rector, en dicha semana, elaboró su propio pensamiento públicamente, explicó las justificaciones ministeriales y administrativas, ni desarrolló razonamientos intelectuales y morales en un discurso. Convendría crear una revista universitaria de discusión libre.

En general los funcionarios no dicen nada si el de más arriba no dice nada, y éste espera que el de más arriba diga algo, pero al tope tampoco hay nadie diciendo nada. El neoliberal es un mundo de hechos mudos y consumados, susurros y sospechas, en convivencia con el ruido o la retórica protocolar. Se han ido la idea elaborada y la voz de orden, y dominan la frase corta y el twit. No hay discursos grandiosos pero tampoco breves ni chiquitos, con la excepción del discurso callado del mercado capitalista.

Los estudiantes madrugaron al Rector, pero el Presidente de la UPR los madrugó a ellos, ya que prevaleció su consigna oficial sobre el problema. Es posible también que el PNP madrugue al Partido Popular y eventualmente también a la UPR. El tirijala que culminó en el IVU aumentado indica la lealtad del PPD a una línea tributaria conservadora y la precariedad política de García Padilla, pero sobre todo recuerda la ausencia general de dirigentes. El mercado financiero y el capital monopolista y sus sirvientes criollos le han comido los dulces a todo Puerto Rico. Tarda en formarse un polo que ejerza dirección y unifique una voluntad colectiva.

*El autor es profesor de ciencias sociales en la Universidad de Puerto Rico. Tomado de 80 Grados.