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Discrimen en Japón hacia las personas con tatuajes

Tokio - En Japón, donde muchos aún consideran tabú el arte de los tatuajes, aquellos que a diario procuran lucirlos con discreción se han situado en el centro de las miradas por una polémica iniciativa del alcalde de Osaka (centro).

A principios de mayo Toru Hashimoto, regidor de la tercera urbe más poblada del país, decidió enviar un cuestionario a más de 30.000 funcionarios en el que pedía que detallaran si llevaban algún dibujo grabado en su cuerpo.

Aunque la encuesta no especificaba la adopción de medidas disciplinarias en caso de respuesta afirmativa, Hashimoto, un independiente de 42 años que ha apoyado su carrera política en el populismo de derechas, sugirió públicamente que aquellos con un tatuaje tal vez deberían pensar en dejar sus empleos.

El lenguaraz alcalde sabe muy bien que en Japón no está solo en lo referente a este tema.

Un gran número de nipones aún siente aversión y asocia cualquier motivo decorativo grabado sobre la piel con el submundo criminal, ya que tatuarse el cuerpo es una conocida tradición de los yakuza (los miembros de la mafia).

Aparentemente, el ayuntamiento remitió el documento tras las continuas quejas de ciudadanos escandalizados porque miembros del servicio de recogida de basuras lucían tatuajes, y después de que un asistente social 'aterrorizara' a unos niños al enseñarles el que llevaba en un brazo, explicó el diario Japan Times.

El rechazo en Japón a esta práctica alcanza, por ejemplo, a muchos gimnasios, piscinas o balnearios, donde se impide la entrada a aquellos que luzcan cualquier símbolo dibujado bajo la piel.

Los resultados de la polémica encuesta (los profesores de los centros de enseñanza pública, por ejemplo, se negaron en bloque a responderlo) fueron finalmente publicados la pasada semana y revelaron que más de un centenar de empleados públicos lleva algún tipo de motivo grabado en su cuerpo.

'Si quieren tener tatuajes, deberían dejar de trabajar para esta ciudad y hacerlo para el sector privado', comentó entonces Hashimoto, sin precisar si abogaría por despedirles o por obligarles a borrarse los dibujos.

La encuesta y los comentarios han logrado de momento reavivar el debate sobre la intolerancia que aún persiste hacia el tatuaje en Japón, donde se llegó prohibir oficialmente en la era de Meiji (1868-1912).

Los gobernantes que en esa época capitaneaban el país hacia una vertiginosa industrialización abogaron por la medida al considerar que los tatuajes daban una imagen de escaso refinamiento de cara a los visitantes extranjeros.

Poco les importó a los tecnócratas de Meiji que el tatuaje japonés hubiera alcanzado sus máximas cotas expresivas como disciplina artística a lo largo del periodo Edo (1603-1868).

Una modelo muestra sus tatuajes tradicionales con imaginería de la cultura japonesa en Tokio, Japón. Se trata de tatuajes realizados por el Gran Maestro Horiyoshi, uno de los más importantes artistas
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