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Luciérnagas y tejidos para el Día de los Enamorados chino

Pekín - Las luciérnagas, un símbolo del amor, se alzan como el regalo favorito y tejer se convierte hoy en una de las actividades más frecuentes, en el séptimo día del séptimo mes lunar del año, en el que China celebra su San Valentín autóctono o 'Qixi'.

La costumbre tiene su origen en una leyenda milenaria, que cuenta el amor imposible entre un granjero, Niu Lang, y un hada (Qi Jie -séptima hada, en mandarín- o Zhi Nü, según las versiones) que se conocieron mientras ella se bañaba.

Pero la Diosa de los Cielos descubrió el amor entre el granjero y el hada y, celosa, alejó a los amantes para siempre, enviándolos al cielo en forma de estrellas, Vega y Altair, eternamente separadas por la Vía Láctea.

Qi Jie, explica la leyenda china, quedó condenada a tejer nubes en el firmamento.

Pero un solo día al año, el de 'Qixi', todas las urracas del mundo se apiadan de los enamorados y se reúnen para formar un puente que atraviesa la Vía Láctea y permite a la pareja volver a encontrarse brevemente, junto a sus dos hijos.

Ese día, dice la historia, suele llover porque el cielo llora con el encuentro de los amantes, y bajo los emparrados en la noche se puede oír la conversación de Qi Jie y Niu Lang.

Hoy día, los enamorados modernos, que no tienen que pasar las tribulaciones del hada y el granjero, intentan imitar el comportamiento de aquellos amantes en la jornada de Qixi, declarada patrimonio cultural chino en 2006,.

Así, las muchachas solteras participan en concursos de costura y encajes, en imitación de los tejidos del hada, para encomendarse a Qi Jie y que les consiga un buen esposo.

Los varones con compromiso, por su parte, pueden optar por regalos tradicionales para sus enamoradas, como flores o chocolate, pero también por obsequios menos convencionales, como las luciérnagas, todo un éxito estos días en los portales de venta por internet.

En el portal de subastas Taobao.com, una versión china de Ebay, se encuentran más de 21.000 artículos distintos a la venta relacionados con las luciérnagas o mariposas, desde ropa a joyas, pasando por los propios insectos, que se ofrecen por cinco yuanes (0,80 dólares) la unidad.

La idea de la luciérnaga como símbolo del amor en China nace de otra leyenda, la que cuenta cómo los amantes Xia Lang y Ji Gu, ante la perspectiva de que ella iba a ser obligada a casarse con el emperador Yu, se arrojaron a un manantial del que salieron convertidos en mariposas.

'Hace cuatro años empecé este negocio y al mes vendo más de 10.000 luciérnagas', declaró a Efe Li Ting, dueña de uno de estos comercios en internet, quien explicó que esta semana ya ha vendido más de 5.000 insectos, que trae desde la ciudad de Ganzhou, en la provincia oriental de Jiangxi.

Li vende un recipiente con 50 luciérnagas por 280 yuanes, o 44 dólares, y ofrece entregarlos el mismo día de Qixi 'para evitar que se mueran en el camino por el calor'.

Si los enamorados intercambian regalos, en esta jornada los que buscan pareja ven también organizadas numerosas actividades para encontrarla, incluidas citas a ciegas masivas.

El organizador de uno de estos eventos, Lang Lang, explicó a Efe que 'como en esta sociedad cada vez hay más solteros y no tienen con quien pasar este día, se nos ocurrió organizar este acto'.

Su convocatoria, a la que espera que acudan entre 200 y 300 personas, se celebrará bajo el título 'Feicheng Wurao' (Prohibido venir sin sinceridad), imitando un célebre concurso de televisión para encontrar pareja.

Incluso los más ancianos cuentan también con celestinas dispuestas a favorecer sus amoríos en un día tan señalado.

'Todos vamos a envejecer, pero nuestros últimos años no pueden separarse de la felicidad', declara Heng Dongcheng, responsable del club 'Yin Ling', creado especialmente para organizar este tipo de actividades para los más mayores y cuyos ocho centros en Pekín ya cuentan con más de un centenar de miembros, según el periódico Nuevo Pekín.

Unos jóvenes escriben en tarjetas con forma de corazón para colgarla en un árbol de un parque de Pekín. (EFE/Archivo)
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