La magia de los Reyes sigue viva en la niñez boricua (galería)
Las luces adornan la quietud de la noche. Las calles del Viejo San Juan brillan con un resplandor distinto. La música típica de fondo, el folclore y los adornos han hecho del casco histórico el lugar predilecto de cientos de familias puertorriqueñas en la temporada navideña. Los niños, ya sin sus uniformes, disfrutan libremente con sus familias.
En la Lomita de los Vientos, viejos y jóvenes disfrutan del nacimiento viviente, que permaneció sin abrir durante ocho años. Este año los camellos no pudieron llegar a tiempo, admitió el productor Edwin Rodríguez, debido a que demoraron en hacer la orden. A los niños no les pareció preocupar la ausencia de los icónicos animales. 'Estamos en Belén, mami', se escuchó decir a un niño emocionado, mientras iba en su coche.
En su bicicleta, paseabatambién Andrés Martínez Caraballo de 9 años, a quien, minutos antes, los paramédicos le habían limpiado una herida. La caída no le amilanó. El niño correteaba alegre junto con sus padres por el ala norte del Capitolio. Mencionó que a los Reyes les pidió videojuegos y que cuide a su familia.
Sentado junto a su padre, se encontraba el conversador David Rivera Chevres, de 6 años, quien comparte el mismo gusto que su papá por las tenis Converse y el rock. Dice que a los Reyes les pidió un videojuego de Harry Potter, pero como no tiene la edad suficiente, se conforma con una linterna para hacer sus 'experimentos'.
Aunque los juegos tecnológicos parecen ser la norma, en una esquina de la Plaza de Armas, los Tres Reyes Magos, escuchan con atención a los niños que no dejan de sorprenderles. Melchor, el más viejo y de barba blanca, los acoge primero. Les llama por su nombre, les pregunta cómo se han portado y los felicita por sus logros. Entonces viene Gaspar, con la pregunta favorita de todos: qué quieres que te obsequien? Y, finalmente, Baltazar aboga por los camellos cansados y hambrientos.
La bella puesta en escena, en que niños y reyes sonríen por igual, se llama precisamente 'Dialogando con los Reyes', y la produce el director de Teatro Coribantes, Rafael Rojas. 'Me percaté que los nenes no hablaban con los Reyes', mencionó Rojas, en referencia a la costumbre de que los tres hombres aparezcan en los centros comerciales para la sesión de fotos con los más pequeños.
El diálogo, en cambio, acorta el trecho entre la realidad y la fantasía. Sólo se requiere de una pregunta sencilla: 'qué deseas que te obsequien?'. Las respuestas mantienen a los reyes magos al borde de sus sillas y, en ocasiones, a punto de lágrimas. 'Que papi vuelva a casa', fue una de las respuestas más emotivas. 'Unas pantallas para mami', respondió otro ante la sorpresa de Gaspar. Y así sucesivamente, aunque muchos pidieron juguetes, otros pidieron únicamente el calor de un abrazo.
'Si los adultos fueran como los niños el mundo sería mejor', reflexionó el rey mago en un leve descanso al guarecerse de la lluvia.
La lista de regalos ha variado de bolas a consolas de videojuegos, y los niños aparentan haber cambiado conforme a la tendencia de los tiempos, pero la ilusión en la niñez sigue intacta. En los ojos de un niño sentado en la falda de un rey mago parece haberse detenido el tiempo, como si por un segundo no importara la tecnología, ni los adelantos... sólo la alegría de ver cómo un mito cobra vida. La ambición de Coribantes es lograr que la cultura sea otra de esas cosas que permanezca intacta en la memoria colectiva.