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Vida

Dos décadas de amor y conciencia para Cultura Profética (galería)

Con homenajes a la lucha en Vieques y reclamos por la liberación de Oscar López Rivera, con gritos cortantes contra la Junta de Control Fiscal y a favor de la libertad de Puerto Rico, con la conciencia política y social a flor de piel, puestas al servicio de cada verso, cada estrofa, cada palabra que jugaba con la calmada intensidad de la melodía del reggae y sus variaciones, Cultura Profetica celebró sus 20 años de trayectoria en la noche del sábado frente a 27,000 espectadores.

El concierto fue un recorrido cronológico por su trayectoria musical. Acompañaron el concierto con imágenes de la historia y la música que transcurría mientras los discos de Cultura veían la luz - la muerte de Filiberto Ojeda, el juicio de Aníbal Acevedo Vilá, las canciones que pegaron Elvis Crespo, Daddy Yankee y Calle 13 -. Con todo el peso de la Isla en su voz y la soltura lúdica en su música, la banda Cultura Profética celebró dos décadas de vida artística ante miles de espectadores.

Su repertorio no es solo una suma de canciones, es también documento histórico de un Puerto Rico que se debate diariamente entre su hastío y su lucha por sobrevivir, por agarrarse a la esperanza en medio de la asfixie que provocan las contradicciones coloniales, la crisis económica, el desastre político partidista, la corrupción y la identidad abatida.

En la experimentación desde el reggae de Cultura con el tango, la salsa, el bossa nova - ritmos del Caribe y Latinoamérica -, las guitarras, la percusión, el teclado, el bajo, el saxofón, la flauta, la trompeta, el trombón, las voces de las coristas, cada instrumento intimaron con las letras de canciones que son historias de lucha, de patria, de vida, de amor, letras que son en sí mismas reflexiones sobre la cultura, la prisa, el consumo, el egoísmo, la inocencia, la falta de sueños, la búsqueda de un mundo mejor.

Casi no se veía ni un resquicio del suelo del Estadio Hiram Bithorn. Estaba cubierto por miles de cabezas que se movían al ritmo de la música, de cuerpos que se balanceaban de un lado a otro, de ojos que permanecían cerrados como si se adentrasen en lo más profundo de la melodía de una banda que ha elevado la voz de Puerto Rico al mundo.

Con el primer acorde de 'Despertar' - el potente eco del trombón fue la antesala para el grito ensordecedor de la multitud, que aplaudió la llegada de Cultura Profética al escenario. Willy Rodríguez ocupó el micrófono, Omar Silva sostenía su guitarra, Boris Bilbraut tomó su asiento tras la percusión, Juanqui Sulsona dialogaba con su teclado, cada uno de los músicos asumía su voz cómplice en la música.

Abrió el concierto un medley del primer disco Canción de alerta (1998). Con la melodía de 'Tempestad tranquila', 'Fruto de la tierra', con la luz del poeta Mario Benedetti en 'Por qué cantamos', la invocación del Grito de Lares en 'Lucha y sacrificio', con el estruendo en la voz de 'Con truenos hay que hablar' y el discurso instrumental de 'Filitustrein', Cultura invitó a la audiencia a internarse en las raíces que tendió el grupo hace dos décadas.

Entonces, se embarcarían en un viaje cronológico por el tronco, las ramas, las hojas que ha echado el árbol que en veinte años ha crecido robusto con el éxito y la consistencia de la banda que ha gritado Puerto Rico en el resto de Latinoamérica, Estados Unidos y el resto de las coordinadas que ha pisado.

'Ay, ay, ay, son 20 años, quién lo hubiera dicho. Creo que es el momento de avisarle a quienes nos conocen de La dulzura para adelante, que lamentablemente esto es un concierto cronológico. Estamos contando de la mejor manera nuestra trayectoria musical y así vamos a seguir visitando este tiempo que hemos vivido con este proyecto y que, de cierta manera, es documento musical de estos veinte años que hemos vivido como puertorriqueños', se dirigió Willy por primera vez al público multitudinario.

Lejos de ser un simple asomo a cada canción, los medleys se distinguieron por permitir a los músicos regodearse en la esencia de cada sílaba sonora y literaria, cada pensamiento y juego musical que ha hilado su trayectoria. El 'yo no pertenezco a este tiempo' de 'No me busques' retumbó en el espacio, al igual que el 'hay que aprender a desaprender' de 'ideas nuevas', el público bailó enardecido con 'Mr. Swing', se liberó el espacio con 'Suelta los amarres', y así, entre una y otra, dieron el recorrido por Ideas nuevas (1999).

Cuando su voz se entregaba a la música, Willy muchas veces cerraba los ojos. Su rostro gruñó cuando cantó 'hace falta aire fresco porque me estoy perdiendo en la ciudad de la prisa, la ciudad del consumo', de 'Insomnio', se divirtió con un nuevo arreglo para 'De antes' que siempre se renueva, se alzó en son de lucha al ritmo de 'Bieke', se estremeció con las notas de 'Días intensos', y así transitaron por el disco Diario (2002).

Cuando Boris, el baterista, pasó al frente, el público estalló en aplausos. Pero el grito aún más ensordecedor se escuchó cuando Boris dedicó la canción próxima a alguien que durante los últimos veinte años y más - 34 para ser exactos - ha estado tras los barrotes 'sin poder ver los árboles que se llenan los bolsillos de aguaceros, que no puede disfrutar de las hojas, del fluir del viento, de su isla que tanto ama'.

Al prisionero político Oscar López Rivera y a la 'nueva generación de patriotas', Boris dedicó con voz clara y potente, y con conmovedora entrega, la canción 'Árboles'. El rostro de Oscar teñido de blanco y negro pintó el fondo del escenario. Las banderas con el triángulo azul celeste ondearon entre el público. Una que otra lágrima diminuta se derramó de ciertos ojos en la audiencia.

'Nosotros estamos en un viaje bien específico, [estamos montados] en un mismo tren que simplemente va pasando por lugares diferentes. El paisaje sonoro suele ser diferente pero seguimos en el mismo tren viajando en la misma dirección. A veces uno trata de buscar otras esquinas, porque ya hemos escrito de las mismas cosas que siguen pasando día a día. No deja de ser una tristeza que sigan teniendo vigencia', manifestó Willy con la esperanza de que algún día no tenga que tocar algunas de esas canciones más.

Para ese entonces ya habían entrado al vagón M.O.T.A. (2005), uno de sus discos más aclamados compuesto en un viaje a México. Clamaron por una música más honesta en 'Nadie se atreve', evocaron una 'Revolución en estéreo', se enredaron en el tema del amor que también impera en sus discos con 'Un deseo' y sintonizaron con el cantautor Silvio Rodríguez en una versión de su canción 'Lo de más'.

Uno de los momentos cumbres fue cuando Willy Rodríguez pidió que se bajara la bandera de Estados Unidos y se izara en el mástil una 'bandera de lucha', la monoestrellada con la franja y el triángulo negros. Fue en ese entonces que se produjo el arresto de Tito Kayak y otros dos manifestantes de la organización Amigos del M.A.R.

          

Willy Rodríguez. (Juan R. Costa / NotiCel)
Foto:
Willy Rodríguez. (Juan R. Costa / NotiCel)
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