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Vida

Puertorriqueño narra experiencia de cuarentena en China

(Captura de pantalla/Iván Broida)
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Mi viaje no comenzó en Frankfurt, pero allí fue donde tomó relevancia todo lo que voy a explicar a continuación. Para los que no saben, vivo en Shanghai, China desde marzo de 2018, así que he pasado la emergencia del Covid-19 desde su comienzo en tierras chinas. En marzo, con la situación más controlada en China, especialmente en Shanghai, decidí proseguir con un viaje que había planificado varios meses antes. Durante mi viaje, China declaró a Alemania como un país de alto riesgo (junto a 15 otros) por el tema del contagio del Covid-19. Todas las personas que viajaran por uno de esos 16 países de regreso a China, estarían obligadas a tomar una prueba del virus y aceptar una cuarentena de 14 días.

Cuando llegué al aeropuerto en Frankfurt, pude notar ciertas cosas que me causaron un poco de alarma. Las únicas tiendas abiertas eran de comida. Las usuales tiendas duty free y otras estaban cerradas. No había casi nadie en el aeropuerto y diría que más de un cincuenta por ciento de los vuelos habían sido cancelados.

Al momento de abordar, la realidad (y surrealidad) del asunto era innegable. Antes de entrar al gate, una persona te tomaba la temperatura con dos termómetros con láser en ambas muñecas. Esta persona le mostraba los dos resultados a quien supongo era su supervisora, y ella decía sí o no. Sí significaba que podías abordar. No significaba que tenías que echarte a un lado y esperar un rato para ver si la temperatura bajaba. Mi temperatura estaba normal así que pude abordar el avión.

El vuelo se retrasó dos horas porque varias personas no pudieron abordar debido a su temperatura y tuvieron que sacar sus equipajes del área de carga.

La tripulación del avión estaba completamente vestida con ropa protectora, guantes, mascarillas y gafas. La interacción con la tripulación fue mínima. Repartieron tres botellas de agua, una caja con comida (empacada en China, nos aseguraron) y un hoja que había que llenar con nuestro historial médico y de viajes. Además, pasaron tres veces durante el vuelo a tomar la temperatura de todos los pasajeros. No se podía pedir nada adicional a lo que nos dieron.

Todos los pasajeros del avión usaron mascarillas durante el vuelo. De hecho, no era una opción volar sin mascarilla. En el lado más extremo, había pasajeros con guantes y ropa protectora.

El aeropuerto de Shanghai

Shanghai tiene dos aeropuertos: uno en Hongqiao y otro en Pudong. El de Pudong es el más grande y el cual recibe más vuelos internacionales. A ese fue el aeropuerto que llegué.

Las áreas de pasajeros y de embarque estaban completamente vacías. Las pantallas anunciaban más vuelos cancelados que disponibles.

Usualmente los extranjeros con visa pasan a unas máquinas para tomarse las huellas digitales, luego a inmigración, reclamación de equipaje y aduana. Es un proceso fácil que se tarda entre 15 a 30 minutos, dependiendo de la cantidad de vuelos y pasajeros.

Ahora, el proceso para entrar a Shanghai ha cambiado completamente. Primero, hay que pasar por una fila donde te toman la temperatura remota y automáticamente. Luego, pasas a un área con varias mesas donde una personas verifica el documento con el historial médico, te hace varias preguntas sobre tu viaje y le pega un sello amarillo o rojo al pasaporte. Amarillo significa que tienes que ir a prueba de virus y que el riesgo es moderado. Rojo significa que tienes que ir a prueba de virus y que el riesgo es alto o severo.

Otra fila. Esta vez no me quedó claro el propósito. Podía ser una fila para reconocimiento facial o tomar nuevamente la temperatura, o ambas.

Luego, a inmigración. Igual de fácil que antes. Reclamación de equipaje. Todo bien hasta ahora. Aquí viene la gran decepción. Uno puede pensar que ya ha terminado el proceso y que puedes irte a tu casa a hacer la cuarentena y ya. Te estarías equivocando.

Lo que sería la salida al aeropuerto es ahora un área que está dividida en los diferentes distritos de Shanghai. También hay representación de las provincias que bordean a Shanghai (Jiangsu y Zhejiang, entre otras). Yo vivo en el distrito de Changning así que me dirigí hasta la mesa que me tocaba.

Allí, los representantes del distrito se comunican con los consejos vecinales de cada pasajero. El consejo vecinal tiene la última palabra en si quiere o no acoger a la persona en cuarentena, ya que tiene que encargarse de administrar la cuarentena. Esto incluye proveer todos los alimentos y tomar la temperatura de la(s) persona(s) dos veces al día. Mi consejo vecinal se negó a recibirme así que me tuve que ir a un hotel a pasar la cuarentena de 14 días. El gobierno ha habilitado varios hoteles en cada distrito para recibir a las personas en cuarentena.

Pero antes de ir al hotel, hay que hacerse la prueba del Covid-19.

El centro de pruebas

Luego de alrededor de una hora en bus, los habitantes de mi distrito y yo llegamos al destino. Parecía ser un parque industrial o de nuevas tecnologías rápidamente convertido en un centro de pruebas. Nos bajamos del bus y pusimos las maletas a la entrada del edificio y alguien las roció con un desinfectante. Nuevamente cogimos las maletas y fuimos dentro del edificio. Allí nos hicieron firmar una suerte de contrato en donde nos comprometíamos a tomar la prueba, esperar por el resultado y aceptar la cuarentena.

Cargado con el documento, pasamos fuera del edificio a una carpa donde nos haríamos la prueba. La prueba fue un simple ‘swab’ de unos pocos segundos de la parte posterior de la lengua, cerca de la garganta.

De ahí nos llevaron al área de descanso. Era un edificio nuevo, habilitado con asientos reclinables para pasar las seis a ocho horas que tardarían los resultados. Nos dieron una merienda de yogur y un pan dulce, que luego de más de 30 horas de viaje, no me apetecieron.

Poco a poco empezaron a llegar los resultados. Llamaban el nombre de la persona y le decían que podía bajar. Hasta donde vi, ninguna persona de mi grupo salió positiva.

Ya nos podíamos ir (escoltados) a nuestro destino de cuarentena.

¡Estoy en cuarentena (obligatoria)!

Cuando al fin llegó el bus a recogerme a mí y a otra persona más que todavía estaba esperando en el centro de pruebas, ya eran las nueve de la mañana. Como el resto de las personas, el chofer del bus estaba tapado de la cabeza a los pies y enmascarado. El bus tenía una división — hecha en casa — entre el chofer y el pasajero. La confiabilidad de que esa división puediera contener un virus es debatible.

Llegamos al hotel de mi distrito designado por el gobierno. El bus se estacionó en el parking subterráneo y una persona con un aerosol desinfectante se encargó de esparcir el químico fuera y dentro del bus. El chofer aprovechó para desinfectar sus guantes con el mismo aerosol.

El registro fue quizás la parte más fácil de todo el proceso. Me hicieron llenar otro documento parecido al del avión con el historial de visitas a otros países y mi historial médico de los pasados 14 días. Me tomaron la temperatura nuevamente y la anotaron en el documento. Luego pasé a pagar por mi estadía (hay que pagarla completa al momento de registrarse). ¿El total? 400 dólares por 14 días y tres comidas al día provistas por el hotel.

No puedo salir de mi cuarto ni siquiera para pasear por el pasillo. No puedo interactuar con mis vecinos en cuarentena, ni tener contacto con nadie. Nadie vendrá a limpiar el cuarto durante ese tiempo, aunque me dieron unas tabletas que puedo usar para limpiar el inodoro. Vienen tres veces al día a traer la comida, que me dejan en una mesa frente a mi puerta. Con el almuerzo y la cena, me toman la temperatura para asegurarse de que continúe normal. Tengo wifi, puedo trabajar y comunicarme por Internet y el cuarto es más espacioso de lo que esperaba.

Hago este recuento como una especie de memoria viva y de testimonio de que las cosas se pueden hacer con la urgencia que ameritan los tiempos; eso es, si las personas a cargo entienden lo urgente de la situación. Sé que lo que explico aquí son medidas drásticas — algunos dirían severas — pero por el momento necesarias para contener el Covid-19 que pasa de ser una amenaza nacional a una “importada” en China.

Esta columna fue publicada originalmente en la plataforma Medium, y el escritor autorizó su publicación en NotiCel. Mira la publicación original aquí.