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El sueño de los progresistas de Nueva York

Sueña el rey que es rey…

Sueña el rico en su riqueza…

y en el mundo, en conclusión,

todos sueñan lo que son…

-Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño

Lo que sucedió el pasado 8 de diciembre en el Concejo Municipal se ha llamado un momento histórico para los latinos de Nueva York. El ascenso de Melissa Mark-Viverito, con raíces en la Isla y pinta de nuyorriqueña, al cargo de Presidenta de dicho Concejo, se percibe como un triunfo, no solo de los latinos, mujeres y afroamericanos, sino también de los nuevos progresistas que aparentemente han conquistado la ciudad.

Incluso lo que pasó fue como un sueño luego de una semana de rumores acerca de una pelea catártica entre los que respaldaban a la progresista Mark-Viverito y los que apoyaban al pseudoprogresista Dan Garodnick, quien finalmente renunció generando así un carnaval de abrazos, que para algunos fue el principio del nuevo reino progresista de Nueva York.

Feliz culminación que se logró después de una tormenta de prensa negativa en contra de Mark-Viverito que consistió de acusaciones sobre la casa que compró en el Barrio mediante un programa especial para personas de ingresos bajos o moderados, una controversia en torno a la construcción de un asilo de ancianos en el Upper West, otro lío en el que estaba involucrada una activista entrada en años (recién fallecida) y un espacio comunitario del Centro Cultural Julia de Burgos, como también una demanda que la acusaba de echar una maldición a un adversario por medio de un mural mostrando la cabeza de una gallina. La constante repetición de estos ataques resultó en una situación que hería la sensibilidad de los boricuas, aun cuando algunos lo creyeran y para otros no tuvieran validez alguna.

Pero todo eso desapareció el día de la nominación con el pacto logrado entre la facción de Garodnick, que se supone era la de los intereses de grandes negocios y corporaciones vinculados con la máquina del Partido Demócrata en los condados de Queens y el Bronx, y los seguidores de Mark-Viverito, entre ellos: sindicatos, activistas comunitarios y quizás cabilderos. Y hablando de cabilderos, se comenta acerca de la relación entre la concejal y un grupo de consultores que algunos llamaron 'anti-gay' podría haber trabajado con ella en violación de la ética, aunque en el mes de diciembre, la líder neoyorquina cortó su relación con dicho grupo. No se publicaron artículos cuestionando la conducta de Garodnick, y el Daily News y el New York Times publicaron editoriales dudando de Mark-Vierito y favoreciendo a Garodnick.

No está claro en este momento si las decisiones de ambos periódicos fueron motivadas por intereses corporativos o financieros de Wall Street, o porque parece ser que Garodnick no tiene esqueletos en el armario que puedan hablar. Pero un trato se hizo, y tenemos que recordar que aunque esto es un momento histórico debido a que nunca hemos visto el cargo de 'Speaker' ocupado por una latina o por ninguna otra minoría, esto no fue una elección de votantes, sino un resultado de un acuerdo entre políticos haciendo lo que conviene a sus intereses. Lo extraordinario del fenómeno es que al nominar y votar por Mark-Viverito, se escuchó una procesión de voces hablando el lenguaje de los nuevos progresistas, y en este clima político estadounidense, eso resultó impresionante.

Como consecuencia se trata ahora de una declarada fuerza progresista, que aparentemente intenta luchar por la clase media y la clase obrera y en contra de los excesos del exalcalde Bloomberg, el décimo hombre más rico del mundo. Aunque lo que complica la situación es el conflicto emergente entre la ciudad y el estado de Nueva York que controla Andrew Cuomo. En este combate se enfrentará esta nueva tendencia progresista contra un Gobernador que, con aspiraciones presidenciales, quiere continuar su propia versión del neoliberalismo -no aumentar los impuestos a los ricos, modificar los planes de jubilación de los trabajadores del gobierno (te suena?) y regalar reducciones de impuestos a las grandes corporaciones y negocios.

Como ha dicho Noam Chomsky, la política de los Estados Unidos es básicamente la de los republicanos moderados, y no importa si se llaman demócratas. Hay muchos retos para De Blasio y los progresistas, y ya el alcalde nominó un jefe de la Policía (Bill Bratton) que no quiere abandonar el Stop and Frisk, la táctica de parar a la mayoría de los jóvenes que no son blancos para ver si traen armas. Una característica del neoliberalismo es controlar los conflictos potenciales que se produzcan en las comunidades pobres mediante la mano dura policiaca.

Sin embargo, su selección para canciller del sistema escolar, la educadora de ascendencia española Carmen Fariña, quien enseñó en las escuelas públicas de la ciudad, sí tiene oportunidad de hacer algo positivo. De Blasio también ha anunciado que no quiere favorecer las nuevas escuelas privadas llamadas Charter Schools que son uno de los proyectos favoritos de los neoliberales como oposición a los sindicatos de maestros. Esto ha cambiado el entusiasmo que mostró Mark-Viverito, que promovió la construcción de un Charter School como ejemplo del programa Participatory Budgeting en su distrito.

Pero son tantos los logros que se precisan para cambiar realmente la situación de Nueva York y su Tale of Two Cities: el gran abismo entre los ricos y los pobres y la desaparición de la clase media. La política de esperanza, que simbolizó Obama, ha producido mucha frustración: terminamos la guerra pero sigue la guerra; reformamos el sistema de salud y continúa prácticamente lo mismo; tenemos el primer Presidente negro, pero una gran parte de la población reacciona con racismo al creer que él es musulmán y que nació en África.

Y hablando de otras promesas incumplidas, no es casualidad que en vez de reforma exhaustiva de la política de inmigración se habla más sobre algo que llaman el Dream Act. Para poder creer en el triunfo de los nuevos progresistas vamos a tener que ponernos a soñar. Porque hoy día, más que nunca, la política es un frenesí, una ilusión. Hasta que alguien nos pruebe que es incorrecto, que el progresismo es un sueño 'y los sueños, sueños son'.

*El autor es periodista y reside en Nueva York. Tomado de 80 Grados.

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