Choferes de la AMA que se creen unos James Bond
Hay algunos choferes de los que guían los vehículos de la Autoridad Metropolitana de Autobuses (AMA) que tienen una habilidad increíble para hacer dos cosas a la vez. Por ejemplo, guiar y hablar por teléfono, o guiar y agarrar a la novia con la mano que le queda libre, o guiar y comer. En fin, guiar siempre estará presente en la ecuación porque ese es su trabajo, para eso les pagan, se supone. A veces, entre una cosa y la otra, pierden la noción del límite de velocidad y se trepan en 50 millas en zonas de 25, se saltan las paradas e ignoran a las personas con impedimentos que necesitan ayuda para subirse o, simplemente, no llegan a los lugares a donde se supone llegue su ruta asignada.
Un día cualquiera de la semana, esta reportera entró en contacto con uno de estos conductores. Una y treinta de la tarde, el sol de junio azotando con fuerza y esa estructura en metal caliente y brillante no llama a nadie a sentarse allí.
Cuatro personas esperan, todos a la sombra del anuncio porque prefieren estar de pie antes que achicharrase en el metal. Pasan 10 minutos, 20, 30, 40. 'No ha pasado antes de que yo llegara?', niegan con la cabeza. Por fin, tras casi 50 minutos de espera y un bronceado que no buscaba, se aproxima. Hay que hacerle señas con la mano al conductor para que se detenga.
Subo.
El conductor no suelta el celular para mirar quién entra, quién baja. Si es un envejeciente que necesita ayuda, si es una persona impedida que necesita que se activen aditamientos especiales en la guagua. Simplemente no atiende a los usuarios. De hecho, la mayoría de la gente que ya está sentada, habla por el celular. Todos hablan con alguien que no está allí.
Va a las millas de chaflán por la Ponce de León.
Baja la velocidad para pitarle a una muchacha y se le va la mirada detrás de ella. Pregunto a la señora que va a mi lado y que carga con paquetes de compra. 'Mija, ellos siempre van hablando por celular, qué mala costumbre'. Le pregunto por la espera y parece que ya está acostumbrada. 'Depende', me dice como resignada. 'A veces se tardan media hora... yo he estado esperando por más de dos horas una guagua de estas, pero esto es lo único que tengo pa' moverme, no me puedo quedar encerrá' en mi casa, me deprimo'.
Las quejas por el servicio de la AMA y por el comportamiento de algunos conductores no son extrañas. El mismo presidente y gerente general, Mike O'Neill, quien también es hijo del alcalde de Guaynabo, reconoció sin reservas que tiene entre sus manos un servicio insatisfactorio. Lectores de NotiCel se querellaron específicamente de los choferes a cargo de las líneas 10 y T5.
Cuatro querellas en dos semanas
'Incontrolable', es la palabra que utiliza para describir el patrón del guiar y hablar por teléfono celular al mismo tiempo. 'Se supone que ningún chofer esté usando el celular, ni siquiera con 'headphones', pero son tantos choferes, yo tengo 528 choferes aproximadamente', indicó a preguntas de NotiCel. 'En eso he sido bien duro de proceder con quien tenga que proceder', aseguró.
Asimismo, sabe que hay unos cuantos que van con mujeres justo al lado, cuando las reglas dictan que nadie debería cruzar la línea amarilla que rodea el espacio de quien guía; que otros manejan a velocidades que sobrepasan los límites establecidos, que se saltan las paradas desviándose del lugar a dónde debe llegar la guagua, que no ayudan a los adultos mayores y que lanzan comentarios inapropiados a féminas pasajeras y otras que ven por la calle.
Qué ha hecho? Tras haberse recibido hasta cuatro querellas formales en las últimas semanas, O'Neill asegura que ha comenzado un proceso administrativo en contra de los conductores que manejan esas rutas. 'Es un esfuerzo intenso el que estamos haciendo para educar', aseguró. Las querellas que recibe son sólo la punta del iceberg porque, según lectores de NotiCel, el propio sistema de ayuda al usuario está al tanto de empleados malcriados que le enganchan el teléfono a los que llaman o los insultan.
Reconoció que también tiene un problema de supervisión. 'En cada turno hay de dos a tres supervisores por región, pero son tantas unidades que no damos a basto. Ahora están en la calle porque no los quiero en la oficina donde no pueden supervisar nada. Ha rendido frutos porque aparte de las querellas presentadas por ciudadanos, han rendido informes que me llevan a la conclusión de lo que dice la querella es con razón', explicó. Comoquiera, confirmó, se lleva un proceso administrativo contra al menos un supervisor 'porque es su responsabilidad atender y velar que el servicio se haga adecuadamente'.
Espera que desespera
Y hablando de un servicio adecuado… De acuerdo con O'Neill, la espera por una guagua en promedio es de una hora y media. Por algunas rutas pasarán con más frecuencia que por otras. La meta, dijo, es bajarlo a entre media hora y 45 minutos.
'Media hora, 45 minutos?', ha reaccionado escandalizado un lector de NotiCel. 'Para eso cojo mi carro y me voy, quién quiere esperar tanto, con el calor que hace'. Es un lector que tiene la alternativa, pero hay unos cuantos miles que tienen en el sistema de transportación pública el único medio para llegar a sus trabajos, escuelas y hacer sus gestiones. Para ser precisos, la AMA transporta un promedio de 235,000 pasajeros diariamente. Mientras el servicio no mejore, las guaguas lleguen puntualmente a las parada y aumenten la frecuencia de los viajes, no será una alternativa de transporte para los otros miles de ciudadanos que prefieren gastar cientos de dólares en mensualidades por pago de automóviles y gasolina. 'El puertorriqueño promedio gasta un 30% de su sueldo en transportación', estimó el urbanista y profesor Gabriel Moreno Viqueira.
O'Neill aseguró que se ha mejorado la flota de autobuses disponibles, que se ha cumplido al 100% con las exigencias del gobierno federal y adelantó que en los próximos meses se estará implementando un sistema de monitoreo por GPS que, a un costo de cerca de $890,000, permitirá saber en dónde se encuentra cada guagua en cada momento y perseguir la puntualidad con que llegan a cada parada. Aseguró que cuando comenzó en el puesto en el 2009, salían cada día entre 78 y 100 unidades y que hoy ya son 112. La meta es que sean 145 y que el verano que viene ese número aumente a 185. 'Para ofrecer un mejor servicio necesito más unidades', añadió.
En este punto, el director de la AMA sabe que falta un largo camino que recorrer en vistas de que en pleno siglo 21, Puerto Rico tenga un sistema de transporte público que valga la pena. 'Yo no estoy satisfecho', reconoce, pues él mismo puede contar experiencias en que ha tenido que esperar varias horas por una guagua y al montarse, que el chofer le diga que no va para el sitio que él sabe se supone vaya. El optimismo, comoquiera, parece que no está de más. 'No pasará mucho tiempo', expresó al preguntársele cuánto tiempo tendrá que pasar para que esto funcione como debería. Habrá que sentarse en la parada y esperar.