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Qué hacer ante riesgo del coronavirus en Puerto Rico

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Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) están monitoreando de cerca el coronavirus; de hecho, ya hay funcionarios que hasta han levantado bandera sobre la inminencia de que el coronavirus llegue al país y han exhortado a que las comunidades se preparen para “lo peor” para poder responder efectivamente en caso de una propagación mayor.

“La pregunta no es si lo vamos a ver, sino cuándo y cuántos en este país tendrán enfermedades graves”, expresó Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional para Inmunización y Enfermedades Respiratorias del CDC, este pasado martes.

Estas expresiones son similares a las de Alex M. Azar II, secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), quien dijo que no se puede sellar herméticamente a los Estados Unidos ante la presencia de un virus. “Debemos ser realistas al respecto”, acotó.

Uno de los escenarios que ha causado preocupación entre las comunidades es la dificultad que están enfrentando para conseguir artículos tan básicos como las mascarillas de seguridad conocidas como N95, que filtran hasta un 95 por ciento de las partículas en el aire y mitigarían el impacto del virus en caso de que llegara a contagiarse masivamente.

Varios medios norteamericanos han informado que hay hospitales cuyas cantidades de mascarillas disponibles solo protegerían a su personal y pacientes por una semana. Se habla también de que la mayoría de las farmacias en la comunidad no tiene el inventario suficiente para cumplir con la demanda que se crearía si se esparciera el virus; es más, se estima que, en caso de un brote, harían falta 300 millones de mascarillas para que los trabajadores de la salud puedan mantener todo bajo control.

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A la falta de materiales, también se suman los inconvenientes que están enfrentando las autoridades federales y estatales: se han creado comités de trabajo para trabajar con esta amenaza, pero son muchos los legisladores y personas que trabajan directamente con emergencias médicas que se preguntan si realmente existe la capacidad de coordinar y comunicar un plan de acción efectivo ante un contagio masivo. La asignación inicial que Casa Blanca ha hecho -- de $1.25 mil millones de fondos nuevos y otros $1.25 millones tomados de otros programas – no son certeza de nada. Tampoco hay, al momento, vacunas que puedan controlar la propagación de este virus.

No hay duda de que esta es una amenaza muy real; no es poca cosa que el COVID-19 ya ha enfermado a 80 mil personas en China y 57 en los Estados Unidos, y ha causado miles de muertes alrededor del mundo. No obstante, no se trata de crear un estado de pánico, sino de mantenerse bien informados y prevenir cualquier brote local en el caso de que Puerto Rico también se considere como zona vulnerable en algún momento durante las próximas semanas.

De hecho, el Departamento de Salud informó que el gobierno local ha creado un Task Force en el que agencias locales y federales han consolidado un frente común para delinear las guías a seguir y desarrollar una respuesta coordinada ante la eventualidad de que surja un caso en la Isla.

'El fin común será responder alineadamente y proactivamente ante una posible entrada del virus, evitando la improvisación y siguiendo un plan de acción definido', expresó Rafael Rodríguez Mercado, secretario del Departamento de Salud, en un comunicado de prensa el pasado martes, y siguiendo expresiones de mandatarios federales.

De surgir contagios en Puerto Rico, es meritorio entender que pueden alterarse moderada o severamente los sistemas de salud pública y atención médica, con un número alto de hospitalizaciones y gente buscando tratamiento.

Por esto, y considerando que el contagio de persona a persona se da extremadamente fácil por medio del contacto con secreciones, compartimos algunas estrategias para reducir los riesgos de contagio en hogares, comunidades y espacios públicos:

Utilizar mascarillas siempre que sea posible y sobre todo si se está en contacto con personas enfermas. Estas funcionan como barrera y, aunque no son 100 por ciento efectivas, sí reducen la probabilidad de contagio al toser y estornudar.

La higiene es fundamental: lávese las manos con frecuencia, sobre todo cuando toque superficies públicas, o tenga contacto con personas que estén o puedan estar contagiadas. De la misma manera, cubra su nariz y boca al momento de toser y estornudar.

Mantenga una distancia prudente al comunicarse con otros. Trate de guardar al menos 1 o 2 pies de distancia al hablar con las personas, y reduzca los saludos con besos y abrazos si sospecha que usted o alguien puede tener síntomas de enfermedad respiratoria.

Si usted trabaja en oficinas, pero tiene la posibilidad de flexibilizar condiciones laborales para reducir riesgo de contagio, hágalo. Esto incluye revisar las políticas de recursos humanos para asegurarse de que las prácticas sean consistentes con las recomendaciones de salud pública y con las leyes estatales y federales vigentes. De igual manera, si supervisa empleados y tienen capacidad de trabajar desde su casa, permítales permanecer en su espacio. Si no tiene esta opción, considere los turnos escalonados, donde haya más espacio entre empleados. No los exponga a enfermarse. Suspenda reuniones presenciales, de ser posible. Congregar muchas personas en espacios cerrados aumenta riesgo de contagio, sobre todo cuando se trata de enfermedades respiratorias. Planifique cómo funcionará su empresa si hay un aumento de ausentismo o si se interrumpen turnos y jornadas laborales. Diseñe procedimientos para activar un plan de respuesta ante el brote de enfermedades infecciosas. Trabaje y comuníquese directamente con funcionarios de salud adecuados. Contrate personal profesional para desinfectar espacios si sospecha que alguno de sus empleados ha estado enfermo, y provea antibacteriales y limpiadores para tratar de mantener sanos los espacios compartidos. Comparta información de fuentes confiables, como el Departamento de Salud.

Pendiente a niños, ancianos, y personas con salud vulnerable. De reportarse posibles casos en las escuelas o centros de cuido, no envíe a sus hijos hasta que la situación esté bajo control. Si es educador o tiene niños a cargo, enséñeles a lavarse las manos y a no tocar a otros compañeros, aparte de no compartir alimentos o utensilios.

Trate de limitar los viajes hasta que se controle la epidemia. Aplica tanto a viajes de trabajo como a viajes de placer. Viajes a países que han reportado casos, y China, particularmente, deben ser reconsiderados.

Asimismo, si presenta cualquier síntoma que se asimile a una gripe, fiebre, tos y dificultad para respirar, no espere y visite un médico. Cuidar de nosotros y quienes nos rodean puede mitigar de gran manera cualquier riesgo mayor en nuestra isla. 

(EFE)

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