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La realidad de estar fuera de Puerto Rico por María

Una familia confiesa lo bueno y lo malo.

Escuchar que los llaman traicioneros por emigrar a Estados Unidos luego del huracán María, o vividores de ayudas del gobierno federal les duele tanto como el duro camino que han recorrido por poco más de un año fuera de Puerto Rico, alejados de sus familiares, amigos y su país.

Perderlo 'prácticamente todo' en su natal Guayama obligó a 'brincar el charco' a las hermanas Jessica y Erilinda Martínez, junto a sus hijos. Pero lo hicieron por separado, a diferentes estados, aunque en el mismo momento de crisis.

Semanas despues de María, Jessica y su hijo Jose Velez, de 18 años, comenzaron su vida fuera de Puerto Rico a más de 2,700 millas de distancia, en Colorado. Los hijos de Erilinda, William (21) y Eric Velázquez (23), salieron de Puerto Rico hacia Florida. Ella se les unió un mes despues. Se fueron 'sin nada', empezando de cero.

Cuando llegaron a Florida, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA por sus siglas en ingles) les ayudó con un hotel, luego de unos días con familiares.

'En el hotel lo que había eran dos camitas y una neverita. Estuvimos cuatro meses allí y nos tuvimos que costear la comida, desayuno, almuerzo y comida (afuera) porque no había donde prepararla. Fue un proceso bien difícil, bien difícil, bien cuesta arriba', recuerda Erilinda.

No fue, asegura,'como dice mucha gente, que los puertorriqueños van a vivir de ayuda. Mis hijos consiguieron trabajo rápido. Yo no pude conseguir trabajo. No me dieron trabajo. Solicite, pero no conseguí. Porque no se ingles, será. Fue bien difícil, demasiado, demasiado'.

Aún trabajando y ahorrando para el apartamento que necesitaban, no lo lograron. 'El proceso (de alquilar apartamento) es demasiado, demasiado. Lo que hicimos fue botar dinero', dijo Martínez.

'Cuando vas a solicitar apartamento tienes que pagar el proceso, tienes que pagar verificación de credito, tienes que pagar para separar… y en todo ese proceso lo que hicimos fue botar dinero porque nunca nos dieron apartamento', lamentaba Erilinda en la sala del Puerto Rican Cultural Center en el barrio boricua en Chicago.

'El dinero lo cogieron (los arrendadores) pero nunca nos entregaron los apartamentos. Por eso estuvimos cuatro meses en ese hotel esperando a que nos entregaran un apartamento que supuestamente nos iban a entregar. Habíamos hecho todo y estábamos esperando, y así nos quedamos hasta que llegó el día que, pues, tuvimos que dejar el hotel', recuerda todavía con cierta decepción y algo de coraje.

Luego de esos meses en Port Richey en Florida, donde según contó la mujer hasta la regañaron por hablar español 'porque estás en Estados Unidos', se mudaron a Tampa con unos familiares donde 'pasó lo mismo. Conseguimos un apartamento. Cuando vimos todo, entonces no me lo dieron porque allá cuando no era que se excedían por el 'income', o sea, de lo que se ganaba, era que lo que se ganaba era muy poco. Y en ese proceso no conseguimos apartamento'.

Con la incertidumbre de dónde se resguardaría con sus hijos, regresaron a Puerto Rico 'sin nada, porque lo poquito que pudimos conseguir en Florida… tuvimos que donar la ropa porque cuando te trasladas de un sitio a otro el problema está tambien en las maletas que te puedes llevar. Cuando me fui (de Puerto Rico) no tenía nada. Regrese (a la isla) sin nada'.

'El que se quedó dice que el que se fue es un traicionero porque se fue y no se quedó a echar a Puerto Rico para adelante', dice dolida, Erilinda.

En la isla tampoco consiguió trabajo, así que su hermana Jessica la motivó a mudarse a Chicago. Ella vivió hasta febrero en Colorado, 'donde nieva 24/7', y tenía que permanecer encerrada todo el invierno. En la Ciudad de los Vientos encontró un apoyo de la comunidad que no había sentido.

Jessica perdió sus 'cositas', su carro y su trabajo por María.

'La necesidad como tal nos hizo brincar hacia acá. (Extraña de la isla) el clima… aunque aquí uno se acopla. En cada esquina ves personas que te saludan, te hacen sentir como que estás aquí, estás bien. Te saludan, aunque no te conozcan, en eso se parece mucho. (Me hace falta) el resto de la familia, el calorcito de allá, como tal. Gracias a Dios cocinamos boricua en casa. Hemos conseguido casi todo para cocinar', asegura Jessica.

Pero su hijo, Jose, no piensa igual y en sus expresiones se siente que es quien más extraña Puerto Rico, tal vez por ser el menor de todos.

'Culturalmente hay una diferencia brutal porque los de aquí tienen sus tradiciones. Es sumamente diferente. En Puerto Rico uno está acostumbrado a que te pasen por el lado personas que ni te conocen, estás comiendo y que te digan buen provecho, buenos días, cómo estás… Aquí parece que la gente tiene dos gacelas en los ojos, van por ahí (caminando rápido) y ni te miran, ni nada. Van por ahí, que no les importa más nada', dice Jose.

'Me hace falta todo de Puerto Rico. El clima, mi familia, las amistades, la forma de ser de las personas (porque) te agarran más, te ayudan más a sobresalir que aquí', abunda.

William asegura que en Chicago ha 'pasado la mayoría de este año encerrado, porque, o no tengo para dónde ir o tengo un lugar para dónde quiero ir y no tengo modo de llegar o no tengo con quien. Es diferente. Estamos tratando de echar hacia adelante'.

'Lo que de verdad me hace falta, y quisiera volver a tener, serían los estudios. He intentado volver a estudiar, pero seguí el consejo de ciertas personas, ciertos profesionales, y ahora mismo no puedo estudiar. Me aconsejaron que no me diera de baja de la universidad y seguí el consejo y ahora mismo no puedo estudiar', explicó.

'Es bien chocante la diferencia. Aquí, desde las personas… todo es bien diferente. Me hace falta todo. La familia, las amistades, todo en realidad', comenta Eric, el mayor de los primos.

Ninguno duda en decir que quieren regresar a la isla, aunque no sepan cuándo lo harán.

'Lo más que uno extraña cuando está lejos es la familia. Y el país donde uno nació, donde uno creció y uno dice 'wow'. Ahí es, como yo digo, donde uno conoce, uno puede salir. Es tu patria. Fue donde naciste. Pues sí, me gustaría volver en un futuro. Por ahora no, porque sería volver a lo mismo. Ya fui y no hay nada. (La familia me dice) quedate por allá porque está fuerte. Si antes de María estaba fuerte, ahora está más fuerte todavía', comenta Erilinda.

Aunque todos precisan que quieren superarse profesional, academica y económicamente antes de volver, porque cuando lo hagan quieren servir de enlace para reconstruir el país, por ahora, piensan que en uno o dos años estarán de vuelta.

Mientras tanto, les toca celebrar Acción de Gracias y la Navidad fuera de Puerto Rico, otra vez.

'Vamos a celebrar aquí con la familia que tenemos acá pero siempre vamos a extrañar celebrarlas allá', afirmó Eric.

A todos les causó una risa nostálgica cuando NotiCel les comentó que en Chicago no se dan parrandas.

'Jamás van a ser las mismas navidades en Puerto Rico que en ningún otro lado', comentó Erilinda. Pero Jessica asegura que aunque 'no podemos salir a celebrar en las calles porque hace frío, (se puede) en las casitas o apartamentos. Siempre se celebra porque la comida va a estar ahí, comida puertorriqueña y los antojitos esos de Navidad y Thanksgiving'.

Jose insiste en que 'va a ser bien chocante porque aquí es una cultura bien apagada, centrada, cerrada. No celebran mucho, ni na'. En Puerto Rico estamos acostumbrados a un revolú total, como uno diría. Aquí, ni el clima, ni la forma de ser, aunque te hayas criado en Puerto Rico (son iguales). Uno se empieza adaptar y empieza a actuar igual que ellos'.

Aunque celebren lo harán sin 'escándalo' afirman todos 'para que no nos llamen la Policía'. Y, claro, saben que todos seguirán trabajando sin mucho tiempo libre en Navidad, ya sea en el Puerto Rico Cultural Center, donde los tres jóvenes hacen de todo un poco para ayudar a la comunidad; en la división de 'Safe Passage' de las escuelas del área donde trabaja Jessica, o en la cafetería donde labora Erilinda.

Con todo y la crítica que les toca por emigrar, y la nostalgia que sufren en Chicago, solo prefieren dar aliento a todos, a los que seguirán en Puerto Rico y a los que piensan emigrar.

Tambien piden solidaridad con aquellos que, como ellos, se fueron. Eric sostiene que 'uno tiene que moverse, tanto sea aquí como en Puerto Rico y salir de la comodidad. Lo peor que hay es la comodidad. Uno tiene que moverse y seguir tratando de echar para adelante y no darse por vencido por nada. Tanto sea aquí como allá. No importa'.

La decisión de salir o quedarse en el país 'sí, es difícil. Te lo digo yo. Sí, es difícil. Pero (hay que) seguir buscando porque la vida es una búsqueda constante. Buscar, y buscar y buscar. A veces puede ser que lo consigas, a veces no, pero esa es la vida', sentencia Erilinda.

Jose aclara que 'si sales a echar para adelante, OK, sal. Pero acuerdate que tu isla tambien te necesita porque por personas que hemos abandonado nuestra cultura y nuestros ideales es que la isla ha ido cayendo en la deuda y el boquete que esta ahora mismo'.

La idea es tener ánimos y fuerza para levantar a Puerto Rico, según Jessica.

'Tienes que todos los días luchar y seguir adelante. Acuerdate que una puerta se cierra y se abren diez. Tienes que hacerlo, aunque decidas quedarte o moverte hacia Estados Unidos. Como quiera hay que echar el país hacia adelante. El país tiene que seguir funcionando', dijo, antes de que todos comenzaran a acomodarse el abrigo de invierno, para aplacar el frío temprano que llegó a Chicago y con el que tienen que lidiar luego de la entrevista para regresar a su nuevo hogar, a 2,084 millas de su Guayama.

Puertorriqueñosresidentes en Chicagotras el huracán María. (Luis Alberto González / Especial para NotiCel)

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